viernes, 4 de enero de 2013

Parashá 13 Shemot


Parashá 13 Shemot

Éxodo 1:1 – 6:1




Aliyás de la Torá:
  1. 1:1-17
  2. 1:18 – 2:10
  3. 2:11-25
  4. 3:1-17
  5. 3:18 – 4:17
  6. 4:18-31
  7. 5:1 – 6:1
  8. Maftir: 5:22 – 6:1
Haftará: Isaías 27:6 – 28:13; 29:22-23 (Ashkenazíes); Jeremías 1:1 – 2:3 (Sefardíes)
Los Escritos Apostólicos: Lucas 1:1-2:20

Shemot
Significa “nombres”.

Primera aliyá, 1:1-17
Los hijos de Israel que fueron a Egipto son doce, cada uno fue con su familia. En total salieron 70 almas de los lomos de Yaakov. Muere Yosef y toda su generación. Los hijos de Israel aumentan mucho y la tierra se llena de ellos. Se levanta un nuevo rey en Egipto que no conoce a Yosef. El pueblo de Israel es más numeroso y más fuerte que el pueblo egipcio y por eso Faraón dice que tienen que proceder astutamente con ellos para que no se multipliquen y sean una amenaza en la guerra y se vayan. Pone capataces que los oprimen con duros trabajos. Edifican las ciudades Pitom y Ramsés. Pero cuanto más los oprimen, más se multiplican. Los egipcios empiezan a temer a los hijos de Israel y amargan su vida obligándolos a trabajar duramente. El rey de Egipto dice a las parteras hebreas que maten a los hijos recién nacidos y dejen vivir a las hijas. Pero las parteras temen a Elohim y no hacen caso al rey de Egipto.
Segunda aliyá, 1:18 – 2:10
El rey de Egipto pregunta a las parteras por qué han dejado con vida a los niños. Las parteras contestan que es porque las mujeres hebreas son más robustas que las egipcias y dan a luz antes de la venida de las parteras. Elohim ayuda a las parteras y el pueblo sigue multiplicándose. Elohim prospera las familias de las parteras porque le temieron. Entonces Faraón manda a todo su pueblo que echen a todo niño recién nacido al río y dejen vivir toda niña.
Un hombre de la tribu de Leví toma a una mujer levita. Ella concibe y da a luz un hijo bueno. Después lo esconde por tres meses. Al no poder ocultarlo más, toma una cesta de juncos y la prepara para poner allí al niño y colocarlo entre los juncos del río. La hermana del niño se pone a lo lejos para ver qué sucede. Viene la hija de Faraón para bañarse y sus doncellas ven la cestilla. La hija de Faraón la abre y al ver al niño llorando tiene compasión de él. La hermana pregunta a la hija de Faraón si quiere que llame a una nodriza hebrea para criar al niño para ella. Ella dice sí, y la muchacha va a buscar a su madre. La hija de Faraón le pide que lleve el niño para criarlo para ella y así tendrá su salario. Cuando el niño ha crecido es llevado a la hija de Faraón quien lo adopta como su hijo, llamándole Moshé, porque fue sacado de las aguas.
Tercera aliyá, 2:11-25
Moshé, ya crecido, sale a donde sus hermanos y ve su duro trabajo. Un egipcio está golpeando a un hebreo. Entonces Moshé mata al egipcio y lo esconde en la arena. El día siguiente ve a dos hebreos riñendo. Pregunta al ofensor por qué está golpeando a su compañero. Él responde: ¿Quién te ha puesto de príncipe o de juez sobre nosotros? ¿Estás hablando de matarme como mataste al egipcio? Moshé tiene miedo. Faraón oye del asunto y procura matar a Moshé, pero él huye de su presencia a Midyán y se sienta junto a un pozo. Siete hijas del sacerdote de Midyán vienen a sacar agua y dar de beber al rebaño de su padre. Unos pastores vienen para echarlas de allí, pero Moshé las defiende y da de beber al rebaño. Cuando vuelven a Reuel él las pregunta por qué han venido tan pronto hoy. Responden que un egipcio los ha ayudado. Él les dice que le inviten a comer algo. Moshé accede a morar con él. Él le da su hija Tsiporá, y ella da a luz un hijo. Moshé le pone el nombre Guershom, extrangero allá, porque era peregrino en tierra extranjera.
Cuarta aliyá, 3:1-17
Moshé apacienta el rebaño de su suegro Yitró y lo conduce más allá de la estepa, hasta el monte de Elohim, Jorev. El ángel del Eterno se aparece en una llama de fuego en una zarza que no se consume. Cuando Moshé se acerca para mirar Elohim lo llama por su nombre de en medio de la zarza. No puede acercarse sin quitarse los zapatos porque el lugar es tierra consagrada. “Yo soy el Elohim de tu padre, Elohim de Avraham, el Elohim de Yitsjak y el Elohim de Yaakov”. Moshé cubre su rostro por temor. Elohim dice que ha visto la aflicción de su pueblo en Egipto y escuchado su clamor. Por eso ha descendido para liberarlos de los egipcios para llevarlos a una tierra espaciosa donde viven seis pueblos. El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta él y él ha visto la opresión de los egipcios. Moshé es enviado a Faraón para sacar a su pueblo de Egipto. Moshé contesta: “¿Quién soy yo para ir a Faraón y sacar a los hijos de Israel de Egipto?” Elohim promete estar con él. La señal es que después de la salida le servirán en este monte.
