Parashá 47 Reé
Parashá 47 Reé
Deuteronomio 11:26 – 16:17
Para ser
compartida en el Shabat del 27 de AV de 5.777
Agosto 19 del
2017
Primera alía
(11:26-12:10)
Segunda alía (12:11-12:28)
Tercera alía (12:29-14:9)
Cuarta alía (14:10-14:21)
Segunda alía (12:11-12:28)
Tercera alía (12:29-14:9)
Cuarta alía (14:10-14:21)
Quinta alía
(14:22-14:29)
Sexta alía (15:1-15:18)
Séptima alía (15:19-16:17)
Séptima alía (15:19-16:17)
Haftará: Isaías 54:11 – 55:5
Brit
Hadasha Revelación 7:9
– 9:21
Reé Contempla
o mira. Significa ¡observa! Es más fuerte que Shemá que habla de Escuchar
y obedecer. Tiene que ver con una percepción más profunda, una visión interior,
con los ojos del corazón. Pues el observar nos involucra el llevarlo a la
práctica; el vivir la torah.
Resumen Parashá Reé –
“La bendición si cumplierais...” (Devarim 11:27)
"Fíjate, que hoy pongo delante de ti la bendición y la maldición.
La bendición si cumplieras los mandamientos que te encomiendo... y la maldición
si no cumplieras los mandamientos...".
Entre la bendición y la maldición es decir entre bien o mal. Aquí la
parasha, Nos quiere enseñar que la bendición en sí se encuentra en el
cumplimiento de los preceptos y no como resultado de los hechos, mientras que
la maldición es el efecto de no escuchar y cumplir con los preceptos que el
Todopoderoso nos encomienda. Amen.
La sensación de todo Israelita se ve reflejada por la expresión
"OL", yugo, y así escuchamos en diferentes ocasiones "el yugo de
los preceptos", "el yugo de la Toráh" o expresiones como
servidumbre etc. Esta parashá nos enseña cómo debe ser nuestro comportamiento y
relaciones.
El Todopoderoso NO necesita de nuestros hechos, como tampoco disfruta
de nuestro servicio; así como un padre desea el buen comportamiento de su hijo
por su bien, así El Eterno "espera" nuestro desenvolvimiento dentro
de los parámetros de la Toráh para nuestro bien, al igual que el ingeniero que
programa una máquina, "sabe" sobre la necesidad de cada pieza y el
buen funcionamiento de la misma, pues también Elohim, como razón de todo lo
Creado, nos dio la vida en este mundo con ese manual de uso llamado la Torá.
Así como no es
Lógico manejar un automóvil sin conocer las normas de conducción,
tampoco es posible pensar que algo tan complejo como lo es nuestra vida, podamos
desenvolverla solamente con la intuición o la lógica. O en algunos casos con
filosofías baratas; o teologías egocéntricas humanas.
La Parashá Tras
enumerarnos una larga lista de obligaciones y prohibiciones como la sangre, los
animales impuros, la idolatría, las costumbres paganas etc., nos advierte la
Torá sobre los sesudos profetas, hacedores de milagros y de maravillas,
lectores del futuro, intérpretes de sueños, que en el momento que contradigan
cualquiera de las obligaciones de la Torá, tendremos que desecharlos ya que la
verdad de la Torá no depende de situaciones ni de tiempos, pues la naturaleza
fue creada sobre la base de la propia Torá es decir basada el verbo
divino de Elohim y no que la Torá sea un libro de normas para corregir lo
creado.
"Se fijó el Eterno en la Torá e hizo al hombre". "Hijos
sois para el Todopoderoso". "Lo Titgodedu" es una expresión que
nuestros Sabios tradujeron fuera de su normal explicación como prohibición de
arañarse la cara por señal de luto, sino como: No hagan grupos (Gedud). La
división en grupos va en contra del deseo Divino; doce tribus formaron el
pueblo de Israel pero todos unidos bajo la misma dirección, no estaba en la
diferencia el pecado sino la separación. Dos mil años de diáspora entre los
pueblos hicieron aparecer una nueva generación de esas doce tribus, cada una
con sus costumbres, con sus tradiciones, hasta con sus leyes, y todo eso no los
separaba, sino estaban unidos pero con ciertas diferencias.
