Parashá 45 VaEtjanán Significa “y
Rogue o supliqué”.
Para ser
compartida este shabat 16 AV 5782 / Agosto 13 del 2022
Denarin (Deuteronomio) 3:23 – 7:11
Aliyás de la
Torá:
1°. Aliyah 3:23 – 4:4
2°. Aliyah 4:5-40
3°. Aliyah 4:41-49
4°. Aliyah 5:1-21(18 heb.)
5°. Aliyah
5:22(19) – 6:3
7°. Aliyah 7:1-11
Haftará: Isaías 40:1-26
Brit Hadasha: Revelación 2:18 – 4:11
VaEtjanán Significa “y Rogue o supliqué”.
Resumen
Continuando con su discurso, Mosheh
relata que pidió a El Eterno pasar y ver la Tierra Prometida; pero Él se había
airado y sólo le permitió ver todo desde la cima del Pisgah pero sin pasar el
Yarden; también le dijo que animara a Yehoshua, quien sí pasaría el Yarden.
Mosheh exhorta a Yisrael a guardar los mandamientos, para que vivan y entren en
la tierra; a ellos no se deberá añadir ni quitar nada. Guardar los decretos
será testimonio a las demás naciones, que no tienen a un dios cercano como lo
es El Eterno para Yisrael, ni estatutos ni juicios tan justos como los que le
fueron dados.
Yisrael debe guardarse, enseñando a sus
hijos los decretos de El Eterno; Mosheh recordó que cuando el pueblo se acercó
a Jorev escuchó una gran voz pero no vio ninguna figura; El Eterno nos dio el
pacto en mandamientos escritos en dos tablas de piedra, para ponerlos por obra
en la tierra. No se deberá hacer ninguna figura de lo que está en los cielos o
en la tierra, no sea que el pueblo se incline ante ella. Mosheh recuerda que no
pasará la tierra por causa de su pueblo.
Mosheh advierte que si Yisrael entra a la
tierra y hace imágenes, pone en ese momento por testigos a los cielos y la
tierra de que su pueblo perecería y sería esparcido entre las naciones,
sirviendo a ídolos hechos de mano. Pero si aún allí buscaren a El Eterno con
todo el corazón y toda el alma, El Eterno en los postreros días no dejará a
Yisrael ni la destruirá ni se olvidará del pacto hecho con nuestros padres. Por
ello, Mosheh pregunta si El Eterno ha hecho con otro pueblo los milagros y señales
que ha hecho con Yisrael, y por ello asegura que a Yisrael le fue mostrado que
El Eterno es Elohim y no hay otro diferente de Él; en esto debe reflexionar
Yisrael, pues fue Quien sacó a Yisrael de Mitsrayim con poder e hizo escuchar
Su voz en el fuego. Mosheh apartó tres ciudades de refugio para que huyese allí
quien mató a su prójimo sin intención.
También relata Mosheh las diez palabras
dichas por El Eterno en Sinay para que el pueblo las aprenda y las ponga por
obra. Estas palabras fueron escritas en piedra y proclamadas en medio del fuego
y la nube; el pueblo, creyendo que sería consumido, pidió a Mosheh que fuera él
quien recibiera las palabras y después las expusiera y enseñara, y ellos
obedecerían; esto pareció bien a El Eterno.
Mosheh pronuncia el gran mandamiento:
El Shema. Exhorta a que el pueblo ame a El Eterno con todo su
corazón, su alma y sus fuerzas y repita esas palabras a sus hijos continuamente
y las escriba en sus puertas. Advierte también al pueblo sobre la necesidad de
no olvidarse de El Eterno, ya que Él lo sacó de Mitsrayim y le dio muchas cosas
que Yisrael no trabajó. Una vez más advierte contra la idolatría, pues ésta
despierta la ira de El Eterno y puede destruir al pueblo; además, no se debe
afrentar a ELOHIM. Cuando los hijos de Yisrael pregunten acerca de todos los
decretos, se deberá responderles que ellos son por causa de la liberación de
Mitsrayim, la entrega de la Tierra Prometida y por el hecho de que
cumpliéndolos nos iría bien todos los días.