Moshé pregunta por el Nombre del Elohim de los padres de Israel. “Yo seré el que seré”, contesta. A los hijos de Israel debe decir: “SERÉ me ha enviado a vosotros”, “YHWH, el Elohim de vuestros padres, el Elohim de Avraham, el Elohim de Yitsjak y el Elohim de Yaakov, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, y con él se hará memoria de mí de generación en generación.”
Quinta aliyá, 3:18 – 4:17
Moshé recibe la orden de ir a reunir a los ancianos de Israel y decirles que el Eterno los ha visitado. Él sabe cómo los tratan en Egipto, y por eso los sacará de allí y los llevará a una tierra que mana leche y miel. Los ancianos le escucharán y juntos irán al rey de Egipto para decirle que el Elohim de los hebreos los ha salido al encuentro. Por eso pedirán permiso para salir tres días de camino a la estepa para ofrecer sacrificios al Eterno su Elohim. Sin embargo el rey de Egipto no los soltará. Entonces el Eterno extenderá su mano para herir a Egipto y después los soltará. Los egipcios darán al pueblo objetos de plata, oro y vestidos para sus hijos e hijas.
Moshé piensa que no le van a creer. Entonces el Eterno le da poderes para transformar su vara en una serpiente. Por eso creerán. Además podrá poner su mano en el seno para que se llene de lepra como la nieve y luego ponerla otra vez en el seno para que se sane. Si no creen la primera señal creerán la segunda. Pero si todavía no creen por las dos señales podrá derramar agua del río en la tierra para convertirla en sangre.
Moshé dice que nunca ha podido hablar bien. El Eterno le pregunta quién ha hecho la boca. Él estará con su boca. Moshé le pide que envíe su mensaje con otro. Entonces el Eterno se aira con él y le dice que su hermano Aharón podrá hablar en su lugar. Moshé tendrá que poner las palabras en la boca de su hermano. El Eterno les enseñará lo que tendrán que hacer. Aharón servirá de boca y Moshé servirá de elohim. Moshé tendrá que llevarse la vara para hacer las señales.
Sexta aliyá, 4:18-31
Moshé vuelve a la casa de su suegro y le pide permiso para volver a sus hermanos en Egipto. Yitró le dice: “Ve en paz”. El Eterno dice a Moshé que vuelva a Egipto porque han muerto todos los que buscaban su vida. Entonces toma su mujer y sus dos hijos y vuelve a Egipto con la vara de Elohim en su mano. El Eterno le vuelve a decir que haga los milagros delante de Faraón, pero él endurecerá su corazón y no dejará ir al pueblo. Tendrá que decir a Faraón que Israel es su primogénito y si no lo deja ir, el Eterno matará su primogénito.
En una posada en el camino el Etrerno le sale al encuentro para matarlo. Entonces Tsiporá toma un pedernal y corta el prepucio de su hijo y lo pone a los pies de Moshé. Entonces el Eterno lo suelta.
El Eterno dice a Aharón que se vaya a la estepa para encontrarse con Moshé. Se encuentran en el monte de Elohim. Moshé cuenta todo lo que el Eterno le ha mandado hacer. Entonces los dos se van y reúnen a los ancianos de Israel. Aharón les dice todo lo que Elohim ha hablado a Moshé y él hace las señales ante el pueblo. El pueblo cree, y cuando oye que el Eterno los ha visitado y visto su aflicción, inclinan sus cabezas en reverencia.
Séptima aliyá, 5:1 – 6:1
Moshé y Aharón van a Faraón y le dicen: “Así dice el Eterno, Elohim de Israel: “Deja ir a mi pueblo para que me celebre fiesta en la estepa.”” Pero Faraón no sabe quién es el Eterno para que escuche su voz y deje ir a Israel. Ellos le dicen que el Elohim de los hebreos los ha encontrado. Piden tres días de camino para sacrificar al Eterno su Elohim para que no venga sobre ellos con peste o espada. Faraón no los escucha y ordena que vuelvan a sus labores. Manda a sus capataces que ya no entreguen paja al pueblo para hacer ladrillos, como antes, la tendrán que buscar ellos. Pero tendrán que exigir la misma cantidad de ladrillos diarios porque son perezosos al querer sacrificar a su Elohim. Así no escucharán palabras mentirosas.
El pueblo sale por toda la tierra para recoger rastrojos en lugar de paja. Los capataces los maltratan por no entregar la misma cantidad de ladrillos como cuando tenían paja. Los jefes israelitas son azotados porque no se cumplió la tarea diaria.
Los jefes van a Faraón y se quejan. Faraón dice que son perezosos por querer sacrificar a el Eterno. Tendrán que entregar la misma cantidad de ladrillos sin recibir paja. Los jefes ven que están en problemas. Cuando salen de Faraón se encuentran con Moshé y Aharón que los están esperando. Los jefes se enfrentan con ellos pidiendo que el Eterno los juzgue por haberlos hecho odiosos ante Faraón y sus siervos para que los maten. Entonces Moshé se queja contra el Eterno y pregunta por qué le ha enviado. Desde que vino a hablar con Faraón, en el Nombre de Elohim, Faraón ha hecho mal al pueblo. Tampoco el Eterno a hecho nada para liberarlo. El Eterno responde y dice: “Ahora verás lo que haré a Faraón; porque por la fuerza los dejará ir; y por la fuerza los echará de su tierra.”

