viernes, 15 de abril de 2016

Parashá 28 Metsorá

Parashá 28 Metsorá /Levítico 14:1 – 15:33.
Para ser compartido en el Shabat del 8 de Aviv de 5.776 (Abril 16 de 2.016)

  1. Alía (14:1 - 14:12)
  2. Alía (14:13 -20)
  3. Alía (14:21 - 32)
  4. Alía (14:33 - 53)
  5. Alía (14:54 - 15:15)
  6. Alía (15:16 - 28)
  7. Alía (15:29 - 30)

Haftará: 2 Reyes 7:3-20
Brit Hadasha (HaTsofen HaMaljutí): Mateo 13:1 – 15:39
Metsorá. Significa “el que tiene tsaráat”.

Comentarios

El Eterno ha puesto su morada entre los hijos de Israel. Su presencia santa requiere que los hijos de Israel vivan una vida santa. El santuario terrenal puede ser contaminado por medio de las impurezas rituales de los hijos de Israel, y para evitarlo, ellos necesitan conocer todas las normas acerca de lo que produce impureza y cómo ser libres de ella. Por esta razón, en los capítulos 11 hasta 15 de Levítico, la Torá va desarrollando una enseñanza profunda en cuanto a la impureza ritual. Así el pueblo podrá vivir en un campamento donde mora la presencia divina. El capítulo 11 habla de la prohibición de comer animales impuros. El tipo de impureza que es producida por medio de eso no puede ser eliminado por medio de ritos de purificación y es más grave que el resto. Al tocar los cadáveres de los animales impuros se produce la impureza ritual en los hombres, pero esta impureza puede ser eliminada por medio de actos de purificación. El capítulo 12 habla de la impureza producida en la mujer por un parto. El capítulo 13 habla de la impureza producida por la plaga de tzraráat, traducida como “lepra”. En el capítulo 14 se habla de la purificación de tzaráat en una persona y cómo tratar con esta plaga en una casa. En el capítulo 15 se encuentra la enseñanza de la impureza ritual producida por flujos que vienen de los aparatos reproductores del hombre y de la mujer.
Todas estas instrucciones han sido dadas con el fin de evitar que el tabernáculo sea contaminado y el pueblo dañado por la presencia divina que está en medio de ellos, tanto en el desierto como luego en la tierra prometida. Las reglas en cuanto a la impureza ritual tienen que ver con la santidad en relación con la presencia física de Adonai dentro el pueblo de Israel, en el tabernáculo y en el templo. Algunas de estas reglas son aplicables solamente cuando hay un santuario, como por ejemplo las que requieren sacrificios. Pero otras de estas reglas son aplicables aún en la ausencia del santuario, como las del kashrut y de nidá. Mientras que no tenemos templo, no podemos guardar las leyes que tienen que ver con los sacrificios, pero sí podemos guardar las reglas de no comer animales inmundos y la purificación de nuestros cuerpos por medio de una mikvé. El pueblo judío sigue guardando las instrucciones en cuanto a la pureza ritual que son aplicables sin el santuario, porque sigue siendo un pueblo santo.
Las reglas de tsaráat sólo son aplicables dentro de la tierra de Israel cuando hay templo, así que no aplicarán hasta que el tercer templo sea construido, y, según los profetas, lo será muy pronto.
El Talmud menciona que el nombre del Mesías es “el estudioso leproso”. Por lo tanto las leyes de la purificación de tsaráat están íntimamente relacionadas con él, y más concretamente con su muerte y resurrección, como veremos a continuación.

