Parashá 29 Ajarei mot – 30 Kedoshim
Levítico 16:1 – 20:27
Para ser compartida en el Shabat del 12
de Siff (Iyyar) de 5.781
Abril 24 de 2.021
Aliyot de la
Torá: (cuando se lee Ajarei mot juntamente con Kedoshim):
- 16:1-24
- 16:25
– 17:7
- 17:8
– 18:21
- 18:22
– 19:14
- 19:15-32
- 19:33
– 20:7
- 20:8-27
Haftará: Ezequiel
22:1-19 (A); 22:1-16 (S)
Brit Hadasha: Mateo 16:1 –
18:35
Ajarei
mot
Significa
“Después de la muerte”.
Kedoshim
Significa “santos”.
Comentarios
“Se
Santos como Yo soy Santo”
Primera aliyá, VaYikra19:1-14
19:2 “Habla a toda la congregación de los hijos de Israel
y diles: "Seréis santos porque yo, YHVH vuestro Eloah, soy santo.” – Según el Midrash,[1] este texto muestra que cuando Moshé transmitió la Torá al pueblo de
Israel no solía reunir a toda la congregación de una vez. Por regla general
Moshé se reunió primero con su hermano Aharón y le transmitió de manera
profunda todo lo que había recibido del Eterno. Luego Aharón se sentó a la mano
derecha de Moshé. Después vinieron los dos hijos de Aharón, Elazar e Itamar, y
Moshé repetía las enseñanzas a ellos según su nivel de comprensión. Ellos luego
se sentaron cerca de su padre Aharón y su tío Moshé. Después fue repetido el
mismo pasaje de la Torá a los ancianos de Israel según su nivel de comprensión
y, finalmente, Moshé repitió toda la enseñanza a todos los varones del pueblo.
Este fue el procedimiento normal para transmitir la Torá al pueblo. Moshé, por
lo tanto, escuchó la misma lección cinco veces, una vez directamente de el
Eterno y cuatro veces de su propia boca.
Pero en esta ocasión Moshé recibe la orden de
convocar a toda la asamblea, inclusive las mujeres y los niños. La razón para
hacerlo fue que esta sección contiene muchísimas leyes que tienen que ver con
todo el pueblo y, según Rashí, porque la mayor parte de las leyes esenciales de
la Torá dependen de esta Parashá. Por ejemplo, en esta sección se encuentra la
ley general de amar al prójimo como a sí mismo. También se puede encontrar
mandamientos muy similares a las diez palabras que fueron pronunciadas ante
todo el pueblo en Sinai.[2] En total hay 51 mandamientos en esta Parashá.
Este versículo también nos enseña que la santidad no
es solamente para los sacerdotes y levitas, sino para toda la congregación de
los hijos de Israel. La santidad consiste en ser separados de las costumbres
que son practicadas por los pueblos que están alejados del Eterno y dedicarse a
Él en obediencia a Sus mandamientos.
19:3
“Un hombre ha de reverenciar a su madre y a su padre. Y guardaréis
mis shabats; yo soy YHVH vuestro Eloah.” – La palabra hebrea que ha sido
traducida como “reverenciar” es “yaré”,[3] y significa “temer”, “reverenciar”. Hay
una diferencia entre este mandamiento y el de Éxodo 20:12 donde está escrito: “Honra
a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que YHVH
tu Eloah te da.”
La palabra hebrea que ha sido traducida como
“honrar” es “kavad”,[4] que significa “ser pesado”, “ser rico”, “tener honra”, “ser una
carga”. En Éxodo 20 está escrito que debemos honrar a nuestro padre y a nuestra
madre, y en Levítico 19 está escrito que debemos temer a nuestra madre y a
nuestro padre. No es lo mismo honrar que temer. Honrar a los padres tiene que
ver con dar a los padres los bienes materiales que necesitan y satisfacer todas
sus necesidades, como está escrito en Mateo 15:3-6:
“Y respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también
vosotros quebrantáis el mandamiento de Eloah a causa de vuestra tradición?
Porque Eloah dijo: "HONRA A tu PADRE Y A tu MADRE," y: "QUIEN
HABLE MAL DE su PADRE O DE su MADRE, QUE MUERA." Pero vosotros decís: "Cualquiera que diga a su
padre o a su madre: 'Es ofrenda a Eloah todo lo mío con
que pudieras ser ayudado', no necesitará más honrar a su padre o a su
madre." Y así invalidasteis la palabra de Eloah por
causa de vuestra tradición.”
