PARASHA’ 25 AJAREI-MOT 26 KEDOSHIM
Aliyás de la
Torá : (cuando se
lee Ajarei mot juntamente con Kedoshim):
- 16:1-24
- 16:25 – 17:7
- 17:8 – 18:21
- 18:22 – 19:14
- 19:15-32
- 19:33 – 20:7
- 20:8-27
- Maftir: 20:25-27
Haftará: Ezequiel 22:1-19
(A); 22:1-16 (S)
Código Real (HaTsofen HaMaljutí): Mateo 16:1 – 18:35
Ajarei mot Kedoshim
Significa “Después de la muerte”. “
santos”
Comentarios
Primera aliyá, 16:1-17
El capítulo 16 de Vayikrá es uno de los capítulos más importantes de la Torá. En este capítulo se
encuentran las instrucciones acerca del día de expiación, Yom HaKipurim que cae
en el 10º día del 7º mes de Tishrí. Ese día fue el único de todos los días del
año cuando el gran sacerdote podía entrar en el lugar santísimo y presentar
incienso y sangre ante la presencia de HaShem. El propósito de ese acto es
hacer una limpieza general de los pecados y las impurezas de los hijos de
Israel que se habían acumulado en el tabernáculo durante todo el año. A pesar
de que HaShem dio instrucciones claras acerca de cómo los hijos de Israel
tenían que mantenerse alejados de las impurezas rituales para no contaminar el
santuario por medio de ellas, era inevitable que el tabernáculo fuese contaminado
por ellas. Si alguien entraba en el santuario estando impuro, lo contaminaba.
Podían haber entrado allí sin darse cuenta de que estaban impuros o alguien
podía haberse olvidado de que estaba impuro en el momento de entrar. Por esto
HaShem instituye este día de expiación para purificar los objetos del
tabernáculo terrenal.
como está escrito en
Levítico 17:11:
“Porque la vida de
la carne está en la sangre, y yo os la he dado sobre el altar para hacer
expiación por vuestras almas; porque es la sangre, por razón de la vida, la que
hace expiación.”
Este capítulo
constituye también uno de los mejores textos que explican lo que pasó con el
Mesías Yeshúa antes y después de su resurrección al ser introducido en el
ministerio sumo sacerdotal celestial según el orden de Malki-Tsedek. Él entró
en el tabernáculo celestial y lo purificó con su propia sangre, como está
escrito en Hebreos 9:22-26:leer, 16:1 “ELOHA
habló a Moshé después de la muerte de los hijos de Aharón, cuando se acercaron
a la presencia de ELOHA y murieron.” – Según
Najmánides este enunciado fue dado un día después de que los hijos de Aharón
entraron en el tabernáculo con fuego extraño y murieron. Sin embargo, Rashí
señala que fue el mismo día en que murieron, es decir el primer día de Nisán
(Aviv). Así que en el mes de Aviv, un poco antes de la celebración de Pesaj,
fue anunciado el mensaje acerca de Yom Kipur. Esto también conecta la
celebración de Pesaj con Yom HaKipurim, como está escrito en Juan 1:29:
“Al día
siguiente ve a Yeshúa que venía hacia él, y dice: He ahí el Cordero de
Eloah (Pesaj) que quita el pecado del mundo (Yom Kipur).”
después de la muerte” – El nombre
de esta Parashá es Ajarei mot, “después de la muerte”. Esto nos enseña que este
mensaje está hablando de lo que iba a pasar con el Mesías después de su muerte.
Después de su muerte, Mashíaj entró en el lugar santísimo en el Mishkán
celestial y cumplió así con esta sombra profética, como está escrito en Hebreos
9:11-12:
“Pero cuando el
Mesías apareció como sumo sacerdote de los bienes futuros, a través de un mayor
y más perfecto tabernáculo, no hecho con manos, es decir, no de esta creación,
y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de
su propia sangre, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo
obtenido redención eterna.”
Ahora, según el texto griego de Romanos 3:25,
Yeshúa fue expuesto como un propiciatorio ante todo el mundo. De la misma
manera que el propiciatorio fue un lugar de encuentro entre ELOHA y Moshé, el
sacrificio de Mashíaj es un lugar de encuentro entre ELOHA y la humanidad, como
está escrito en Juan 12:32-33:
“Y yo, si soy
levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. Pero él decía esto para
indicar de qué clase de muerte iba a morir.”