14:2  “Esta será la ley del leproso en los días de su purificación. Será llevado al sacerdote” – Según nuestro conocimiento, antes de venir Yeshúa no había habido ningún caso de tsaráat en la historia de Israel, que haya podido cumplir este mandamiento de la Torá en cuanto a mostrarse ante el sacerdote y presentar la ofrenda después de haber sido sanado, excepto el caso de Miryam, la hermana de Moshé. Ella fue golpeada con esta plaga y seguramente cumplió con este mandamiento, cf. Números 12. Naamán, el siervo sirio, fue limpiado de su tzaráat cuando se sumergió en el río Yardén por mandato del profeta Elishá. Pero como él no era israelita, no fue aplicado sobre él el mandamiento de ir al sacerdote y presentar ofrendas. ¿Entonces por qué la Torá ha dado estas instrucciones, si no han sido necesarias a lo largo de la historia de Israel? Como una respuesta a esta inquietud surgió la idea de que cuando venga el Mesías, una de las cosas que él hará es limpiar a los hombres de la tzaráat. Esa será una de las señales del verdadero Mashíaj. Por esto está escrito en Lucas 7:18-23:
“Entonces los discípulos de Yojanán le informaron de todas estas cosas. Y llamando Yojanán a dos de sus discípulos, los envió al Señor, diciendo: ¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro? Cuando los hombres llegaron a él, dijeron: Yojanán HaMatbil nos ha enviado a ti, diciendo: "¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?" En esa misma hora curó a muchos de enfermedades y aflicciones, y malos espíritus, y a muchos ciegos les dio la vista. Y respondiendo él, les dijo: Id y contad a Yojanán lo que habéis visto y oído: los CIEGOS RECIBEN LA VISTA, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los POBRES SE LES ANUNCIA LA BUENA NUEVA. Y dichoso es el que no se escandaliza de mí.”
La expresión “el que viene” es una expresión mesiánica. El Mesías es “el que viene”, en hebreo “habá”. La respuesta que Yeshúa da a los discípulos de Yojanán nos enseña que el hecho de que los “leprosos” son limpiados es una de las señales que el pueblo esperaba para saber quién era el verdadero Mesías, cf. Isaías 29:18; 35:5-6.
En Mateo 8:3-4 está escrito: “Y extendiendo la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra. Entonces Yeshúa le dice: Mira, no se lo digas a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moshé, para que les sirva de testimonio a ellos.”
¿Cuál fue el testimonio que los sacerdotes iban a recibir? El testimonio de que el Mesías ya había venido. Por medio de este milagro, todos los sacerdotes en el templo podrían saber que el Mesías ya estaba presente. Seguramente esta es una de las razones por las que muchos de los sacerdotes luego creyeron en Yeshúa, como está escrito en Hechos 6:7:
“Y la palabra de Eloha crecía, y el número de los discípulos se multiplicaba en gran manera en Yerushalayim, y muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.”
14:3  “y el sacerdote saldrá fuera del campamento. El sacerdote lo examinará, y si la afección ha sido sanada en el leproso” – Aquí vemos que aparece la palabra “sanado” en relación con la plaga de tzaráat. Como hemos dicho antes, las Escrituras hablan más de ser limpiado de esta plaga que de ser sanado. Pero este texto nos enseña que es obvio que hace falta un acto de sanidad para que una persona pueda ser limpiada de esta plaga.
14:4  “el sacerdote mandará tomar dos avecillas vivas y limpias, madera de cedro, lana carmesí e hisopo para el que ha de ser purificado.” – Los rabinos reconocen que no conocen a fondo el significado del por qué se usan estos ingredientes para la purificación del metsorá. Rashí y el Midrash asocian las aves con las palabras sueltas de lashón hará que el metsorá habló para traer sobre sí la plaga de tsaráat (mas adelante tocaremos el tema de lashon hara). También asocian el cedro con la soberbia y el hisopo con la humildad. Como la soberbia es una de las razones por las que vino esta plaga sobre el hombre, ahora tendrá que ser purificado por medio de dos elementos que hablan de la soberbia y la humildad.