Aquí vemos que la honra a los padres tiene que ver
con una ayuda económica. Honrar a los padres también implica obedecerles en el
Señor, como está escrito en Efesios 6:1-3:
“Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor,
porque esto es justo. HONRA A TU PADRE Y A tu MADRE (que es el primer
mandamiento con promesa), PARA QUE TE
VAYA BIEN, Y PARA QUE TENGAS LARGA VIDA SOBRE LA TIERRA.”
En el texto de Éxodo aparece primero el padre y
luego la madre en referencia a la honra, pero en el texto de Levítico aparece
primero la madre y luego el padre en referencia al temor, o a la reverencia.
¿Por qué aparece primero la madre y luego el padre en este texto? ¿Se debe
temer más a la madre que al padre?
Vamos a dar dos explicaciones a esto. Por regla
general, es más fácil temer, en el sentido de respetar y reverenciar, al padre,
por su forma masculina de ser, que la madre. El niño tiende a aprovecharse de
la dulzura y el carácter suave de la madre. Es más fácil faltar el respeto a la
madre que al padre. Por esto la Torá pone la madre primero, para que no dejemos
de mostrarle respeto a nuestras madres, sino respetar a los dos padres por
igual.
Sin embargo, al mirar el contexto vemos que hay una
escala de reverencia, madre, padre y el Eterno. Es una escala invertida de
autoridad. Según este orden, el niño va aprendiendo durante el desarrollo de su
vida quién está por encima de él. Primero aprende a temer a la madre, que es la
que más tiempo se dedica a él durante sus primeros años de vida. Luego el niño
aprende a reverenciar a su padre y finalmente aprende a reverenciar a Eloha.
Este texto nos enseña que una manera de mostrar respeto a Eloha es guardar el
shabat. El que no guarda el shabat no teme al Eterno. El que teme al Eterno
guarda el shabat.
El Shabat es un mandamiento prueba. Es una Mitsva
que determina nuestra verdadera relación como pueblo con el Creador del
Universo.
Respetar a los padres implica, entre otras cosas,
que un hijo no puede contradecir las palabras de ellos. Tampoco puede decir:
“Lo que dice mi padre es correcto”. Si los padres tienen sillas reservadas para
ellos un hijo no debe sentarse en ellas.
El texto hebreo dice literalmente: “Un hombre...”
Esto nos enseña que el varón casado está más comprometido con sus padres que la
mujer casada. Una mujer casada no está obligada a obedecer a sus padres cuando
su marido diga algo contrario. En el momento de su boda, la mujer pasa de estar
bajo la autoridad de su padre a estar bajo la autoridad de su esposo, como está
escrito en 1 Corintios 11:3:
“Pero quiero que
sepáis que la cabeza de todo hombre es el Mesías, y la cabeza de la mujer (casada)
es el hombre (con el cual está casada), y la cabeza del Mesías es Eloah.”
19:4 “No os volváis a los ídolos, ni hagáis para vosotros
dioses de fundición; yo soy YHVH vuestro Eloah.” – La raíz de la palabra que ha sido traducida como
“volváis” es “paná”,[5] y significa “encarar”, “volverse a”, “mirar hacia”. Esto implica que
está prohibido mirar con curiosidad y asombro a los ídolos y a las estatuas.
Según Rambam,[6] en la práctica también implica que está prohibido leer cualquier
libro, escuchar conferencias o involucrarse en cultos, religiones o filosofías
que sean extraños a la Torá.
Cuando una persona admira o mira con asombro a los
edificios y las imágenes de los dioses paganos se hace culpable de quebrantar
este mandamiento.
“ni hagáis para
vosotros dioses de fundición” – Está
prohibido fabricar ídolos, incluso para los no judíos. Esto incluye la
prohibición de comerciar con estatuas idolátricas, santos católicos,
crucifijos, budas y demás objetos de culto pagano. También está prohibido a un
israelita sacar beneficio económico de la idolatría de los gentiles.