El propiciatorio es
un lugar donde ELOHA se manifiesta de una manera extraordinaria. El
propiciatorio existe en tres niveles:
1. En el tabernáculo y
el templo terrenales.
2. En el templo del
cuerpo del Mesías.
3. En el templo
celestial.
16:7 “Y tomará los dos
machos cabríos y los presentará delante de ELOHA a la entrada de la tienda de
reunión.”
– Los dos machos cabríos tenían que ser parecidos en aspecto, peso y altura.
Fueron comprados con fondos de la comunidad.
16:8 “Y echará suertes
Aharón sobre los dos machos cabríos, una suerte para ELOHA, y otra suerte para
Azazel.”
– Después de hacer la confesión sobre el novillo, no lo degolló enseguida, sino
primero echo suerte entre los dos machos cabríos, que constituían una parte
central en el servicio del día. Para este sorteo se usaban dos inscripciones
que estaban en una urna. En una de ellas estaba escrito: “Para ELOHA” y en la
otra: “Para Azazel”. El kohén gadol cogió las dos placas con sus dos manos sin
mirar y colocó una sobre cada uno de los machos cabríos según estaban delante
de él. Leyeron las inscripciones y proclamaban sobre el macho cabrío que había
sido elegido para ELOHA: “¡Este es un sacrificio jatat para ELOHIM!”
Se colocaba un hilo de color escarlata en la cabeza del cabrío que era
para Azazel y otro hilo rojo en la entrada del lugar santo del templo. El
Talmud[6] enseña:
“Nuestros rabinos enseñaron: Durante los últimos cuarenta años antes
de la destrucción del Templo, la suerte (“Para ELOHA”) no salió en la mano
derecha, ni se volvió blanco el hilo escarlata...”
Cuarenta años antes de la destrucción del templo fue el año 31 del
cómputo romano. Según mis cálculos, fue el mismo año de la muerte del Mesías
Yeshúa. Después se su muerte el servicio de Yom Kipur no fue hecho de manera
que pudiera agradar a ELOHA.
Según el Talmud[10] Azazel es un compuesto de Aza y Azael. Eran dos
ángeles que antes del diluvio pidieron permiso para vivir entre los hombres con
apariencia de humana para mostrar que no pecarían como los demás hombres. Sin
embargo cuando obtuvieron permiso para hacer esto pecaron más que los hombres anteriores
al diluvio. Rashí[11] comenta sobre este punto que el macho cabrío se
llamaba Azazel para implicar que lograba expiar pecados, entre ellos, hechos
inmorales como los de Aza y Azael.
16:9 “Aharón acercará el
macho cabrío sobre el cual haya caído la suerte para HaShem, haciéndolo ofrenda
por el pecado.”
– En este momento no fue degollado este macho cabrío, sino sólo designado para
ser una ofrenda por el pecado.
16:10 “Pero el macho
cabrío sobre el cual cayó la suerte para Azazel, será presentado vivo delante
de HaShem para hacer expiación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto.” – Según
Rashí, al decir que este cabrío tiene que ser presentado vivo delante de
HaShem, implica que luego fue enviado para morir. La idea es llevarlo a un
precipicio y luego arrojarlo hacia abajo para que se despedazara.
16:13 “Pondrá el incienso sobre el fuego
delante de HaShem, para que la nube del incienso cubra el propiciatorio que
está sobre el testimonio, no sea que muera.” – Ahora el gran sacerdote ponía todo el incienso en el recipiente de
oro que contenía los carbones encendidos para que se produjera una nube de humo
entre él y el propiciatorio, donde se manifestaba la shejiná, la presencia
gloriosa de HaShem. El humo producido por la quema del incienso sobre los
carbones, que habían sido arrebatados del fuego exterior, simboliza el momento
cuando el Mesías Yeshúa se presentaba ante HaShem después de su resurrección,
como está escrito en Zacarías 3:2b:
“¿No es éste un tizón arrebatado del fuego?”
Para que Aharón pudiera estar en el lugar santísimo cuando se
manifestaba la shejiná, tenía que quemar incienso que produjera una nube que le
protegía de la muerte. Por medio de esa nube él podía acercarse a HaShem sin
peligro. Esa nube simboliza a Mashíaj, por medio del cual podemos acercarnos a
HaShem sin peligro. Sin el sacrificio de Mashíaj el pecador muere en la
presencia del Eloah Justo.