Por otro lado las Escrituras nos enseñan que las aves representan al hombre. Una de estas dos aves morirá y la otra será soltada libre. Esto puede representar dos cosas.
En primer lugar representa al que tenía la plaga de tzaráat y que estaba como muerto, sin poder tener relación con nadie, expulsado fuera del campamento de Israel. Así el ave que tiene que morir, simboliza la muerte del metsorá. El ave viva que es soltada representa al metsorá que ahora es liberado de esta plaga mortal que le ataba.
En segundo lugar, y ante todo, las dos aves representan al Mesías, y específicamente su muerte y resurrección. El ave que muere anuncia la muerte del Mesías y el ave que es soltada anuncia la resurrección del Mesías. Todo el proceso de purificación de tzaráat está relacionado con el Mesías. Por eso podemos encontrar en este contexto también un trozo de madera que indica que la muerte del Mesías tiene que ocurrir sobre un madero. Como aquí se usa madera de cedro, es posible que el palo horizontal, donde fue colgado Yeshúa, haya sido de cedro.
En Números 19 el cedro, el hisopo y la lana carmesí también están mencionados como medios de purificación por medio de las ascuas de la vaca roja, como está escrito en el versículo 6:
“Y el sacerdote tomará madera de cedro, e hisopo y lana carmesí, y los echará en medio del fuego en que arde la novilla.”
El cedro es uno de los árboles más altos. La madera de cedro fue la madera más cara y apreciada, cf. 2 Samuel 7:2, 7; 1 Reyes 6:9, 18.
La lana carmesí simboliza la sangre y el ministerio sacerdotal. La lana viene de la oveja y fue teñida en un color rojo. Esto nos habla también de la muerte del Mesías. El Mesías está representado por “el hilo rojo” que atraviesa toda la Escritura, cf. Josué 2:18, 21.
Mientras que el cedro es uno de los árboles más altos, el hisopo es una de las plantas más bajas. Por esta razón el rey Shlomo toma estas dos plantas como dos extremos, como está escrito en 1 Reyes 4:33a:
“Disertó sobre los árboles, desde el cedro que está en el Levanón hasta el hisopo que crece en la pared.”
Una parte del hisopo se parece al algodón, y fue usado para absorber líquidos. Con el hisopo pudieron pintar los dos postes y el dintel en las casas en Mitsrayim y también salpicar agua y sangre sobre el pueblo en el desierto, cf. Éxodo 12:22; Hebreos 9:19. El hisopo es mencionado por primera vez en relación con la redención de Mitsrayim por medio de la sangre del cordero. También está incluido en la ceremonia de la purificación por medio de las aguas purificadoras producidas por medio de las ascuas de la vaca roja, como está escrito en Números 19:18:
“Y una persona limpia tomará hisopo y lo mojará en el agua, y lo rociará sobre la tienda y sobre todos los muebles, y sobre las personas que estuvieron allí y sobre aquel que tocó el hueso, o al muerto, o al que moría por causas naturales, o la tumba.”
En el Salmo 51:7 : “Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.”
No cabe duda de que la purificación de la plaga de tzaráat es la base de la oración del rey David en este Salmo. Después de su pecado con la mujer de Urías, él pide ser purificado con hisopo, para así ser libre de la “lepra” del pecado. Ser más blanco que la nieve implica tener un estado de pureza superior al que tiene un hombre que está cubierto enteramente con la plaga de tzaráat de manera que se ha vuelto totalmente blanco, como está escrito en Levítico 13:13:
“entonces el sacerdote mirará, y he aquí, si la lepra ha cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al que tenía la afección; se ha vuelto toda blanca y él es limpio.”