Cuando los Benei Yisrael hayan
entrado en la tierra que El Eterno prometió, deberán luchar contra las naciones
que están allí y destruirlas del todo. No se deberá emparentar con ellas en
ninguna forma, porque ello será la causa de que Yisrael se desvíe en pos de
dioses ajenos; por ello deberán ser destruidos los lugares altos y las imágenes
y esculturas que hicieron esos pueblos. Todo esto por causa de que El Eterno
escogió a Yisrael de entre todos los pueblos de la tierra, no por ser el más
especial, porque es el pueblo más insignificante, sino porque El Eterno le amó
y es fiel a los pactos con nuestros antepasados. Mosheh recalca la Fidelidad de
El Eterno y Su Justicia, que da el pago a quien le aborrece; por lo tanto
Yisrael deberá guardar todos los decretos.
Cuando somos piedra de tropiezo
En Devarim 3:26 está escrito: “Pero El Eterno se había enojado
contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo El Eterno:
Basta, no me hables más de este asunto.” Mosheh hace una observación que, si
bien no aplica directamente a la actual generación del desierto, es una muestra
de la forma como debemos evitar conducirnos, especialmente cuando se trata de
medir nuestras palabras.
La primera generación fue rebelde con El Eterno, y por ello su
castigo de no entrar a la Tierra Prometida. Sin embargo, Mosheh se permitió ser
influenciado por el pueblo, y en un arranque de ira desobedeció la orden de El
Eterno en torno a la roca que daría agua, a tal punto que fue un acto que le
hizo perder la posibilidad de entrar en Erets K’naan. Y esto es justamente lo
que hemos de revisar en este momento, lo cual es en gran manera pertinente para
nosotros hoy en día: La reacción injustificada por parte del pueblo causó en
Mosheh su arranque de ira; a todas luces podemos asegurar que esta actitud no
fue espontánea, sino que su paciencia había llegado a un límite que no supo
manejar en ese momento, pues ya habían sido varias las ocasiones en las que el
pueblo había mostrado su inconformidad hacia todas las bondades de las cuales
había sido objeto en su travesía por el desierto. Podríamos decir que en cierta
manera la actitud de Mosheh era justificada, al menos humanamente hablando; sin
embargo, lo ideal era que el pueblo se hubiera abstenido de murmuraciones y
quejas. La ira de Mosheh le llevó a actuar impulsivamente, pues aunque era
correcto reprender al pueblo, no lo hizo adecuadamente, ya que lo que hizo fue
contravenir una orden expresa de El Eterno. La cadena de eventos terminó con el decreto de El Eterno en
cuanto a no permitir que Mosheh entrara en la Tierra Prometida.
De aquí podemos ver que, si bien es cierto que cada persona es
culpable de sus propios pecados, nuestras acciones probablemente pueden afectar
a los demás de tal manera que cause algún tipo de reacción impropia. Por lo
tanto, nuestros gestos, palabras o acciones deben ser tales que lo que busquen
sea bendecir a los demás y no causarles ningún tipo de motivo que los induzca a
reaccionar de una manera que pueda llevarles a pecar. De hecho, lo contrario es
considerado lashon hara, que es una de las formas de pecado más
graves en la Torah. Texto para meditar: Santiago 3:1-12.
El verdadero testimonio del pueblo judío
En Devarim 4:5-8 está escrito: “Mirad, yo os he enseñado
estatutos y decretos, como El Eterno mi Elohim me mandó, para que hagáis así en
medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. Guardadlos,
pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra
inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos
estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande
es esta. Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a
ellos como lo está El Eterno nuestro Elohim en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué
nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley
que yo pongo hoy delante de vosotros?”
Yisrael, como lo hemos visto anteriormente, fue, es y seguirá
siendo por siempre el pueblo escogido por El Eterno, Bendito sea, para ser luz
a las demás naciones. Y justamente para cumplir esa especial misión El Eterno
escogió un camino que es el de la obediencia a la Torah y sus mitsvot.
Pues bien, el pasaje mencionado justamente está confirmando este hecho, ya que
nos dice que al oír los estatutos que El Eterno nos ha dado las demás naciones
reconocerán la grandeza de nuestro pueblo.