El incienso que fue molido es un símbolo del Mesías, y cuando fue
echado al fuego simboliza el momento cuando el Mesías murió, pasando por el
fuego. Por medio de esa muerte se produjo una nube en el cielo, por medio de la
cual el hombre puede acercarnos al trono de misericordia, como está escrito en
Hebreos 4:14-16:
“Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos,
Yeshúa, el Hijo de Eloah, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido
tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con
confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos
gracia para la ayuda oportuna.”
En Hebreos 10:19-22 está escrito:
“Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar
Santísimo por la sangre de Yeshúa, por un camino nuevo y vivo que él dedicó
para nosotros por medio del velo, es decir, su carne, y puesto que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Eloah, acerquémonos con corazón sincero, en plena
certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y
nuestro cuerpo lavado con agua pura.”
19:2 “Habla a toda la
congregación de los hijos de Israel y diles: "Seréis santos porque yo,
ELOHA vuestro Eloah, soy santo.” – Según el
Midrash,[1] este texto muestra que cuando Moshé transmitió la
Torá al pueblo de Israel no solía reunir a toda la congregación de una vez. Por
regla general Moshé se reunió primero con su hermano Aharón y le transmitió de
manera profunda todo lo que había recibido de ELOHA. Luego Aharón se sentó a la
mano derecha de Moshé. Después vinieron los dos hijos de Aharón, Elazar e
Itamar, y Moshé repetía las enseñanzas a ellos según su nivel de comprensión.
Ellos luego se sentaron cerca de su padre Aharón y su tío Moshé. Después fue
repetido el mismo pasaje de la Torá a los ancianos de Israel según su nivel de
comprensión y, finalmente, Moshé repitió toda la enseñanza a todos los varones
del pueblo. Este fue el procedimiento normal para transmitir la Torá al pueblo.
Moshé, por lo tanto, escuchó la misma lección cinco veces, una vez directamente
de ELOHA y cuatro veces de su propia boca.
Pero en esta ocasión Moshé recibe la orden de convocar a toda la
asamblea, inclusive las mujeres y los niños. La razón para hacerlo fue que esta
sección contiene muchísimas leyes que tienen que ver con todo el pueblo y,
según Rashí, porque la mayor parte de las leyes esenciales de la Torá dependen
de esta Parashá. Por ejemplo, en esta sección se encuentra la ley general de
amar al prójimo como a sí mismo. También se puede encontrar mandamientos muy
similares a las diez palabras que fueron pronunciadas ante todo el pueblo en
Sinai.[2] En total hay 51 mandamientos en esta corta Parashá.
19:3 “Un hombre ha de
reverenciar a su madre y a su padre. Y guardaréis mis shabats; yo soy ELOHA
vuestro Eloah.”
– La palabra hebrea que ha sido traducida como “reverenciar” es “yaré”,[3]
y significa “temer”, “reverenciar”. Hay una diferencia entre este mandamiento y
el de Éxodo 20:12 donde está escrito:
“Honra a tu padre y
a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que ELOHA tu Eloah
te da.”
La palabra hebrea que ha sido traducida como “honrar” es “kavad”,[4] que significa “ser pesado”, “ser rico”, “tener
honra”, “ser una carga”. En Éxodo 20 está escrito que debemos honrar a nuestro
padre y a nuestra madre, y en Levítico 19 está escrito que debemos temer a
nuestra madre y a nuestro padre. No es lo mismo honrar que temer. Honrar a los
padres tiene que ver con dar a los padres los bienes materiales que necesitan y
satisfacer todas sus necesidades, como está escrito en Mateo 15:3-6:
Aquí vemos que la honra a los padres tiene que ver con una ayuda
económica. Honrar a los padres también implica obedecerles en el Señor, como
está escrito en Efesios 6:1-3:
En el texto de Éxodo aparece primero el padre y luego la madre en
referencia a la honra, pero en el texto de Levítico aparece primero la madre y
luego el padre en referencia al temor, o a la reverencia. ¿Por qué aparece
primero la madre y luego el padre en este texto? ¿Se debe temer más a la madre
que al padre?
Vamos a dar dos explicaciones a esto. Por regla general, es más fácil
temer, en el sentido de respetar y reverenciar, al padre, por su forma
masculina de ser, que la madre. El niño tiende a aprovecharse de la dulzura y
el carácter suave de la madre. Es más fácil faltar el respeto a la madre que al
padre. Por esto la Torá pone la madre primero, para que no dejemos de mostrarle
respeto a nuestras madres, sino respetar a los dos padres por igual.