En Juan 19:29 está escrito:
“Había allí una vasija llena de vinagre; colocaron, pues, una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo, y se la acercaron a la boca.”
Es muy significativo que el hisopo vuelve a la escena de las Escrituras en relación con la muerte de Yeshúa. Esto nos enseña que la muerte del Mesías está relacionada con el acto de purificación de la tzaráat.
14:5 “Después el sacerdote mandará degollar una de las avecillas en una vasija de barro sobre agua corriente.” – La vasija de barro representa al cuerpo humano, que fue sacado de la tierra, cf. 2 Corintios 4:7. El agua corriente puede representar la Torá o el Espíritu del Altísimo. El agua también podría simbolizar la muerte, cf. 2 Samuel 14:14; Juan 19:34.
14:6  “En cuanto a la avecilla viva, la tomará junto con la madera de cedro, el cordón escarlata y el hisopo, y los mojará junto con la avecilla viva en la sangre del ave muerta sobre el agua corriente.” – La avecilla viva que está juntada con madera de cedro representa al Mesías que fue colgado sobre madera para así limpiar al hombre de la lepra del pecado. La avecilla viva es sumergida en la sangre del ave muerta.
           Esto representa el momento de la muerte de Yeshúa. El ave viva no es dejada en la sangre en el agua hasta que muera, sino es sacada de allí. Esto simboliza la muerte y resurrección del Mesías.
Las dos aves también podrían representar las dos inclinaciones dentro del hombre, el yetser hará y el yetser hatov, la mala inclinación y la buena inclinación. La primera de estas tiene que morir y la otra podrá vivir. Esto también es un resultado de la obra redentora del Mesías Yeshúa.
14:7  “Después rociará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra, lo declarará limpio, y soltará al ave viva en campo abierto.” – El ave soltada simboliza la libertad del que es purificado y también de la vida de resurrección del hombre cuando finalmente será liberado del pecado y de la muerte. Esto también es un resultado de la muerte y resurrección del Mesías Yeshúa.
14:10 “En el octavo día tomará dos corderos sin defecto, una cordera de un año sin defecto, tres décimas de una efá de flor de harina mezclada con aceite como ofrenda de cereal y un log de aceite” – La purificación finalmente se llevó a cabo en el octavo día. El octavo día anuncia dos cosas: el día de la resurrección del Mesías, (el día después de una semana entera), que es la base para la liberación del hombre que ha sido infectado con la lepra del pecado. El octavo día también habla del octavo milenio después de Adam, cuando todos los hombres sobrevivientes, que no participaron de la primera resurrección, finalmente serán liberados del pecado. Durante el milenio estarán presentes los que sobrevivieron la última guerra contra Yerushalayim, cf. Zacarías 14; Revelación 19. Durante el reinado mesiánico habrá dos clases de hombres, los redimidos y los sobrevivientes. Los que antes habían puesto su fe en el Mesías Yeshúa serán resucitados y/o transformados para obtener cuerpos glorificados. Ellos son los redimidos. Ellos participarán de la primera resurrección.
Sin embargo, no todos los hombres serán transformados con la segunda venida del Mesías. Los que no son matados durante el resplandor de su venida, tendrán sus cuerpos mortales y vivirán en paz bajo el reinado mesiánico. Ellos son los sobrevivientes. Estos hombres mortales tendrán la oportunidad de pasar al siglo siguiente, en el octavo milenio después de Adam, pero bajo otras condiciones que los redimidos que participaron de la primera resurrección. Ellos también serán liberados del pecado, que todavía tenían durante el reino mesiánico, porque está escrito en 2 Pedro 3:13:
“Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.”
En esos nuevos cielo y nueva tierra, que vendrán después del reino milenial mesiánico, sólo morará la justicia. Así que el pecado habrá sido totalmente eliminado. El octavo milenio después de Adam, es decir, en la era que vendrá después del reinado mesiánico, no habrá pecado, y la lepra del pecado del hombre será finalmente eliminada. Esto también es un resultado de la muerte y resurrección del Mesías Yeshúa.
14:14 “Entonces el sacerdote tomará de la sangre de la ofrenda por la culpa, y la pondrá el sacerdote sobre el cartílago de la oreja derecha del que ha de ser purificado, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho.”
           – Es posible este versículo muestre que el que es purificado necesita la sangre sobre tres lugares que representan el pecado que le llevó a recibir la tsaráat. Si su oreja estuchó la lashón hará, si metió la mano donde no debía y si puso su pie donde no le correspondía, fue golpeado con tsaráat. Por eso su purificación es aplicada sobre estos tres lugares de su cuerpo.
Este rito es muy similar al rito de la instalación de los sacerdotes en el tabernáculo, como está escrito en Éxodo 29:20:
“Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el cartílago de la oreja derecha de Aharón, y sobre el cartílago de la oreja derecha de sus hijos, y sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar de su pie derecho, y rociarás el resto de la sangre en el altar por todos los lados.”
¿Cómo vamos a entender esto? Tanto los sacerdotes como el que es purificado de tsaráat es objeto del mismo rito. Por un lado podríamos entenderlo como que el que había tenido tsaráat ahora tiene el derecho para acercarse al tabernáculo. En ese sentido se asemeja al ministerio del sacerdote que tiene el derecho de estar cerca de Elohim.
Sin embargo, por el otro lado hay algo más profundo aquí. Como el Mesías está asociado con un hombre “leproso”, llamado en el Talmud “el estudioso leproso”, todo este proceso de purificación del metsorá está hablando de lo que el Mesías tenía que pasar para poder entrar en su gloria. Como él no tenía propio pecado, pudo cargar sobre sí el pecado de todo el mundo. De esta manera la lepra del pecado del hombre fue cargada sobre él, como está escrito en Isaías 53:4-6:
“Ciertamente él llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con todo, nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Eloha y afligido. Mas él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre él, y por sus heridas hemos sido sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero El Eterno hizo que cayera sobre él la iniquidad de todos nosotros.”
Después de la resurrección Yeshúa fue limpiado de la impureza que había obtenido por medio de la lepra del pecado, como está escrito en Zacarías 3:2b-5:
“¿No es éste un tizón arrebatado del fuego? Y Yehoshúa estaba vestido de ropas sucias, en pie delante del ángel. Y éste habló, y dijo a los que estaban delante de él: Quitadle las ropas sucias. Y a él le dijo: Mira, he quitado de ti tu iniquidad y te vestiré de ropas de gala. Después dijo: Que le pongan un gorro limpio en la cabeza. Y le pusieron un gorro limpio en la cabeza y le vistieron con ropas de gala; y el ángel de Adonay estaba allí.”
Mediante este acto de purificación Yeshúa fue introducido en el ministerio sacerdotal según el orden de Malki-Tsedek. Por eso hay una semejanza entre el rito de purificación del metsorá y la instalación en el ministerio sacerdotal, cf. Éxodo 29:7, 20-21; Levítico 14:14, 17-18.
14:21 “Pero si es pobre y no tiene suficientes recursos, entonces tomará un cordero como ofrenda por la culpa, como ofrenda mecida, a fin de hacer expiación por él, y una décima de una efá de flor de harina mezclada con aceite para ofrenda de cereal, y un log de aceite” – Aunque el hombre sea pobre no hay rebaja en cuanto al animal que se tenía que dar como ofrenda por la culpa. Tanto el rico como el pobre tenían que dar un cordero por la culpa. Esto nos enseña que el precio para liberar al hombre no puede rebajarse, es el mismo para el rico como para el pobre. El precio es la muerte del Cordero de Eloha. Por medio de la muerte del Cordero tanto el rico como el pobre podrán ser libres del pecado y purificados para poder entrar en el santuario celestial y estar cerca de Elohim y servir en el ministerio de Malki-Tsedek.
14:34 “Cuando entréis en la tierra de Kenáan, que os doy en posesión, y ponga yo una marca de lepra sobre una casa en la tierra de vuestra posesión” – Esta ley sólo se aplica sobre las casas en la tierra de Israel. Sin embargo, las casas que están en la ciudad de Yerushalayim nunca podrán ser declaradas impuras.   
           Además las casas tenían que ser de una manera especial para que esta ley aplicara sobre ellas. Sólo las casas que tenían piedra, madera y tierra en las paredes podían ser declaradas tamé, cf. 14:45.
14:45 “Derribará, pues, la casa, sus piedras, sus maderas y todo el emplaste de la casa, y los llevará fuera de la ciudad a un lugar impuro.” – El mundo es una casa. El Eterno ha enviado sus ángeles para inspeccionar si la casa está libre de contaminación. Pero aunque fue arrasada una vez por medio del Mabul/diluvio, volvió a aparecer la maldad y se está extendiendo. Por lo tanto no queda más remedio que derribar la casa. Este mundo será destruido después del milenio del reino mesiánico, como está escrito en 2 Pedro 3:10-13:
“Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no debéis ser vosotros en santa conducta y en piedad, esperando y apresurando la venida del día de Eloha, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor! Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.” Amen.
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Ahora si hablemos del otro tema; La Mala lengua – Lengua de maldición – Lashon hará
Vaykra / Levítico 12:1-13:59
Vaykra / Levítico 14:1-15:33
Levítico 14:1 Y habló el Eterno a Moisés, diciendo: 2. Esta será la ley tocante a un Metzora (al leproso), en el día de su purificación, cuando será llevado al sacerdote