La realidad del mundo hoy en día nos muestra que efectivamente
el pueblo judío es identificado por cosas como la dieta kashrut, la
santificación del Shabat y otras más, que son ni más ni menos mitsvot promulgadas
por El Eterno mismo, como también lo estudiamos. Sin embargo, existen algunas
tendencias que han surgido en la actualidad, y sobre las cuales puede ser
provechoso hacer una corta reflexión:
Por un lado, se ha entendido correctamente que el pueblo
escogido de El Eterno, Bendito sea, es Yisrael. Pero ello ha dado pie para que
muchas personas, en su afán por “identificarse” con el pueblo judío, pretendan
adquirir todas sus costumbres, dejando a un lado la esencia del verdadero Yisraelita
que es la Torah. En otras palabras, cualquier cosa vale si conduce a intimar
más con Yisrael. Esto en realidad en el fondo puede reflejar una baja
autoestima de quienes actúan de esta forma, pues en realidad el verdadero judío
no es el que necesariamente nace en Yisrael o en el seno de una familia
“tradicionalmente” judía; judío, como lo indica este vocablo, es quien alaba a
El Eterno.
Hay también quienes se identifican muy especialmente con los
sabios de nuestro pueblo, en una forma tal que se pasan al extremo de convertir
casi en dogma los asuntos halájicos, dándoles más importancia que al estudio de
la Torah; esto en sí representa un gran peligro, pues entraña la abierta
posibilidad de caer en la trampa del legalismo, que ha hecho tanto daño.
La halaja no es mala en sí; por el contrario, bien entendida
es un arma poderosa para entender mejor los Escritos Sagrados. Sin embargo,
cuando se toma como un ente independiente es vacía, pues no va acompañada de lo
que le da verdadero sentido, que es la Torah, de la cual procede totalmente. Es
sabio tener siempre muy presente que la Torah siempre toma prioridad sobre
cualquier otro escrito, independientemente de cuál sea éste. El hecho de que
exista un plan perfecto también para los goyim ha ocasionado
que muchas personas empiecen a tomar con cierta liviandad las mitsvot de
El Eterno. Por supuesto, la plenitud de la Torah es para el pueblo judío, pero
ello no impide que los principios básicos de las Siete Leyes de Noaj puedan (¡y
deban!) ser puestos en práctica por los demás pueblos. Y es el hecho de que
aparentemente sean muy pocas leyes para los goyim lo que lleva
a esta situación. Hay judíos, esto es, de familias judías, y aún nacidos en
Yisrael, que no observan la Torah y sus mitsvot. En cierta forma
esto es asimilación entre los gentiles. Existen así mismo quienes sólo se
remiten a la Torah Escrita, desvirtuando o minimizando las enseñanzas de
nuestros sabios de bendita memoria, por considerar que no tienen la misma
autoridad; aunque esto último es cierto, no significa que los sabios de nuestro
pueblo no puedan aclararnos la Torah Escrita; de hecho, estaríamos en graves
aprietos para entender la Torah de no ser por la existencia de los escritos de
estos ilustres hombres.
La formación de grupos ajenos al judaísmo es muy abundante; en
algunos casos, estos grupos declaran que “aman a Yisrael”, pero sin ningún
compromiso, y otros simplemente ignoran la sabiduría de nuestro pueblo, pues
consideran que ya ha sido reemplazado en los planes de BENDITO EL, Baruj Hu.