Sin embargo, al mirar el contexto vemos que hay una escala de
reverencia, madre, padre y ELOHA. Es una escala invertida de autoridad. Según
este orden, el niño va aprendiendo durante el desarrollo de su vida quién está
por encima de él. Primero aprende a temer a la madre, que es la que más tiempo
se dedica a él durante sus primeros años de vida. Luego el niño aprende a
reverenciar a su padre y finalmente aprende a reverenciar a ELOHA. Este texto
nos enseña que una manera de mostrar respeto a ELOHA es guardar el shabat. El
que no guarda el shabat no teme a ELOHA. El que teme a ELOHA guarda el shabat.
ACLARACION. BUSCANDO UN PUEBLO Y SU UNIFICACION, NO SOLO UNA
TRIBU, POR “YIRMIYAHU BEN YISRAEL”
SER UN VERDADERO ISRAELITA, NO
SOLO DE LA TRIBU DE JUDA, si no ser unidad del pueblo con todas las tribus a
esto vino Yeshua’, buscando la
unificacionn del pueblo, para poder retornar y restaurar a todas las naciones
para el servicio de l ETERNO,por que es olo que EL, nos pide, ELOHA por medio
de Moshe y Aron hablo a faraón, y solicito dejar salir a su puelo para que le
sirvieran, lo mas importante es servir AL ETERNO pero no como tun quieras o te
plasca sino como el nos pide que le
sirvamos, buscando ser uno en el Mesias y siendo reconocidos como verdaderos
israelitas, y entendiendo su primera venida como Yeshua’ ben yoshep, y
esperando en unidad su pronto regreso como Yeshua’ ben David.
un verdadero
israelita es uno en quien no hay engaño, como está escrito en Juan 1:47:
“Yeshúa vio venir a
Natanel y dice de él: He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño.”
Ser santos, dice el Rambán, es
participar del mundo físico sólo hasta el grado necesario para vivir, pero no
gratificar, aún cuando es técnicamente permisible…
No sigan las
acciones del pueblo de Egipto en cuya tierra ustedes moraron, ni las accio¬nes
de los moradores de la tierra de Canaán dentro de la cual Yo los traigo
(Levítico 18:3).
Esta
exhortación es más bien vaga. Nosotros tenemos muchos mandamientos específicos
los cuales prohíben ciertos actos y comportamientos. Una vez que estos son
eliminados, ¿qué es lo que no debemos hacer que es hecho por otras naciones?
Rambán comenta sobre el versículo, “Ustedes serán santos para Di-s” (16:1), que es posible para una persona observar todas las restricciones específicas de la Torá, no obstante ser una persona vulgar que persigue todos los placeres físicos que no están expresamente prohibidos. Ser santos, dice Rambán, es participar del mundo físico sólo hasta el grado necesario para vivir, pero no gratificar, aún cuando es técnicamente permisible.
En años recientes hemos presenciado un fenómeno bastante nuevo en la vida judía. Hay casi todo disponible bajo “estricta supervisión kasher”. Tan pronto como un nuevo tipo de vino o queso aparecen en los estantes, es seguido de un similar producto bajo supervisión kasher. Todos los condimentos y delicadezas están ahora disponibles como kasher. En alimentos ya no hay nada inaccesible al paladar judío, excepto por cerdo (aunque en algunos países hay “tocino” kasher disponible)
El mundo secular tiene sus populares estrellas de rock’n’roll, y similares ejecutantes han emergido cuyos largos tzitzit se sacuden con sus giros. Estilos de cabello en pelucas exceden en variedad a aquellos de cabello natural. Ropas que son técnicamente complacientes con tzeniut (modestia) pueden ser provocativas.
Lo que ha sucedido es que nosotros no hemos atendido la exhortación de la Torá citada arriba, y que hemos emulado las acciones de otros pueblos. No hay realmente necesidad de tener todas las delicadezas disponibles en forma kasher. Nosotros podríamos sobrevivir perfectamente bien en su ausencia. Algunos festejos judíos, con un exceso de toda clase de delicadezas, han asumido el carácter de la orgía romana. Ellos son técnicamente kasher, pero en espíritu son no-judíos. Ellos son una imitación de la práctica de las naciones entre quienes vivimos, una imitación que la Torá ha prohibido específicamente.