Un Metzora, es una persona que ha contraído la enfermedad de  Tzaraat, termino traducido generalmente como “lepra”. Sin embargo, por diversas razones, dichas traducciones son erróneas: La lepra es una dolencia causada por el bacilo de Hansen, mientras que la Tzaraat era una manifestación física de una conducta espiritual inadecuada, principalmente la difamación, la mala lengua, Iashón hará.

El Tzaraat mencionado en el contexto escritural alude a unas manchas blancas en la piel, e incluso en objetos, con ciertas inflamaciones, hinchazones o erupciones cutáneas, de tal manera que no hay una traducción apropiado para esta enfermedad.

Nuestros sabios explican que la palabra tzaraat es un acróstico de la palabra Difamador.

Debido a la  Lashón hará es uno de los pecados mas serios, el Eterno lo castigo con la enfermedad de  tzaraat, una enfermedad muy fea, que hoy en día no se manifiesta físicamente por la falta de Beit Hamikdash. (sagrado Templo) Cuando alguien habla la Lashón hará se considera que  transgredió la Torá en su totalidad, porque uno de los principio básico de la Torá,  es el amor al prójimo.

Numeros 12: 8Cara a cara hablaré con él, claramente y no con enigmas, y verá la apariencia de Adonai. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?».
9Entonces la ira de Adonai se encendió contra ellos; luego se fue. 10Tan pronto la nube se apartó del Tabernáculo, Mirian se llenó de tzaraat, y tenía la piel blanca como la nieve. Cuando Aarón miró a Mirian y vio que estaba metzora,

El que degradar o habla mal de una persona es ir por un camino diametralmente opuesto a los principios fundamentales de la Torá.

Nuestro amado Rabino Yeshúa HaMashiaj enseño lo siguiente:

Matityahu-Mateo-5:21-22 Oíste que fue dicho a los Padres: No asesinaras y cualquiera que comete asesinato expuesto estará a juicio. Mas yo os digo que todo aquel que se enoja sin razón con su hermano es culpable del juicio y cualquiera que le llamare insensato a su hermano será expuesto ante el Sanedrín y cualquiera que le diga “Tonto” culpable será para el  Valle de Ghinon/infierno de Fuego.

También se puede asesinar a una persona con la lengua, al difamarlo.
Una espada asesina a una sola persona, sin embargo la Lashón Hará mata a tres personas,  al que habla, al que escuchan y a la víctima. Por lo que el grado de maldad de la Lashón hará es muy grave ya que afecta a todas las partes involucradas.

Enseñanza
Mishlé-Provervios 18: 21 La vida y la muerte están en poder de la lengua.