Enseñanza primera aliya Respuestas al sufrimiento
En la parashá de esta semana, nos encontramos con el siguiente tenebroso testimonio:
"Entonces los egipcios los hicieron trabajar con dureza, y amargaron sus vidas con el pesado trabajo de hacer barro y adobes, aparte de todo trabajo en el campo; y en todos los tipos de trabajo les trataban con dureza."
(Shemot / Éxodo 1:13-14)
Cuando nos encontramos con el sufrimiento, el verdadero y auténtico sufrimiento, ese que atraviesa al ser desde las entrañas hasta la punta de la coronilla, como al estar ante un deudo que tiene a un difunto reciente, como ante el maltratado esclavo (adicto) irredento que acaba de recibir una dosis de golpiza1,
como ante la víctima inocente del atropello o la atroz injusticia, debemos congelar nuestro natural ánimo riguroso, abstenernos de sentenciar juicios severos para permitir que solamente la misericordia  aflore y sirva como silencioso bálsamo.
Es bastante frecuente que las personas poco cultivadas espiritualmente actúen al contrario.
Metafóricamente, meten el dedo en la llaga y causan mayor pena que si se mantuvieran en silencio.
Pero incluso gente más atenta, si emiten algún juicio, incluso el que es acertado y apegado a las normas que tienden a descubrir la verdad, en una situación de extremo dolor, lo único que hacen es incrementar el martirio del que padece.
Por tanto, debemos recordar que es nuestro deber actuar con misericordia, especialmente entonces, en momentos en que la herida está abierta.
Aunque, seamos más precisos: la persona debiera actuar en todo momento con un equilibrio armónico de juicio y misericordia, de modo tal que se establezca justicia y orden que viene de la mano con la ternura y la bondad hacia el prójimo (y hacia uno mismo).
En palabras del inspirado proverbista:
"El que sigue la justicia y la bondad hallará vida, justicia y honra."
(Mishlei / Proverbios 21:21)
En nuestra parashá, como hemos trascrito más arriba, son los israelitas los que están sufriendo. No solamente de un instante de dolor, de una temporada de mala fortuna o de una calamidad importante pero transitoria o personal.
Era en verdad una esclavitud de lo más atroz, que duró decenas de años, siglos, y que carcomía las carnes, las emociones, los lazos sociales y los pensamientos y además encubría con sombrías miserias la perenne luz de sus espíritus.
Más de doscientos años de humillación, desprecio a la vida, pérdida de identidad, falta de sentido vital, muerte, golpes, trabajos forzados, ataques de todo tipo marcaban intensamente las vidas de todas estas personas.
Algunos, como siempre, trataron de explicar este sufrimiento.
Presentaremos ahora alguna de las versiones y quizás encontremos alguna luz para las desgracias personales.
Primera.
Desde el punto de vista del MeamLoez, Egipto era el "horno de fundición", que con sus ardientes sufrimientos purificó y refinó a los israelitas, quitándoles sus impurezas para dejarlos modelados y cristalizados como un pueblo listo para recibir la Torá.