Sobre todo esto hay mucho por decir; sin embargo, queremos hacer
énfasis en lo que a nuestro parecer es lo realmente importante, lo que podemos
esquematizar, entre otras, de la siguiente forma: Independientemente de nuestra
procedencia, el amor a Yisrael es una actitud no sólo correcta, por tratarse
del pueblo escogido por El Eterno, Bendito sea, sino que además trae abundante
recompensa, como lo dice el salmista: “Pedid por la paz de Yerushalayim; sean
prosperados los que te aman.” (Tehilim 122:6)
Si hemos de ser exactos, nuestro camino no es, en el sentido
estricto de la palabra, ser judíos como es concebido hoy en día; más bien
nuestro objetivo es volver a las sendas de antaño, a las del cumplimiento de la
Torah. “Ser judío” no es garantía para entrar en el Olam Haba, que sí debe ser
nuestro más sublime objetivo. No es precisamente judaísmo como una religión lo
que debemos buscar, sino más bien una forma de vida que atestigüe sobre nuestra
sinceridad en nuestro amor a la Torah. No todos los judíos son observantes; de
hecho, tristemente es necesario decir que no son la mayoría. Nuestra vida no
debe buscar agradar a hombres, sino a El Eterno. Por lo tanto, nuestros mejores
esfuerzos deben estar encaminados a cumplir con amor y regocijo los decretos
establecidos por el Santo de Yisrael, aunque ello signifique ser aislados por
los demás pueblos. Una conversión al judaísmo, tal como se concibe hoy en día,
es una acción que permite adquirir posiblemente algunas facilidades en Erets
Yisrael, pero espiritualmente no es EL camino para garantizar nuestro
crecimiento espiritual. Ya hemos visto que la conversión sincera es la que una
persona hace a la manera de Rut, que se aferró al pueblo de Yisrael por razones
espirituales.
Ante nosotros tenemos muchas alternativas de vida, y somos
libres de escoger; sin embargo, no todos los caminos conducen a las delicias
del Olam Haba. Por ello, siempre será nuestra prioridad el
crecimiento en el área espiritual de las personas, y de ahí que seamos tan
reiterativos en la conveniencia de adquirir la Torah para nuestra vida; no
existe ningún escrito ni ninguna ley que impida a una persona aferrarse a
nuestro noble pueblo judío. Y es precisamente esta acción la que permite que
también seamos depositarios de los pactos y las promesas hechas por El Eterno a
nuestros ancestros.
Texto para meditar: Romanos 2:28-29
La inconveniencia de las imágenes
En Devarim 4:15-19, 23 está escrito: “Guardad, pues, mucho
vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que El Eterno habló
con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y
hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o
hembra, figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna
alada que vuele por el aire, figura de ningún animal que se arrastre sobre la
tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra. No sea
que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo
el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas;
porque El Eterno tu Elohim los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos
los cielos… Guardaos, no os olvidéis del pacto de El Eterno vuestro Elohim, que
él estableció con vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de
ninguna cosa que El Eterno tu Elohim te ha prohibido.”
La advertencia de este pasaje tiene mucho sentido en cuanto
entendamos que el ser humano es dado a la idolatría; esto es evidente en la
historia de muchos pueblos, cuyos objetos de adoración son precisamente los
aquí enunciados; la esencia del BENDITO EL, Baruj Hu, es absolutamente
diferente de todo objeto o persona, lo cual es atestiguado por uno de los
principios de fe del judaísmo, que establece que El Eterno “no es corpóreo ni
tiene aspecto corporal”. Por tal razón no es dado inclinarse ante ninguna
imagen, ya que nada se asemeja a Bore Olam.
El hecho de que no exista nada ante lo que nos debamos inclinar
también sugiere la idea de que, cuando observamos este comportamiento, de
alguna forma estamos mostrando nuestra sincera dependencia en El Eterno,
Bendito sea, ya que Su Presencia, Su Poder y todos Sus Atributos son
interiorizados en nosotros como un asunto de fe auténtica, ya que se basa
exclusivamente en lo que Él en Su inmenso Amor nos regaló en Su Torah.
La prohibición sobre las imágenes nos trae una enseñanza que se
deriva del pasaje; ni no se nos está permitido hacer figuras o esculturas con
las semejanzas ya enunciadas, ello por supuesto implica que con mayor razón
dichas imágenes están totalmente prohibidas sobre nuestro cuerpo (tatuajes), ya
que lo convertiría en sí mismo en un “objeto abominable”, pues en lugar de
mostrar el resplandor de la Presencia Divina, se ha degradado al punto de
parecer una “cosa” dedicada a una deidad pagana. En realidad la primera
“deidad” es el ego mismo, quizá la mayor expresión de idolatría.