Este concepto del sabio  Shlomó HaMelej-rey Salomón-se puede entender mejor con el siguiente Midrásh:
Una vez, un rey persa se enfermó lo cual trajo como consecuencia la pérdida de peso del rey y su debilitamiento. “Solo hay una cura que le podemos recomendar para que vuelva a recuperar su estado de salud”, sus médicos!  le informaron “usted  deberá beber la leche de una leona! . Si usted puede obtener y consume esa leche, le aseguramos que su condición mejorará de inmediato”.
El rey estaba completamente desorientado con la idea de obtener leche de una leona y decidió enviar dos mensajeros y dinero al rey Shlomó, que se encontraba un Yerushaláim y era  mundialmente conocido por su sabiduría, para implorarle que ideará un plan para conseguir la leche. Shlomó le encomendó dicha tarea a su asesor Benaiau ben Yeoida.
“Quiero que me den diez cabras”, ordeno Benaiau. Luego, le pidió a uno de los servidores de Shlomó que buscara en el bosque una guarida de Leones. El servidor se interno en el bosque y buscó arduamente hasta que descubrió una guarida en la cual una leona estaba alimentando a sus cachorros. Benaiau ordeno que el servidor le mostrara el camino y que trajera junto con el una cabra. Benaiau se quedó parado a una distancia prudente de la guarida y envió la cabra hacia ésta. La leona la devoró de inmediato. Al día siguiente, Benaiau, se animo a acercarse unos pasos más y le arrojó a la leona otra cabra. Repitió este procedimiento a diario, y cada día se acercó más hasta que su presencia se convirtió en familiar para la leona. Con el tiempo, le permitió acercarse sin lastimarlo. Ella ya no sospecho de la presencia de Benaiau y hasta permitió que la ordeñara.
Tan pronto como Shlomó recibió la leche, la envió con sus servidores al rey persa.
Mientras el mensajero marchaba por la carretera, sus extremidades comenzaron a discutir la una con la otra acerca de cual de ellas en verdad merecía llevarse los laureles por el logro de haber ordeñado a la leona.
“Somos Maravillosos” se vanagloriaban los pies “Somos superiores al resto de las extremidades porque si no hubieras caminado hasta la guarida, no hubiera sido posible obtener la leche”. “No es cierto”  objetaron las manos. “Nosotras fuimos imprescindibles para realizar la tarea. Si no hubiéramos ordeñado a la leona, ahora no tendríamos la leche” “y que hay de nosotros” Exclamaron los ojos “acaso no descubrimos el camino hacia la guarida” Sin nosotros el plan jamás hubiese resultado.

“Me ignoran” se quejo la cabeza   “Yo fui el que pensó en esta idea brillante en primer lugar”.
Los murmullos fueron interrumpidos por completo por el sonido exaltado de la lengua,
 “Ustedes no valen nada, si no fuera por mi ¿ustedes donde estarían?
En este momento, todas las extremidades protestaron “¿Cómo te atreves a comportarte así con nosotros? ¡Tu solo eres un bulto suave sin hueso guardado en una cavidad obscura! Ofendida, la lengua respondió “¡Solo esperen y verán que yo soy el amo de todas ustedes!”.

El mensajero llegó a la corte del rey persa y se dirigió de inmediato al trono. Le entrego la leche e intentó transmitirle un mensaje del rey Shlomó, sin embargo, las palabras que salieron de su boca fueron “¡Su majestad, yo.  En este acto le entrego la leche de perro que usted me pidió!”.
El rey pensó que estaba siendo ridiculizado y, en un ataque de furia, dio órdenes para que se colgara al mensajero de inmediato. El pobre hombre fue llevado a la horca de inmediato y todas las extremidades estaban aterrorizadas. “¿Se dan cuenta ahora que ustedes, comparadas conmigo, no valen nada? Declaró la lengua en un tono triunfante. “lo confesamos” exclamaron los otros órganos al unísono. “De ti depende la vida y la muerte”.  La lengua quedo satisfecha.

 “Tengo un mensaje muy importante  para relatar al rey”, declaro. “por favor llévenme a él solo por un instante”. Los soldados lo escucharon y lo llevaron a él sólo por un instante”.  Y lo llevaron hacia donde se encontraba el rey.  “¿Porque me van a ejecutarme? “Pregunto el mensajero, “¡Me has traído leche de perro!  Contesto el rey furioso. “le aseguro” dijo el mensajero, “que esta leche lo curará. Mis palabras han sido un error ya que en nuestro idioma, se utiliza la misma palabra para perro y para león.” El rey le creyó. Bebió la leche y se recuperó. Luego, perdonó al mensajero.

Con este Midrásh podemos entender que lo que hablamos, puede cambiar todas las circunstancias de nuestra vida.
Nuestra lengua es una arma muy poderosa, con ella  se puede ganar la vida o llevarnos a la muerte.
Nuestro amado Rabi Yeshua HaMashiaj dijo: Matityahu - Mateo- 12 : 36-37 “Mas yo os digo, que toda palabra inútil que hablaren los hombre, de ella darán cuenta en el día del juicio. Por que por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado”. 