El Pueblo de Israel se destacó en todas sus épocas por esa unión que
los ataba con sus hermanos del otro lado del mar o del continente, mismo cuando
la relación familiar que podían tener se alejaba mucho más allá que la del país
donde vivía. "Banim
Atem La Adonay - Hijos sois para Adonay". Amen.
La lectura de
esta semana, Reé , comienza con el
versículo “Mira “bendiciones” y las “maldiciones” de la vida son resultado de
cómo miramos las cosas.
Quiero compartir
dos ejemplos de este concepto.
El ciervo y el
águila
La semana pasada
tuve, gracias a D-os, una buena dosis de Najes. Estuve en Buenos Aires para
celebrar el Brit Milá de nuestro nieto porteño, Tzvi Hirsch Shemtov quien lleva
el nombre de su bisabuelo, Rabino Tzvi Hirsch Chitrik, A”H. Tzvi Hirsch quiere
decir “ciervo” en hebreo e Idish, respectivamente.
En el brindis se
habló sobre el significado del nombre mencionando la apertura del Shuljan Aruj
(Código de Leyes Judías) que cita el dicho talmúdico que dice que “uno debe ser
audaz como el leopardo, ligero como el águila, veloz como el ciervo y fuerte
como el león para cumplir con la voluntad de nuestro Padre Celestial”.
El Shuljan Aruj
explica qué quiere decir cada una de dichas características aplicadas en la
práctica:
“Audaz como el
leopardo” se refiere a no dejarse impresionar por los que se burlan de uno por
su conducta religiosa.
“Ligero como el
águila” se refiere a la rapidez para desviar la vista de lo que no debe mirar.
“Veloz como
el ciervo” se refiere a la velocidad para correr a hacer buenas acciones.
“Fuerte como el
león” se refiere a la fuerza para controlar y dominar el instinto de uno.
Planteé una
pregunta que hace mucho me llamaba la atención: la velocidad del ciervo se
expresa cuando se escapa de su depredador y la velocidad del águila se ve
cuando persigue su presa. ¿Por qué, entonces, cuando la Mishná aplica las
cualidades de estos dos en la práctica de la conducta humana, se lo hace al
revés, aplicando la velocidad del águila al escape (del mal) y la rapidez del
ciervo a la persecución (del bien)?
Mi hijo Mendy
planteó la siguiente solución.
La rapidez del
ciervo es el resultado del miedo. Corre cuando está huyendo del peligro. La
rapidez del águila es el resultado de su ambición. Se manifiesta cuando
persigue la presa que le servirá de alimentación para él y sus pichones. Ambos
corren como resultado de sus respectivos instintos. El hombre, en cambio,
aplica dichas cualidades con criterio. Es la huida del mal lo que lo impulsa a
hacer el bien y es el afán por hacer el bien lo que lo ayuda a escaparse del
mal.
Funciona así: si
uno es motivado por hacer el bien únicamente por el beneficio que le puede
producir, es capaz de decidir que tiene suficientes logros y no necesita ser
tan ambicioso. Lo lleva a aflojarse en el desempeño de su misión de vida. Ahí
es cuando la característica del ciervo, la huida del peligro, lo puede ayudar.
El miedo a caer en manos del mal lo empuja para que se dedique a hacer el bien.
Aunque se conformaría con menos logros, el miedo de caer en manos de los males
que vienen como consecuencia del ocio lo motivan a seguir adelante. Cuando uno
escala una montaña si no sube, cae.
Conversamente,
cuando se trata de apartarse del mal, uno puede estar motivado por el temor a
las consecuencias o puede evitar el mal por estar demasiado ocupado con hacer
el bien.
El águila no
tiene tiempo para mirar donde no debe porque está concentrado con atrapar su
presa.
Kiruv: El bien más grande que existe
La
parashá de esta semana señala al mesit,
alguien que incita a los judíos a adorar ídolos, otorgándole el trato más duro
para cualquier transgresor en la Torá. El pasuk dice:
“No asentirás a él [el misionero] y no lo escucharás, tus ojos no tendrán
compasión de él y no te apiadarás. Sino que ciertamente lo matarás” (Devarim 13:9,
10).