Rambán comenta sobre el versículo, “Ustedes serán santos para Di-s” (16:1), que es posible para una persona observar todas las restricciones específicas de la Torá, no obstante ser una persona vulgar que persigue todos los placeres físicos que no están expresamente prohibidos. Ser santos, dice Rambán, es participar del mundo físico sólo hasta el grado necesario para vivir, pero no gratificar, aún cuando es técnicamente permisible.
En años recientes hemos presenciado un fenómeno bastante nuevo en la vida judía. Hay casi todo disponible bajo “estricta supervisión kasher”. Tan pronto como un nuevo tipo de vino o queso aparecen en los estantes, es seguido de un similar producto bajo supervisión kasher. Todos los condimentos y delicadezas están ahora disponibles como kasher. En alimentos ya no hay nada inaccesible al paladar judío, excepto por cerdo (aunque en algunos países hay “tocino” kasher disponible)
El mundo secular tiene sus populares estrellas de rock’n’roll, y similares ejecutantes han emergido cuyos largos tzitzit se sacuden con sus giros. Estilos de cabello en pelucas exceden en variedad a aquellos de cabello natural. Ropas que son técnicamente complacientes con tzeniut (modestia) pueden ser provocativas.
Lo que ha sucedido es que nosotros no hemos atendido la exhortación de la Torá citada arriba, y que hemos emulado las acciones de otros pueblos. No hay realmente necesidad de tener todas las delicadezas disponibles en forma kasher. Nosotros podríamos sobrevivir perfectamente bien en su ausencia. Algunos festejos judíos, con un exceso de toda clase de delicadezas, han asumido el carácter de la orgía romana. Ellos son técnicamente kasher, pero en espíritu son no-judíos. Ellos son una imitación de la práctica de las naciones entre quienes vivimos, una imitación que la Torá ha prohibido específicamente.
Rambán dice que una persona puede
ser, técnicamente, estrictamente observante, y, no obstante, vulgar en falta de
sobriedad. ¡Cuán proféticas fueron sus palabras, escritas hace más de
setecientos años, no obstante describen con exactitud algo de la vida judía
contemporánea!
Mientras todo lo que es no-kasher es nocivo para la espiritualidad, no sigue que todo lo que es kasher realza la espiritualidad. Moderación es esencial para la espiritualidad.
Rabí Shneur Zalman lo dijo sucintamente: “Lo que está prohibido no es permisible, y mucho de lo que es permisible no es esencial”.Extraído de “Viviendo cada día” de Editorial Bnei Sholem
Mientras todo lo que es no-kasher es nocivo para la espiritualidad, no sigue que todo lo que es kasher realza la espiritualidad. Moderación es esencial para la espiritualidad.
Rabí Shneur Zalman lo dijo sucintamente: “Lo que está prohibido no es permisible, y mucho de lo que es permisible no es esencial”.Extraído de “Viviendo cada día” de Editorial Bnei Sholem
Kedoshim(Levítico
19-20)
El poder del amor
En
esta parashá, aparece el precepto más conocido de la Torá: “Ama a tu prójimo
como a ti mismo”.
Sin
embargo, si lo analizamos más profundamente, surge una pregunta: ¿Cómo es
posible que se nos obligue a amar a alguien? Se nos puede exigir determinada
acción, pero ¡de seguro no se nos puede exigir tener determinada emoción! Todo
sistema de leyes exige de las personas que actúen de cierto modo. No existe
ninguno, excepto la Torá, que demande que las personas se sientan de un
determinado modo.
Puedes
ser un judío observante: comes sólo casher, rezas tres veces al día e incluso
usas un sombrero negro – pero si no sientes amor al encontrarte con tu prójimo
en la calle, te está faltando algo. No es suficiente con simplemente “no
odiar”. Tampoco alcanza con ser agradable y estar dispuesto a ayudar siempre.
La ambivalencia disfrazada en sutilezas no es lo que se requiere de nosotros.
Lo que debemos sentir es amor. COMO EL ISRAELITA SAMARITANO, AMAR AL PROXIMO.
Cierta
vez tuve el privilegio de reunirme con Rav Shlomo Zalman Auerbach zt’’l, quien
fuera considerado como uno de los más grandes rabinos de nuestra generación. Al
entrar en su estudio sentí inmediatamente su presencia. Cuando llegó mi turno,
extendí mi mano para saludarlo y lo miré a los ojos. No pude creer lo que vi.