19:10
“Tampoco rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña;
lo dejarás para el pobre y para el forastero. Yo soy YHVH vuestro Eloah”
– La Torá enseña que hay que tratar a los pobres de manera favorable. El Eterno
tiene un corazón muy sensible a las necesidades de los débiles y nos ordena
ayudar de forma práctica y económica a los necesitados.
19:11
“No hurtaréis, ni engañaréis, ni os mentiréis unos a otros.”
– Este hurto tiene que ver con objetos materiales. Como hay más de un
mandamiento que prohíbe el hurto, se entiende que los dos están hablando de dos
cosas diferentes. El primer mandamiento contra el hurto se encuentra en las
diez palabras, como está escrito en Éxodo 20:15:
“No
hurtarás.”
Como
la infracción voluntaria de la mayoría de los mandamientos que están en las
diez palabras trae la pena de muerte, también se interpreta que el hurto del
cual se está hablando allí no es el hurto de las cosas, sino de las personas,
con otras palabras, del secuestro. El secuestro es un delito que merece la pena
capital, como está escrito en Éxodo 21:16:
“El que
secuestre a una persona, ya sea que la venda o sea hallada en su poder,
ciertamente morirá.”
Así
que, en Levítico 19 se habla del hurto de los objetos. Está prohibido
apropiarse de cualquier cosa que sea de otra persona. Yaakov vivía con su
suegro durante 20 años y cuando salió de allí podía testificar que no había
tomado absolutamente nada de lo que pertenecía a Laván, como está escrito en
Génesis 31:37:
“Aunque
has buscado en todos mis enseres, ¿qué has hallado de todos los enseres de tu
casa? Ponlo delante de mis parientes y de tus parientes para que ellos juzguen
entre nosotros dos.”
Esta
actitud muy cuidadosa que había en nuestro padre Yaakov de no llevar nada de la
casa de Laván, ni siquiera una cucharita o una aguja para coser, es un buen
ejemplo para todos nosotros.
Como
el Eterno está dando el tiempo a cada persona, el tiempo es algo que cada uno
tiene que administrar correctamente y no perder. Por lo tanto está prohibido
tomar el tiempo de una persona sin su permiso. Fulano se acerca a Mengano, que
es un hombre muy ocupado, y le pide cinco minutos para hablar. Mengano accede y
está dispuesto a darle cinco minutos de su precioso tiempo, pero Fulano no
respeta los cinco minutos sino que sigue hablando y hablando, sin ser
consciente de que no solamente está pervirtiendo su propia palabra, sino
realmente está hurtando el tiempo de Mengano.
Otra
forma de hurtar es llegar tarde a una cita. El que llega tarde está hurtando el
tiempo precioso de las personas que le están esperando. Si uno llega tarde y no
cumple con su compromiso para llegar a cierta hora, no solamente ha corrompido
su palabra, sino también ha hurtado el tiempo de los demás.
Otra
manera de hurtar es trabajar con negligencia. Si el patrón ha contratado a un
obrero para trabajar, ese obrero es digno de su salario si trabaja. Pero si es
negligente en su trabajo, o toma pausas sin permiso, está hurtando de su
patrón. ¿Cómo luego tiene conciencia para cobrar por un tiempo que no ha
trabajado, o por un trabajo que ha sido hecho de mala manera? Un hombre santo
trabaja igual cuando el jefe esté presente que cuando no está. Si alguien
necesita un jefe que le vigile para que trabaje bien y no tome pausas
innecesarias en su trabajo, es un ladrón. Un verdadero israelita es uno en
quien no hay engaño, como está escrito en Juan 1:47:
“Yeshúa
vio venir a Natanel y dice de él: He aquí un verdadero israelita en quien no
hay engaño.”
Otra
forma de hurto es cuando Fulano intenta convencer a Mengano, que es miembro de
otra congregación, para que deje su congregación para venir a formar parte de
la congregación de Fulano.
En
esta escritura el mandamiento de no hurtar está escrito de forma plural. Esto
nos enseña que cualquiera que sepa de un hurto y no diga nada, también es
culpable. El que no habla se convierte en un compañero del que pecó.
19:12
“Y no juraréis en falso por mi nombre, profanando así el nombre de
tu Eloah; yo soy YHVH.” – El contexto habla del dinero. Cuando
una persona hurta, tiende a esconder su delito engañando al prójimo, cf. v. 11.