Pero nosotros sabemos que los israelitas que fueron liberados de Egipto aceptaron prontamente la Torá y prontamente la dejaron de lado, para que la estudiaran los rabinos y la cumplieran "los ortodoxos". Ellos estarían al margen, serían ovejitas detrás de un pastor, pero que no les pidieran mucho esfuerzo para rectificarse. Tal como lo recuerda Moshé en la perfecta Torá, que los israelitas le pidieron:
"Acércate tú, y escucha todo lo que dice el Eterno nuestro Elokim. Luego tú nos dirás todo lo que el Eterno nuestro Elokim te haya dicho, y nosotros lo escucharemos y lo pondremos por obra.'"
(Devarim / Deuteronomio 5:24)
De esta manera, ellos preferían continuar aprisionados por la cultura egipcia, que había tomado posesión de sus corazones y mentes y no los dejaba crecer espiritualmente.
Para romper los lazos de la esclavitud, de cualquier esclavitud, no alcanza con ser tibia, tímido y sumiso, sino que se debe ser fiero, activo, pleno de celo por alcanzar la libertad.
Ese fuego interno lo tenían enfriado muchos de aquellos israelitas, precisamente a causa de las penurias sufridas durante la estadía tortuosa en Egipto.
Por esto el salmista inspirado expreso que:
"Cuarenta años estuve disgustado con aquella generación y dije: 'Este pueblo se desvía en su corazón y no ha conocido Mis caminos.'
Por eso juré en mi ira: '¡Jamás entrarán en Mi reposo!''
"
(Tehilim / Salmos 95:10-11)
Así pues, esta perspectiva de considerar la experiencia de la dura esclavitud en Egipto como positiva, no es exactamente así en su totalidad.
Pero, nosotros habíamos 
enseñado recientemente que el sabio y prudente sabe que es necesario aprender a encontrar la chispa luminosa incluso en la más oscura de las noches. Entonces, si buscamos en profundidad nos encontramos con que es correcto que los israelitas solamente pudieron hacerse aptos para recibir la Torá luego de humillar su ánimo, de rebajar la altanería y la presunción.
Tan solo en el desierto es posible recibir la Torá: en el desierto, aquel sitio yermo e inhabitado; en el desierto, con el alma vacía de arrogancia y vanidad.
Como enseña el Rav Israel de Salant, en "Itturei Torá", el desierto es la imagen que mejor preludia el estado del alma para recibir la Torá. Para recibir la Revelación del Eterno, uno debe considerarse como un desierto, llano, en blanco, humilde sin movimiento ni dirección, solamente así las palabras del Eterno pueden entrar.
En sentido similar, nuestros Sabios mencionaron tres adquisiciones espirituales, que se obtienen solamente a través de padecimientos:
"La tierra de Israel, la Torá, el Mundo Venidero se adquieren a través de padecimiento"
(TB Brajot 8b)
Éste es el alto precio, para valores que no tienen un precio material.
Ni todo el oro y plata del universo son capaces de comprar ninguna de las tres.
Ahora bien, debemos darnos cuenta de que "padecimientos" -isurim, en el original- no debe ser tomado en sentido de lo corporal, como si solamente un masoquista estuviera en condiciones de adquirir Israel, Torá y Mundo Venidero.
Padecimientos, en este contexto, son aquellas restricciones que ha de imponerse el que quiere alcanzar grandes alturas espirituales.
Por ejemplo, el que prefiere salir a tomar un par de cervezas y ver el partido de fútbol con los amigos, o el que sale a bailar toda la noche, o el que dedica 6 horas diarias a la pesca recreativa, etc.; seguramente no se están restringiendo materialmente, sino que están accediendo a esas gratificaciones accesorias, quitándose así oportunidad para conquistar grandes alturas espirituales y emocionales.
Por otra parte, cuando los padecimientos son aquellos que provienen de manera externa: enfermedad, muerte, desastres naturales, etc., no deben ser vistos como castigos de Dios, que Él impone como modo de apartar al "pecador" de Sí.
Esa NO es la manera de ver las cosas en el judaísmo.
En el judaísmo se sabe que los padecimientos tienen un sentido trascendente, que el sentido tiene un propósito: educar y corregir a la persona.
El padecimiento es una lección que se debe de aprender, un escalón que falta para subir otro peldaño en la ruta del crecimiento espiritual.4
Y en verdad, el padecimiento puede ser una pequeña cosa, un diminuto obstáculo, pero que para el que lo sufre es motivo de dolor.
Tal como expresaron los Sabios:
"El sufrimiento puede consistir en un pequeño incidente, por ejemplo, cuando pones tu mano en tu bolsillo esperando encontrar un par de monedas, pero solamente encuentras una".
(TB Arajín 16b)
Así pues, la sabiduría está en encontrar el mensaje detrás del padecimiento, la luz en medio de la oscuridad, para que no sea el sufrimiento un fracaso, sino un malestar (más o menos intenso) con un rédito final.
Para los israelitas el rédito fue el ser los receptores de la Torá, sus sostenes y trasmisores: ¡inmenso rédito sin dudas!
Segunda.
Imagina que toda la vida estuviste bajo el intenso sol del mediodía, sin conocer noche ni atardecer, ni días nublados ni apagones, ni techos ni ramas de fresca sombra arbórea.
Imagínate así... y luego dime si conoces lo qué uno experimenta en la oscuridad...
Ahora, imagínate algo parecido, pero tu única luz fue la de un trémulo fósforo perpetuamente encendido.
Imagina esto y dime, ¿notarías un cambio si de pronto se iluminara todo con la luz del sol a pleno mediodía?
¿Cuál es la diferencia entre ambas situaciones?
En la primera no se aprecia en su justa medida la bondad de la luz, es más, se la siente a menudo como una carga pesarosa.
Para el segundo, que conoce luces y sombras, es fácil reconocer la luz poderosa cuando se enciende, y valora ambas cosas, la luz intensa que brinda un detalle más fino, una percepción más clara, y también aprecia el respiro que brinda la sombra.
La opresión en Egipto, donde estaban iluminados con un escuálido cerillo casi al borde de la extinción, les permitió apreciar a los israelitas luego la majestad y poder de la Luz que se les reveló cuando salieron da allí, cuando recibieron la Torá, cuando se encontraron "en persona" con el Eterno.
A mayor oscuridad, luego mayor intensidad para reconocer el valor de la luz.
Cuanto más difícil es obtener algo, más bienvenido es.
Luego de la inmensidad de la oscuridad espiritual y material en Egipto, los hebreos estaban en condiciones de poder apreciar a plenitud la libertad y la Luz de la guía proveniente de la Torá.Así pues, el padecimiento en Egipto era la dosis de oscuridad necesaria para aprender a gozar de las bondades que obtendrían luego .Sin embargo, los ojos (corazón y mente) de aquellos israelitas estaban tan habituados a la oscuridad, al estiércol de la idolatría y la perversidad, que no pudieron tolerar tanta Luz en sus vidas y reclamaron que hubiera pantallas, filtros, sombras.
Tal como nos relata la Torá:
"Al ver los Hijos de Israel que la piel de su cara resplandecía, Moshé [Moisés] volvía a poner el velo sobre su cara, hasta que entraba para hablar con el Eterno."
(Shemot / Éxodo 34:35)
¡Ni siquiera toleraban la Luz que emanaba del mortal Moshé! No podemos juzgarlos duramente, pues entendemos su condición, no era fácil tolerar lo que tuvieron que soportar en Egipto, tal como tampoco es fácil hacerse de un día para el otro responsable de sus vidas, de las de su comunidad y de ser "sacerdotes del Eterno" para conducir a todos los pueblos a la Verdad.
Por esta dificultad, comprendemos que la generación del desierto no cumplió a totalidad su misión, pero también reconocemos y agradecemos que sin su fuerza, su persistencia, su dureza, tampoco hubieran podido recibir la Torá y trasmitirla con fidelidad a sus descendientes, a nosotros. Las pruebas que se ponen en nuestro camino sirven para fortalecernos, lástima que muchas veces solo vemos el sufrimiento y no la oportunidad...
Moré YehudaRibco
Tercera aliyá, 2:11-25
2:11 “Y aconteció que en aquellos días, crecido ya Moshé, salió a donde sus hermanos y vio sus duros trabajos; y vio a un egipcio golpeando a un hebreo, a uno de sus hermanos.” – La identidad hebrea en este joven fue más fuerte que la identidad egipcio. La expresión “sus hermanos” indica una identificación muy poderosa en su interior. Él tuvo que pasar una crisis profunda de identidad. Se preguntaba ¿Quién soy? ¿Soy egipcio o hebreo? Finalmente tomó la decisión de seguir su corazón y unirse con los hermanos de sangre.
Esta misma experiencia está teniendo aquellos que se han criado en el mundo gentil pero tienen sangre judía o un alma judía. En este tiempo están sintiendo el fuerte impulso de salir de donde se han criado y unirse con “sus hermanos”, los judíos. El hecho de salir del contorno gentil y unirse al pueblo hebreo es una de las obras de fe más grandes, según Hebreos 11:24-26,
 donde está escrito:

“Por la fe Moshé, cuando era ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Elohim, que gozar de los placeres temporales del pecado, considerando como mayores riquezas el oprobio del Mesías que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa.”
Vemos como el Mesías estaba en la mente de Moshé cuando tomó la decisión de unirse al dolor del pueblo escogido. El Mesías se identificó con su pueblo y tomó sus pecados sobre sí, como está escrito en Mateo 1:21:
“Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Yeshúa, porque El salvará a su pueblo de sus pecados.”
En Isaías 53:4-6 está escrito:
“Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con todo, nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Elohim y afligido. Mas Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por sus heridas hemos sido sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero HaShem hizo que cayera sobre El la iniquidad de todos nosotros.”
El oprobio del Mesías produce riquezas en el olam habá, el mundo venidero, como está escrito en Romanos 8:16-18:
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Elohim, y si hijos, también herederos; herederos de Elohim y coherederos con el Mesías, si en verdad padecemos con El a fin de que también seamos glorificados con El . Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada.”
En 2 Corintios 4:17-18 está escrito:
“Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”
Los sufrimientos que padecemos por causa de Mashiaj en este mundo, producen un eterno peso de gloria en el mundo venidero. La manera de aguantar el dolor y el sufrimiento es pensar en lo que produce. Habrá una gran recompensa para los que sufren por causa del Reino, como dijo nuestro Rebe Yeshúa en Lucas 6:22-23:
“Dichosos sois cuando los hombres os aborrecen, cuando os apartan de sí, os colman de insultos y desechan vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Alegraos en ese día y saltad de gozo, porque he aquí, vuestra recompensa es grande en el cielo, pues sus padres trataban de la misma manera a los profetas.”