Sentí la misma sensación de amor que siento de mis padres. La calidez que
emanaba de él era algo que raramente había sentido en mi vida. Estoy seguro de
que él sentía mayor amor por mí que muchos de mis amigos más íntimos.
Él
no me conocía; nunca nos habíamos visto y a pesar de ello, me amaba. Eso es lo
que demanda la Torá de nosotros.
Si
Rav Auerbach zt’’l me hubiera invitado a cenar a su casa todos los días de la
semana, me hubiera enviado un montón de regalos y me hubiera dicho que soy
bienvenido en su casa siempre que quisiera – pero por alguna razón no hubiera
sentido que él me amaba – no hubiera salido de su casa con aquella sensación de
regocijo con la que salí. No hay mayor regalo que el amor. Cuando la gente se
siente amada, su autovaloración aumenta, se sienten elevados y capaces de hacer
cosas. Cuando perciben que los queremos ayudar porque estamos obligados a
hacerlo, estarán, como mucho, agradecidos. Amar es dar del modo más completo.
Y
esto nos devuelve a nuestra pregunta inicial: ¿Cómo es posible que la Torá nos
exija que sintamos amor? Estoy seguro que Rav Auerbach zt’’l lo hacía, lo cual
significa que sí es posible. ¿Pero cómo? ¿Cómo logras amar a alguien que no
conoces? ¿Cuál es el secreto?
Amistad, amor y unidad
Entender cómo funciona el amor puede mejorar
nuestras relaciones interpersonales y el éxito de nuestro pueblo.
"No te
vengarás ni guardarás rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy
Dios" (Levítico 19:18).
"Ama
a tu prójimo como a ti mismo" es la respuesta judía al refrán que dice
"el poder da la razón", el brutal principio que determina gran parte
de las relaciones interpersonales del mundo.
Los
judíos transmitieron un ideal más refinado al mundo. De hecho, ¡esta idea se ha
vuelto tan popular que poca gente sabe que su origen es judío! Ahora sale
fácilmente de nuestras bocas sin siquiera pensar en ella... y sin tener noción
alguna de los secretos y complejidades que involucra. Sin embargo, si piensas
en ella...
·
¿Cómo es
posible que la Torá nos obligue a amar a alguien? ¿Acaso es posible legislar
sobre una emoción?
·
¿Qué
significa cuando dice que ames a tu prójimo "como a ti mismo"?
·
¿Por qué
este mandamiento está yuxtapuesto con "no te vengarás ni guardarás
rencor"?
·
¿Por qué el
versículo concluye diciendo "Yo soy Dios"?
¿Es
posible obligar a amar?
A
primera vista pareciera imposible obligar a amar. Sin embargo esto es algo que
la mayoría de nosotros hacemos en nuestras vidas cotidianas. No importa cómo
resulte un hijo, sus padres siempre encontraran algo que amar en él. Pero, ¿qué
pasa si realmente es un mocoso odioso? "No importa", te dirán.
"De todas formas lo amamos".
¿Qué
hay detrás de este compromiso?
El
judaísmo define amor como "el placer de identificar las virtudes de otra
persona".
Si
escogemos enfocarnos en los defectos de Bob, seguramente no nos agradará Bob.
Pero mientras más esfuerzo pongamos en enfocarnos en las virtudes de Bob, más
profundo será nuestro amor por él.
En
realidad, la belleza está en el ojo del observador. La forma en que escogemos
ver a los demás está completamente bajo nuestro control. Esto explica cómo es
posible que la Torá nos obligue a amar.
Amor:
La definición griega
La
idea mística de amor está representada por Cupido, quien aletea por ahí con sus
alas, dispara una flecha y ¡listo! ¡Bob y Susana están locamente enamorados!
Bob nunca se dedicó a explorar profundamente la personalidad de Susana para
enamorarse sólo después de haber obtenido un profundo entendimiento de quién es
ella. El amor de Bob por Susana no está basado en un compromiso y esfuerzo por
revelar sus virtudes.
En
el mundo occidental, el amor es un golpe del destino que no tiene una lógica.
Uno no trabaja en amar a otros, sino que eso es simplemente algo que puede
ocurrir. Por lo tanto, es tan fácil enamorarse como desenamorarse.