Si no se arrepiente tiende a mentir. Puede tratarse de un depósito confiado o
algo prestado que la persona niega haber recibido. Es posible que también
llegue a jurar en falso por el nombre del Eterno delante de una corte de
justicia, Beit Din, diciendo que no se apropió de los bienes del otro. Es un
delito grave jurar algo por el nombre de Eloha que no es verdadero.
Rashí señala que cuando este texto dice: “no
juraréis en falso por mi nombre” se está refiriendo a cualquiera de los nombres
de Eloah, puesto que en Éxodo 20:7 sólo se refiere al Nombre sagrado, YHVH.
(Tetragramaton)
Esta escritura nos enseña que está permitido jurar
por el nombre del Eterno. La prohibición solamente es contra el hecho de jurar
en falso por su Nombre. ¿Cómo entonces podemos entender el texto de Mateo
5:33-37 donde el Mesías nos está enseñando acerca de no jurar, como está
escrito:
“También habéis oído que se dijo a los antepasados:
"NO JURARAS FALSAMENTE, SINO QUE CUMPLIRÁS TUS JURAMENTOS A YHVH."
Pero yo os digo: no juréis de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el
trono de Eloah; ni por la
tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Yerushalayim, porque es LA
CIUDAD DEL GRAN REY. Ni jurarás por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o
negro ni un solo cabello. Antes bien, sea vuestro hablar: "Sí, sí" o
"No, no"; y lo que es más de esto, procede del mal.”?
Al leer este texto nos da la impresión de que el
Mesías prohíbe jurar. En tal caso su enseñanza iría en contra de la Torá que
permite jurar, cf. Génesis 21:31; 24:9; Números 30:2. El manuscrito hebreo de
Mateo, llamado DuTillet, nos puede traer luz sobre esta cuestión. Allí está
escrito: “no juréis por ninguna cosa”, en hebreo “shum davar”. Así que
el Mesías no prohíbe el juramento en sí, sino un juramento que se hace por las
cosas. El contexto de Mateo 5 confirma esta interpretación, donde habla de que
no se puede jurar por el cielo, la tierra, Yerushalayim o la cabeza, que son
cosas. Pero sí está permitido hacer un juramento por el nombre del Eterno, con
tal que no se haga en vano, sin cumplirlo.
19:13
“No defraudarás a tu prójimo, ni le robarás. El salario de un
jornalero no ha de quedar contigo toda la noche hasta la mañana.”
– La Torá sigue hablando del dinero. Aquí hay tres prohibiciones acerca de
tomar o retener el dinero del otro. La primera implica no tomar ventaja de una
posición favorable para retener el dinero del otro. Por ejemplo, si alguien
debe dinero a otro, no podrá retenerlo haciendo excusas, o utilizando trucos
para seguir reteniéndolo.
La segunda prohibición implica no robar en público
con violencia, en contraste con el versículo 11 donde se está refiriendo al
hurto que se hace en secreto.
La
tercera prohibición implica no demorar el pago de un obrero, más tiempo de lo
acordado. Ese delito es considerado como si se tomara el alma del trabajador.
Al
ver tantas prohibiciones en contra del hurto entendemos la gravedad de este
pecado en los ojos de Elohim. El hurto produce maldición para el que lo
practica, como está escrito en Zacarías 5:1-4:
“Alcé
de nuevo mis ojos y miré, y he aquí un rollo que volaba. Y me dijo: ¿Qué ves? Y
respondí: Veo un rollo que vuela; su longitud es de veinte codos y su anchura
de diez codos. Entonces me dijo: Esta es la maldición que sale sobre la faz de
toda la tierra; ciertamente todo el que roba será destruido según lo escrito en
un lado, y todo el que jura será destruido según lo escrito en el otro lado. La
haré salir--declara YHVH de los ejércitos-- y entrará en casa del ladrón y en
casa del que jura por mi nombre en falso; y pasará la noche dentro de su casa y
la consumirá junto con sus maderas y sus piedras.”
19:14
“No maldecirás al sordo, ni pondrás tropiezo delante del ciego, sino
que tendrás temor de tu Eloah; yo soy YHVH.” – Hay una relación
entre no maltratar al minusválido, el sordo y el ciego, y el temor al Eterno.