Moshé puso su mirada en la recompensa invisible que sería revelada en el futuro. También se fijó en el Invisible, como está escrito en Hebreos 11:27:
“Por la fe salió de Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible.”
Los sufrimientos por causa del reino producen recompensa en el olam habá, y todo tipo de sufrimientos en este mundo produce un carácter agradable para el Eterno, si reaccionamos de manera correcta ante ellos, como está escrito en Yaakov (Santiago)1:2-4:
“Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.”

En Romanos 8:28-29 está escrito:
“Y sabemos que para los que aman a Elohim, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos.”
El propósito de los sufrimientos que pasamos es que seamos moldeados conforme a la imagen del Hijo ungido de Elohim. Esa es la meta que el Padre tiene para cada uno de sus hijos.

2:14 “Y él respondió: ¿Quién te ha puesto de príncipe o de juez sobre nosotros? ¿Estás hablando de matarme como mataste al egipcio? Entonces Moshé tuvo miedo, y dijo: Ciertamente se ha divulgado el asunto.” – Moshé fue rechazado la primera vez cuando vino a sus hermanos. De la misma manera la mayoría de los judíos rechazaron al libertador Yeshúa cuando vino por primera vez, como está escrito en Hechos 7:23-25:
“Pero cuando iba a cumplir la edad de cuarenta años, sintió en su corazón el deseo de visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. Y al ver que uno de ellos era tratado injustamente, lo defendió y vengó al oprimido matando al egipcio.
Pensaba que sus hermanos entendían que Elohim les estaba dando libertad por medio de él, pero ellos no entendieron. Al día siguiente se les presentó, cuando dos de ellos reñían, y trató de poner paz entre ellos, diciendo: “Varones, vosotros sois hermanos, ¿por qué os herís el uno al otro?” Pero el que estaba hiriendo a su prójimo lo empujó, diciendo: “¿QUIÉN TE HA PUESTO POR GOBERNANTE Y JUEZ SOBRE NOSOTROS? “¿ACASO QUIERES MATARME COMO MATASTE AYER AL MITSRÍ?” Al oír estas palabras, MOSHÉ HUYO Y SE CONVIRTIÓ EN EXTRANJERO EN LA TIERRA DE MIDYÁN, donde fue padre de dos hijos.”