Cuando
llega el momento, Bob y Susana se casan, tienen hijos, una gran casa, un enorme
pago de hipoteca. Bob trabaja duro para pagar las cuentas, y se queda horas
extras en la oficina. Mientras Bob trabajaba una noche con su secretaria Carol,
Cupido entra a hurtadillas y lanza otra flecha. ¡Boing! Ahora Bob está
enamorado de Carol.
Bob
vuelve a casa y le dice a Susana: "Me enamoré de la secretaria. ¿Qué puedo
hacer, querida? ¡Cupido me disparó!".
Sale
Susana, entra Carol.
Dejar
de amar
El
amor no es algo que escojas, sino algo de lo cual "eres víctima". Así
que si quieres mantenerte casado, ¡todo lo que puedes hacer es rezar que Cupido
no te vuelva a disparar! ¿Te sorprende que en la sociedad occidental haya un
50% de tasa de divorcio?
Contrasta esto con
la relación que hay entre padres e hijos. Ningún padre se levanta por la mañana
y dice: "He decidido que me gustan más los hijos de los vecinos. No tosen
por la noche y tienen mejores calificaciones en matemáticas. Váyanse hijos, los
vecinos se mudan a casa".
Váyanse
hijos, los vecinos se mudan a casa.
No dejamos de amar
a nuestros hijos porque entendemos que amarlos no es simplemente algo que
"sucedió". No dejamos de preocuparnos por ellos sólo porque nos
irritan. Aceptamos la obligación de amarlos a pesar de las ofensas.
Si extendiéramos
este mismo compromiso a nuestro matrimonio y amistades, estaríamos mucho mejor.
No
te vengues ni guardes rencor
El
resentimiento es venenoso para el acto de amar. Imagina que alguien te hace
algo malo y que durante varios meses no puedes mirarlo sin recordar aquella
repugnante cosa que te hizo. Este rencor te imposibilita ver cualquier cosa
buena en esta persona. Tu resentimiento crece y deseas hacer algo al respecto:
"tomar venganza".
El
resentimiento nos impide amar a otras personas:
"Mi
padre y yo nos odiamos. No nos hemos hablado en muchos años".
"Pero,
¿qué pasaría si te atropellara un automóvil y terminaras en el hospital? ¿Quién
va a estar ahí día y noche asegurándose que te atiendan los mejores
médicos?".
"¡Mi
padre!".
"Está
bien, entonces estás de acuerdo que tu padre no te odia tanto después de todo.
Ahora qué pasaría si, Dios no lo quiera, te enteraras que tu padre ha muerto.
¿Cómo te sentirías?".
"Me
sentiría terrible. No le he hablado en muchos años...".
"Bueno,
¡te tengo buenas noticias! Tu padre todavía está vivo. ¡Llámalo! ¡Dile cuánto
lo amas!".
Por
lo general, si una relación tiene éxito o no depende de cuál sea el foco que
tengas. Si quieres amar a tu pareja, a tus padres, a la humanidad... si quieres
amar a tu prójimo, no tomes venganza.
Los
demás son parte de ti
Si
estás rebanando una zanahoria y accidentalmente te cortas un dedo,
¿reaccionarías tomando el cuchillo y clavándolo deliberadamente en tu otra mano
como venganza?
Obviamente
no. Porque tu otra mano también es parte de ti.
La
humanidad es una sola unidad. Vengarse de otra persona es tan destructivo como
cortarse la otra mano con el cuchillo. Por eso la Torá nos dice que amemos a
nuestro prójimo "como a nosotros mismos".
Esto
es tan importante que si no nos damos cuenta por nosotros mismos, podría ser
necesaria una fuerza externa que nos haga notar que somos un solo pueblo. Por
ejemplo, los Nazis (y también Hamán) no diferenciaban entre los distintos tipos
de judíos. Nos veían como un solo pueblo.ISRAELITAS.
En
el matrimonio y la amistad el lazo también puede ser así de fuerte si hacemos
el esfuerzo. Eso es lo que quiere Dios de nosotros. ¿Recuerdas esa clásica
canción del colegio judío? Hine
ma tov uma naim, ‘cuán maravilloso es cuando todos los hijos de Dios están
juntos’.
Una
historia de verdadera amistad
En
la época del imperio romano, dos jóvenes crecieron juntos en Israel y se
volvieron muy buenos amigos. Después de un tiempo se fueron a vivir lejos uno
del otro: uno se fue a vivir bajo dominio romano y el otro bajo dominio sirio.