Por un lado significa que al maltratar a los débiles se está maltratando al
Eterno que los ha creado. Por otro lado tiene que ver con una actitud de
desprecio en el corazón que sólo YHVH conoce. Está prohibido menospreciar al
débil en el corazón, aprovecharse de él, burlarse de él o fastidiarle. Por eso
dice “y temerás a tu Eloah”. Eloha ve la actitud secreta del corazón de cada
uno. Y si alguien teme a HaShem no va a pensar mal de los que sufren algún
desperfecto.
Si
interpretamos este texto en el nivel remez, alegórico, aprendemos que poner
tropiezo delante de un ciego también puede significar dar un consejo malo al
ignorante. El temor de Eloah es un antídoto contra este delito. El que sabe que
el Eterno conoce sus pensamientos no va a aprovecharse de un ignorante para su
propio beneficio o para producirle daño.
Segunda aliyá, 19:15-22
19:15
“No haréis injusticia en el juicio; no favorecerás al pobre ni
honrarás al grande, sino que con justicia juzgarás a tu prójimo.”
– Este texto no está hablando a cualquier ciudadano en Israel, sino a los
jueces. El ciudadano no tiene el derecho de juzgar a su prójimo, como está
escrito en Mateo 7:1-6:
“No
juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis,
seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá. ¿Y por qué miras
la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que
está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: "Déjame sacarte
la mota del ojo", cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero
la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de
tu hermano. No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de
los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose os despedacen.”
El
texto de Levítico 19:15 nos enseña que la Torá fue escrita, en primer lugar,
para los jueces de Israel. Un juez no puede favorecer a un pobre por compasión
si ha cometido un delito. El estado social no puede cambiar la justicia. De la
misma manera está prohibido para un juez honrar a un hombre que es grande, en
el sentido de rico. Si él cambia su conducta o su sentencia ante un rico por el
hecho de que tiene dinero o porque pudiera tener el poder para hacerle daño, es
un juez perverso. Esta actitud también está prohibida entre los ciudadanos. Si
honramos a una persona rica solamente por su estado económico, y no damos el
mismo honor al que es pobre, cometemos pecado y hacemos acepción de personas,
como está escrito en Jacobo (Stg.) 2:1-9:
“Hermanos
míos, no tengáis vuestra fe en nuestro glorioso Señor Yeshúa HaMashíaj con una
actitud de favoritismo. Porque si en vuestra sinagoga entra un hombre con
anillo de oro y vestido de ropa lujosa, y también entra un pobre con ropa
sucia, y dais atención especial al que lleva la ropa lujosa, y decís: Tú
siéntate aquí, en un buen lugar; y al pobre decís: Tú estate allí de pie, o
siéntate junto a mi estrado; ¿no habéis hecho distinciones entre vosotros
mismos, y habéis venido a ser jueces con malos pensamientos? Hermanos míos
amados, escuchad: ¿No escogió Eloah a los pobres de este mundo para ser ricos
en fe y herederos del reino que Él prometió a los que le aman? Pero vosotros
habéis menospreciado al pobre. ¿No son los ricos los que os oprimen y
personalmente os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre
por el cual habéis sido llamados? Si en verdad cumplís la Torá real conforme a
la Escritura: AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO, bien hacéis. Pero si
mostráis favoritismo, cometéis pecado y sois hallados culpables por la Torá
como transgresores.
“con
justicia juzgarás a tu prójimo” – Esto puede entenderse de varias
maneras. Primero en el nivel peshat, simple, como hemos mencionado antes, de manera
que un juez no puede tener en cuenta el estado económico del procesado a la
hora de dictar sentencia. Esta oración serviría para reafirmar lo antes dicho.
La
segunda manera de interpretación de este texto es que el procesado debe ser
considerado inocente hasta que se demuestre lo contrario con pruebas y
testigos.
Una
tercera manera de entender sería que, en el caso de duda de la conducta de una
persona, se debe de interpretar su conducta de la manera más benévola, por no
saber exactamente las razones y los motivos detrás de ese comportamiento dudoso
que se parece a una conducta pecaminosa. Nunca juzgues una persona sin haber
estado en su situación. El que es benévolo en su manera de tratar a su prójimo,
recibirá un juicio más misericordioso ante el tribunal del Mesías.