Todavía no se habían cumplido los 430 años de estancia en Egipto. Por lo tanto no era el tiempo para que Moshé liberara al pueblo. El llamado estaba en su vida, y el deseo de cumplir el llamado no faltaba, pero faltaban dos cosas: el tiempo correcto y la humildad necesaria. Al precipitarse ocurrió un desastre. En su propia ira y celo por su pueblo hebreo cometió un asesinato. Esa no era la manera de actuar. El Eterno tenía otro plan, y Moshé tenía que aprender a colaborar con Él en lugar de hacer las cosas por su propia cuenta y fuerza. El secreto del éxito en el Reino es colaborar con el Eterno en Sus proyectos y no hacer las cosas a nuestra manera, como está escrito en Juan 5:19:
“Por eso Yeshúa, respondiendo, les decía: En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera.”
Aquí vemos que el Hijo de Elohim no es todopoderoso. Él depende totalmente de su Padre. Así la voluntad del Eterno tenía éxito en su vida, como está escrito en Isaías 53:10b:
“la voluntad del Creador en su mano prosperará.”
De la misma manera nosotros no podemos hacer nada sin la ayuda de Mashiaj Yeshúa como está escrito en Juan 15:4-5:
“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.”

2:15 “Cuando Faraón se enteró del asunto, trató de matar a Moshé; pero Moshé huyó de la presencia de Faraón y se fue a vivir a la tierra de Midyán, y allí se sentó junto a un pozo.” – Según el Midrash Moshé se fue primero a la tierra de Kush, donde obtuvo su primera esposa que luego le despidió, cf. Números 12:1. Después llegó a Midyán y se casó con una hija de Yitró que, según Rashí, era gobernante de Midyán.
Los 40 años en la estepa enseñarían a Moshé a ser humilde y depender del Eterno para poder ser un verdadero libertador. La dependencia del Eterno es la clave para tener éxito en el Reino.

Séptima aliyá, 5:1– 6:1
5:1 “Después Moshé y Aharón fueron y dijeron a Faraón: Así dice el Eterno, Elohim de Israel: “Deja ir a mi pueblo para que me celebre fiesta en la estepa.”” – Es la primera vez que aparece la expresión “Elohim de Israel”. Está relacionada con tres cosas:
1. El pueblo de Israel
2. Liberación total de toda esclavitud
3. Fiesta al Eterno

El Eterno es el Elohim de Israel. La expresión “Elohim de Israel” aparece unas 200 veces en las Escrituras. Sólo hay un lugar en toda la Escritura que dice que él es también Elohim de los gentiles, en Romanos 3:29, donde está escrito:
“¿O es Elohim el Elohim de los judíos solamente? ¿No es también el Elohim de los gentiles? Sí, también de los gentiles.”
Pero ese “también” no implica que ha pasado de ser el Elohim de los gentiles a costa de los Israelitas. Sigue siendo el Elohim de Israel y el Elohim de los judíos en primer lugar.

El Elohim de Israel libera al hombre de los tres enemigos más importantes, el mundo, hasatán y el pecado. El pecado lleva a la muerte. Nos libera de los tres para poder servirle eternamente.
La fiesta a la cual se refiere es la fiesta de Shavuot, Pentecostés. En esa fiesta fue entregada la Torá. La palabra hebrea para fiesta “jag” viene de la raíz “jagag” que significa: “moverse en círculo”, “celebrar”, “festejar”. De esto aprendemos que el Eterno desea que nos regocijemos en danzas delante de él. Él ha establecido sus propias fiestas y las comparte con su pueblo para que podamos celebrar con él nuestra liberación, cf Levítico 23.

5:3 “Entonces ellos dijeron: El Elohim de los hebreos nos ha salido al encuentro. Déjanos ir, te rogamos, camino de tres días a la estepa para ofrecer sacrificios a YHWH,El Eterno, nuestro Elohim, no sea que venga sobre nosotros con pestilencia o con espada.” – Los tres días aluden a la resurrección del Mesías en el tercer día. También nos enseña que la obra de la muerte y la resurrección del Mesías es lo que nos aleja del mundo y sobre la cual podemos servir al Padre con sacrificios agradables, como está escrito en 1 Pedro 2:5:
“También vosotros, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Elohim por medio de Yeshúa HaMashiaj.
Sthephan B.


Recopilado por :  Hernan Flórez Garzón

¡Shabat Shalom!

No hay comentarios:

Publicar un comentario