Sin embargo, siguieron siendo muy buenos amigos.
Una
vez, cuando el amigo de Roma estaba visitando Siria, alguien lo acusó de ser un
espía, por lo que lo llevaron frente al Emperador Sirio quien subsecuentemente
lo condenó a muerte.
Cuando
lo llevaban para ser ejecutado, le preguntaron si tenía un último deseo. El
hombre acusado suplicó:
“Por
favor, déjenme volver a Roma para acomodar mis negocios y decirle adiós a mi
familia. Luego volveré para que puedan ejecutarme”.
El
emperador se rió de él.
“¿Acaso
estás loco? ¿Qué garantía tengo de que volverás?”.
El
judío dijo: “Tengo un amigo aquí en Siria que se quedará en mi lugar. Será mi
garante. Si no vuelvo, lo pueden matar a él en mi lugar”.
El
emperador estaba intrigado.
“Esto
lo tengo que ver. Está bien, trae a tu amigo”.
Entonces
fue a buscar a su amigo de Siria. De acuerdo a lo esperado, el amigo accedió a
tomar el lugar de su amigo en la prisión y a que lo maten en su lugar si éste
no volvía.
El
emperador estaba tan sorprendido por este arreglo que accedió a dejar ir al
judío romano.
“Te
daré 60 días. Pon tus asuntos en orden. Si no estás de regreso para el
atardecer del día 60, tu amigo estará muerto”.
Y
así el judío romano emprendió rumbo y se fue corriendo donde su familia para
decir adiós y para poner sus asuntos en orden. Después de muchas lágrimas y
adioses, partió con tiempo de sobra antes de que terminasen los 60 días. Pero
en esos tiempos se viajaba en galeras, y a veces podían pasar varios días hasta
que llegara el viento indicado. Como lo quiso la suerte, no hubo viento por
varios días, el barco se retrasó, y para cuando el judío romano llegó a Siria
estaba empezando el atardecer del día 60.
Como
había sido acordado, los carceleros sacaron al amigo de Siria para la
ejecución. En esos días, una ejecución era un evento de gala, y temprano por la
mañana las multitudes comenzaron a reunirse. Finalmente, cuando estaban a punto
de realizar la ejecución, llegó corriendo el amigo de Roma.
“¡Esperen!
¡No lo maten!”.
Pero
el judío de Siria protestó: “No pueden matarlo a él. Volvió tarde. ¡Tienen que
matarme a mí en su lugar!”.
Los
dos amigos fueron inflexibles por igual.
“¡Mátame
a mí en su lugar!”.
¡No,
mátame a mí!”.
El
verdugo no sabía qué hacer. La multitud estaba alborotada mirándolos pelear.
Finalmente,
el emperador intervino. Sorprendido y asombrado, se volvió hacia los dos amigos
y dijo:
“Los
dejaré ir a ambos con una condición. ¡Háganme su tercer amigo!”.
El
mejor tercer amigo
El
rey judío Ahab —a pesar de que era un rey malvado— fue más exitoso en la
batalla que cualquier otro rey. ¿Por qué? Porque bajo el reinado de Ahab el
pueblo judío estaba unido. La unión es lo que más desea ELOHA para Sus hijos.
Si estamos unidos, tenemos el poder de ELOHA respaldándonos.
Por
el contrario, cuando el pueblo tiene conflictos internos, abandonan por así
decir el poder de ELOHA. La lucha interna en el pueblo judío es por lo tanto
nuestro enemigo más insidioso y debilitante. Evita que seamos una fuerza
predominante que pueda dirigir al mundo hacia ELOHA y nos reduce a una
colección de individuos impotentes que se encuentran absorbidos en sí mismos.
Por
eso el versículo de "amarás a tu prójimo" concluye diciendo "Yo
soy ELOHA". Porque la unidad y la amistad son tan preciadas que incluso ELOHA
quiere ser parte de ellas. Él quiere ser nuestro tercer amigo.
Si
estamos unidos, ELOHA está con nosotros. Si estamos divididos, estamos solos.”Quehilah
torashalom lejapes ha ajdut me am yisrael
be yeshua’” quehilah tora shalom buscar la unidad del pueblo de yisrael en el mesias.
Por que es la única forma para su pronto regreso.
¡
Shabat
Shalom!
Preoarado
por Yermiyahu ben Yisrael