19:16
“No andarás de chismoso entre tu pueblo; no te quedarás quieto ante
la sangre de tu prójimo; yo soy YHVH.” – El chismoso es el que escucha un mal
informe de otro y lo pasa a un tercero y luego se dirige al que fue calumniado
y le revela lo que se dijo de él. Aunque sea cierto lo que se ha transmitido,
se considera como chisme, en hebreo “rejilut”, y está prohibido por la Torá.
La
raíz de la palabra hebrea que ha sido traducida como “quedarás quieto” es
“amad”,[7] y significa “estar de pie”, “estar
quieto”. Entonces el sentido de esta oración es que no se puede quedar quieto
ante el peligro de muerte de un ser humano, judío o no, si uno tiene la
posibilidad de salvarle. La vida humana es tan valiosa que está permitido
quebrantar casi todos los demás mandamientos para salvar una sola alma. Sin
embargo, en el caso de que su propia vida esté en peligro, no hay obligación
para ayudar al otro.
Esto
también implica que está prohibido quedarse callado si uno puede testificar a
favor de otro para salvarle de una condena ante el Beit Din.
19:17
“No odiarás a tu compatriota en tu corazón; ciertamente reprenderás
a tu prójimo, y no portarás pecado a causa de él.” – El odio en
secreto está prohibido. Hay personas que nos caen mal sin que haya una razón
lógica que explique por qué. Simplemente no nos gustan. En esos casos es
importante no dejar lugar a ese sentimiento engañoso del corazón, sino tomar
una decisión de amar al prójimo a pesar de que no nos cae bien. Con estas
personas el Eterno nos está poniendo a prueba para ver si estamos dispuestos a
amar sin tener sentimientos favorables hacia el prójimo. El amor no es
simplemente una emoción, es una decisión de ser benévolo con el prójimo,
incluso sin que me dé algo beneficioso a cambio.
El mandamiento de reprender al prójimo es uno de los
más difíciles. A nadie nos gusta reprender ni ser reprendido. La carne dentro
de nosotros es muy orgullosa y no acepta una corrección, especialmente si viene
de uno que es semejante o inferior a nosotros. Sin embargo, es importante tomar
en serio este mandamiento para vigilar sobre el bienestar de nuestros hermanos
en la fe. Una persona madura y espiritual aprecia una reprensión dada en su
justo momento porque sabe que puede equivocarse fácilmente aunque sea madura.
Por eso, aprecia la corrección para poder mejorar su conducta y evitar errores
que causen daño al nombre de Adonay a sí mismo y al prójimo.
Hay algunas indicaciones generales que nos ayudan a
cumplir este mandamiento correctamente:
1.
El que ve a otro israelita
quebrantar una norma directa de la Torá debe corregirlo, aún cuando sepa que el
otro no acepte la reprensión.
2.
Si el error cometido por el
otro no es una prohibición directa de la Torá y el que lo ve está seguro de que
no va a aceptar la reprensión, no debe corregirlo.
3.
Si la persona que ve al
otro cometer una falta no sabe si el otro le va a hacer caso o no, debe
reprenderlo incluso si comete una falta que no sea contra una ley directa de la
Torá.
4.
El mandamiento de reprender
a otro sólo se aplica cuando el otro es una persona que desea cumplir la Torá.
No se aplica sobre un malvado o sobre uno que desprecia abiertamente la Torá,
cf. Proverbios 9:8.
5.
Si el Beit Din está en
condiciones para castigar al que infrinja una prohibición, está obligado a
hacerlo.
6.
El que esté obligado a
corregir a otro debe hacerlo hasta que el trasgresor esté a punto de insultarlo
o golpearlo, cf. 1 Samuel 20:32-33.
“y no portarás pecado a causa de él” – Este texto nos
enseña varias cosas. Primero, si reprendes a tu prójimo, no pecas. Segundo, si
no reprendes a tu prójimo, llevarás pecado por causa de él, como está escrito
en Ezequiel 3:18-19:
“Cuando yo diga
al impío: "Ciertamente morirás", si no le adviertes, si no hablas
para advertir al impío de su mal camino a fin de que viva, ese impío morirá por
su iniquidad, pero yo demandaré su sangre de tu mano. Pero si tú has advertido
al impío, y éste no se aparta de su impiedad ni de su camino impío, morirá él
por su iniquidad, pero tú habrás librado tu vida.”