Estas
tan inusuales instrucciones comprenden cinco mandamientos negativos diferentes,
que el Rambam (Hiljot Sanhedrín 11:5) resume como
sigue:
Las
leyes pertinentes a un mesit,
quien incita a otros a servir a dioses falsos, difieren de las que aplican a
otros que tienen pena de muerte.
1)
Le ocultamos los testigos.
2)
No necesita advertencia, como necesita el resto de los ejecutados.
3)
Si salió de la corte como inocente, y alguien dijo: “Tengo un argumento que
llevará a su condena”, se lo devuelve [y se lo vuelve a juzgar].
4)
Si fue sentenciado a muerte y alguien dijo: “Tengo un argumento que llevará a
su liberación”, no es llevado de nuevo a juicio.
5)
La corte no presenta argumentos en favor de un mesit.
Y se coloca en la corte que lo juzga a un anciano, a un eunuco y a una persona
que no tiene hijos, para que no le tengan misericordia. Porque la crueldad
hacia quienes descarrían al pueblo hacia el vacío trae misericordia al mundo,
como dice la Torá: “Para que vuelva El Eterno de su ira y te dará misericordia”
(Devarim 13:18).
La
misma Torá, cuyo principio fundamental es ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’,
nos obliga a no tener piedad hacia el mesit,
y a buscar agresivamente su condena y ejecución.
Rav
Aharón Kotler, en Mishnat
Rav Aharón (vol.
1, p. 254), deriva la siguiente idea de las leyes particulares del mesit.
Nuestros
sabios nos enseñan que el deseo de El Eterno de recompensar es 500 veces mayor
a su deseo de castigar. Esto se deriva del pasuk en Shemot (34:7,
ver Rashi allí) que dice que el castigo sólo puede extenderse hasta la cuarta
generación, mientras que la recompensa puede extenderse por 2.000 generaciones.
En
consecuencia, explica Rav Aharón, si un mesit se
considera el peor transgresor que puede haber y, como resultado, es tratado con
mayor severidad que incluso un asesino o un idólatra, el opuesto al mesit,
es decir, un mekarev,
quien hace retornar judíos a la Torá, debe ser la persona más recta de todas, y
será recompensada 500 veces más que lo que el mesit es
castigado.
Es
importante notar lo rigurosas que son las condiciones de la Torá para el mesit.
Si alguien le dijera al gadol
hador: “Reverénciate ante un teléfono porque
responderá tus plegarias”, y el gadol lo
echara de inmediato, diciendo: “Eres un lunático, vete de aquí”, la persona se
considera mesit a
pesar de que sus palabras no tuvieron impacto. El mero intento de alejar a una
persona de la Torá categoriza a alguien como mesit.
Muchas
personas que dedican sus vidas al kiruv creen erróneamente
que sus esfuerzos por otros judíos son importantes sólo si la persona con la
que trabajan se vuelve shomer
shabat. Con certeza, esto es un gran logro, pero no es
lo que le confiere a la persona el elevado y codiciado estatus de mekarev.
Si una persona es considerada mesitsólo
en virtud de su intento de alejar a alguien del judaísmo, entonces quien
intenta acercar a alguien al judaísmo debe ser considerado unmekarev sólo en base a su
intención.
Tomar
la iniciativa e intentar reconectar a un judío al judaísmo es considerado por El
Eterno como el bien más grande que hay, y es merecedor de la más grande
recompensa. El impacto real que tengamos en el otro judío es secundario.
Quien
intenta alejar a un judío busca alejar al mundo de El Eterno, creando así un jilul
El Eterno. Esto se contrapone a quien
trata de acercar a un judío a su Padre celestial. El segundo busca aumentar la
conciencia de Dios en el mundo, y con sólo hacer un esfuerzo creakidush El
Eterno. Si lo consigue, entonces el logro es mucho mayor. Y si esto es
cierto para quien llega a un solo judío; ¡cuanto más aplica a quien se esfuerza
genuinamente para impactar a todo klal
Israel, para llegar a todo el pueblo judío!