Que importante y trascendente es lo que hablamos, lo que sale de la boca adquiere un poder de destrucción o bien de construcción, por eso amados todo hombre sea pronto para oír y tardío para hablar.

El libro de  Ya’akov -Santiago- se dice lo siguiente.

Ya’akov 3 : 4 – 5 “Mirad también las naves: aunque tan grandes y llevadas por impetuosos vientos, son gobernadas con un pequeño timón por donde quisiere el que las gobierna. Así también la lengua es un pequeño miembro, y se gloria de grandes cosas. He aquí, un pequeño fuego     ¡Cuan grande bosque enciende!”
 
La lengua, es difícil de gobernar, a diario enfrentamos innumerables ocasiones que dan lugar a hablar la lashón hará-mala lengua, de todas las extremidades, la lengua es el órgano que se mueve con mayor facilidad, por ello la Lashón Hará es el pecado que se comete con mayor facilidad y con mayor frecuencia.

Ya’akov 3: 7-8  “Porque  toda naturaleza de bestias y de aves y de serpientes y de seres de la mar, se doman, pero ningún hombre puede domar la lengua”

Debemos esforzarnos por domar nuestra lengua, tener cuidado de lo que decimos, el Eterno coloco  a la lengua un una posición horizontal, descansando y encerada, para enseñarnos que hay que mantenerla en reposo lo  mas posible, es decir hablar poco.

Ya’akov 3: 9-10 “Con ella bendecimos a nuestro Elohim y Aba y con ella maldecimos a los hombres. De una misma boca proceden bendición y maldición. Amados, no conviene que estas cosas sean así”

Rabi Shimon bar Yojai declaró, “Si hubiera estado presente en Matan Torá, le hubiera pedido al Todopoderoso que le diera a todos los seres humados una segunda boca que sirva exclusivamente para hablar cosas de Torá.
Sin embargo lo volvió a pensar y cambio de idea. “Eso no estaría bien” decidió “La gente tiene solo una boca y habla demasiada Lashón Hará ¿Que ocurriría si tuviera dos?

El Eterno le encomendó a cada órgano una tarea especial, la lengua fue otorgada para que pronuncie las palabras de la Torá, tefilá-oración- y para que beneficie al prójimo. Es tarea de todos educar nuestra lengua y evitar pronunciar maldiciones con ella.

 
Conclusion
El castigo de Tzaraat ya no tiene efecto hoy día, sin embargo no por ello tenemos la libertad de hablar la Lashón  hará. Nuestros sabios explican que cada palabra que habla nuestra boca se graba en el cielo. Tomando conciencia de ello debemos evitar hablar, la Lashón hará.

Nuestros sabios nos aconsejan dos hábitos para evitar hablar la Lashón hará.

1.- El estudio de la Torá.
 La
gente que habla la Lashón  hará es aquella que no tiene nada que hacer y que busca algún tema que lo divierta y que la saque de su aburrimiento que experimenta a diario, disfrutar de cualquier noticia sensacionalista, así sea a costa de algún tercero.  Por otra parte, aquel que ocupa su tiempo con el estudio de la Torá, descubrirá que su mente se encuentra absorbida en la tarea constante y emocionante y solo deseará comunicarles a los demás todos sus aprendizajes de la Torá, sus conversaciones versará sobre temas de la Torá y no tendrá necesidad de hablar de otras personas. El estudiar Torá posee el poder de purificar y limpiar la mente de una persona.

2.- Ser humilde
La satisfacción que se obtiene al difamar a otro, analizada Psicológicamente, es el sentimiento de superioridad que se adquiere de esta manera. Si alguien cuenta con humildad buscará la manera de justificar el comportamiento del otro y de juzgarlo favorablemente.

Estos consejos nos pueden ayudar a evitar la Lashón hará, sin olvidar que en nuestras Tefilot -Oraciones- diarias pedirle a Eterno que nos asista para evitar hacer mal uso de nuestra lengua.
 Amen. Asi sea.

¡Shabat Shalom!

Orlando Unda Ramirez.

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