En Mateo 18:15-17 está escrito:
“Y si tu hermano
peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si
no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más, para que TODA PALABRA SEA
CONFIRMADA POR BOCA DE DOS O TRES TESTIGOS. Y si rehúsa escucharlos, dilo a la
congregación; y si también rehúsa escuchar a la congregación, sea para ti como
el gentil y el recaudador de impuestos.”
Estos textos nos muestran que tenemos una
responsabilidad para corregirnos mutuamente para no llevar pecado por causa del
otro, como también está escrito en Hebreos 3:12-13:
“Tened cuidado,
hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón malo de
incredulidad, para apartarse del Eloah vivo. Antes exhortaos los unos a los otros cada día,
mientras todavía se dice: Hoy; no sea que alguno de vosotros sea endurecido por
el engaño del pecado.”
Sin embargo, para no llevar pecado por causa de la
reprensión hacia el otro es importante considerar varias cosas. Primero, la
reprensión no debe ser hecha en público, para no avergonzar al que peca, como
nos enseña el Rebe Yeshúa, “ve y repréndelo a solas”. Sin embargo, hay casos
cuando los líderes tienen que ser corregidos en público para que su pecado no
sea un mal ejemplo para el pueblo, cf. 1 Timoteo 5:19-20.
En segundo lugar, debemos cuidar nuestra voz y las
palabras para que la reprensión no dañe al trasgresor, cf. 2 Timoteo 2:24-26.
Si una persona no hace caso a la primera
advertencia, uno debe buscar dos o tres testigos para corregirlo con más peso.
Si aún así no quiere arrepentirse el caso debe ser llevado a la corte de
justicia, el Beit Din, aquí traducido como “congregación” en el texto de Mateo
18:17. Si el trasgresor rehúsa hacer caso a la sentencia del Beit Din, será considerado
como un gentil y un colaborador con un pueblo invasor, con otras palabras, ya
no es un miembro de la congregación de los hijos de Israel.
En Mateo 7:3-6 está escrito:
“¿Y por qué miras
la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que
está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: "Déjame sacarte
la mota del ojo", cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero
la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de
tu hermano. No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de
los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose os despedacen.”
Para poder corregir a otra persona correctamente,
uno debe ser cuidadoso de no ser culpable del mismo delito. Si alguien está
infringiendo un mandamiento sin haber hecho teshuvá, arrepentimiento, tiene una
mala conciencia que le da un sentimiento de culpa. El sentimiento de culpa
puede estar basado en una realidad, que uno viva en pecado, o en una mentira,
sin que uno viva en pecado. En ambos casos la culpabilidad tiende a buscar
errores y pecados en los demás. Como uno se siente acusado por su propia
conciencia, por sí mismo o por otros, es fácil proyectar ese sentimiento sobre
otras personas y señalar y acusar los errores de los demás. El que se siente
acusado acusa a los demás. También hay una tendencia de buscar auto
justificación en los pecados de otros que viven una vida peor que uno mismo.
Estas dos reacciones, la acusación y la auto justificación son síntomas de un
alma enferma que no ha experimentado el perdón de sus pecados.
Sin embargo, el que primero ha tratado con su propia
viga, no solamente está en condiciones para corregir al prójimo, sino está
obligado a hacerlo, cuando las condiciones sean favorables. Yeshúa nos enseña,
que después de sacar la viga del ojo de uno mismo, debemos ayudar al hermano a
ser liberado de su paja. Pero si el otro no es un hermano, sino un perro o un
cerdo, no vale la pena echarle estas perlas santas, porque las pisotearía y nos
haría daño.
Cuando compartamos la palabra del Eterno cuidémonos
de que sea con gente sensata y no con tercos e irresponsables que solo quieren
imponer su propia opinión, esto sería como tirar las perlas a los cerdos. Pues
el valor de la verdad es mas grande que el de cualquier piedra preciosa, pero
solo el que sabe de ellas puede dimensionar su pureza.
Solo debemos buscar espíritus que buscan del Eterno
dispuestos a desprender lo mal aprendido para aprender de la verdad y esto se
consigue con personas de espíritu noble que deseen conocer del dador de la
vida.
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Shabat Shalom!!
Preparado por: HOSHEA BEN YISRAEL