Mérito
incomparable
El Jovot
Halevavot escribe
algo increíble:
Las
buenas acciones de una persona no la convierten, por sí solas, en merecedora de
la recompensa en el mundo venidero. Dios la considera merecedora sólo por dos
factores más en adición a sus buenas acciones. El primero es que le enseña a
los demás sobre el servicio a Dios y los guía para hacer el bien… El segundo es
la bondad y la beneficencia de Dios.
(Sháar HaBitajón, cap. 4)
Una
persona puede servir a Dios con todo su corazón y elevarse al nivel de los
ángeles, puede ser un ángel en su entendimiento espiritual, en sus tratos
comerciales, en sus relaciones con los demás e, igualmente, el Jovot Halevavot declara que no puede entrar al Olam Habá a menos que les enseñe a otras
personas sobre Dios.
¿Por
qué es así? Porque si no tratas activamente de hacer retornar a los judíos a
Dios y a su Torá, no amas realmente ni a Dios ni a sus hijos. Como escribe el
Rambam en Séfer HaMitzvot (mandamiento positivo 3), sobre la
mitzvá de amar a El Eterno:
Nuestros
sabios dijeron que esta mitzvá incluye acercar a toda la humanidad al servicio
de Dios, exaltado sea, y a creer en Él. Esto es porque, cuando amas a alguien,
le prestas tu atención, lo alabas y llamas a los demás a amarlo. De la misma
forma, si realmente amas a Dios, mediante tu entendimiento y conciencia de su
existencia verdadera, seguramente esparcirás este conocimiento verdadero, que
tú sabes, a los negadores y a los tontos.
De
manera similar, dice el Sifrí:
“Amarás a El Eterno”, es decir, harás que sea amado entre las personas, como lo
hizo tu padre Abraham, como está escrito: “Las almas que hizo en Jarán” (Bereshit 12:5).
El
Sifrí nos quiere decir que Abraham, como resultado de su profundo entendimiento
de Dios, desarrolló amor por Dios, como atestigua el versículo: “Abraham, quien
me amó” (Yeshayahu41:8). Este poderoso amor lo incentivó a acercar a
toda la humanidad a creer en Dios. De la misma forma, tú debes amar a Dios al
punto en que acerques a otras personas a Él.
Las
personas comparten naturalmente las cosas que aman. Lo que nos llevará hasta
nuestros prójimos judíos es nuestro amor, entusiasmo y aprecio verdaderos por
Dios y la sabiduría de su Torá. En la misma medida en que amemos a El Eterno y
su Torá, estaremos motivados a compartir este amor.
Más
aún, el kiruv y el estudio de Torá están íntimamente
relacionados. El Talmud (Avodá Zará 9a)
enseña que el mundo está destinado a existir durante 6.000 años, que están
divididos en tres etapas; 2.000 años de desolación, 2.000 años de Torá y 2.000
años de los días del Mesías. ¿Cuándo comenzó la era de 2.000 años de la Torá?
El Talmud calcula que fue cuando Abraham tenía 52 años, cuando junto a su
esposa Sará iniciaron el primer movimiento de kiruv y comenzaron a acercarse a las masas
para enseñar los valores de la Torá al mundo.
La
era de Torá no comenzó con Adam Ha-Rishón, tampoco con Shem y Éver, quienes
tenían su propia Ieshivá. Comenzó en el momento en que Abraham se dio cuenta de
que la realidad de Dios debía ser compartida con el mundo. Esto es porque el
objetivo de la Torá no sólo es el perfeccionamiento personal, sino el
perfeccionamiento de todo el mundo. El mesit,
al tratar de alejar a los judíos de El Eterno, está destruyendo el mundo. Quien
trata de traer al pueblo judío de regreso a El Eterno, lo está construyendo.
Esta parasha en Mashiaj por Yirmiyahu ben Yisrael: Cuando revisamos, miramos y observamos EL Mesías también nos advierte de las bendiciones y las maldiciones, leer: marcos 11:11-23, lucas 13:22-30. El también nos reafirma que escojamos el camino del bien no solo por nosotros también por las generaciones venideras y por los galardones que se recibirán o no en el tiempo por venir así que hermanos mira bien, observa bien y escoge lo bueno por ti y por los tuyos.
Shabat shalom
Recopilado por
yirmiyahu ben yisrael.
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