Textos para meditar: Shemot 20:4-6, Vayiqra 19:28, Devarim
5:8-10
La Misericordia inagotable de El Eterno
En Devarim 4:29-31 está escrito: “Mas si desde allí
buscares a El Eterno tu Elohim, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón
y de toda tu alma. Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas
estas cosas, si en los postreros días te volvieres a El Eterno tu
Elohim, y oyeres su voz; porque Elohim misericordioso es El Eterno tu Elohim;
no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus
padres.”
La posibilidad de corregir lo que hemos destruido siempre es
válida mientras vivamos. El Amor de El Eterno hacia Su pueblo busca que siempre
haya una oportunidad de volver a Él. Si observamos un río grande con todos sus
afluentes, podemos apreciar que cada uno de éstos tiene una procedencia
diferente de todos los demás, de manera similar a los seres humanos en cuanto a
su procedencia, espiritualmente hablando. Pero al final todas las aguas
desembocan al mismo sitio, así como El Eterno espera que todos los hombres
“desemboquen” hacia Él.
Si bien es cierto que no somos merecedores de las dádivas de El
Eterno, también lo es que al saber de nuestra condición Él mismo nos abre la
puerta para que tomemos el camino de retorno, teshuvah, con el fin
de que seamos parte activa de la rectificación que llevará a la Redención
Final. Teshuvah es el “cable” que permite que volvamos a
recibir la energía de la Luz Infinita, es el medio por el cual podemos volver a
tener conexión con El Eterno.
Por lo tanto, a cada momento debemos revisar nuestros caminos,
los cuales muchas veces tienden a desviarse por los senderos de la tentación
que conducen al pecado; es nuestro deber permanecer sin desmayar, recordando
nuestra pobre condición, la que sin la Misericordia de El Eterno sólo nos puede
hacer vislumbrar un camino de vergüenza perpetua; pero hemos sido investidos
con una chispa de la Presencia Divina, de forma tal que si fallamos tenemos la
capacidad de volver al camino perfecto.
No hay otro Elohim
En Devarim 4:35, 39 está escrito: “A ti te fue mostrado, para
que supieses que El Eterno es Elohim, y no hay otro fuera de él...
Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que El Eterno es Elohim
arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro.”
Es muy claro que es necesario comprender, para que ello forme
parte de nuestro diario vivir, que sólo existe Un Único Elohim, Un Todopoderoso,
Un Amo del Universo. La idolatría, por el contrario, concibe otros poderes que
son “paralelos” al verdadero y único Poder de ETERNO, Baruj Hu. Veamos qué
inconvenientes tiene tal posición:
Si suponemos que existe más de Un Todopoderoso, podemos hacer el
siguiente ejercicio, con el fin de corroborar lo escrito en la Torah: Alguien
que es todopoderoso obviamente lo puede todo, por definición, y por lo tanto
está en capacidad de someter a todo lo demás sin excepción y, obviamente no
puede ser sometido por nadie.
Entonces “escojamos” a un todopoderoso de entre los demás; éste,
según la definición de todopoderoso, puede someter a los demás, entre los que
se cuentan por supuesto los demás todopoderosos. Sin embargo, esto precisamente
contradice la condición de quien es todopoderoso, pues alguien con esta
condición no puede ser sometido por nadie, y por lo tanto no es posible
concebir que exista más de un todopoderoso. De hecho es absolutamente
necesario, para que el Universo se mantenga en pie con todo su orden perfecto,
que sólo exista Un Único ser que posea esta condición, que es precisamente El
Eterno, Bendito sea.
Teniendo esto en
mente, que EL ETERNO es EL Todopoderoso, podemos darnos cuenta en consecuencia
que no es posible concebir reinos paralelos que puedan hacerle “contrapeso” a
El Eterno; no existe absolutamente ninguna fuerza (como por ejemplo, el “reino
del mal” o el “reino de las tinieblas”) que pueda ser medianamente comparada
con Él, pues de hecho todo procede de Él. Y el Creador es diferente y superior
a Su Creación. Por lo tanto los dioses de las naciones no son nada; el poder
absoluto es de El Eterno, Bendito sea.
Pero hay algo
más: Antes de “bereshit”, esto es, antes del principio de la obra creadora de
Bore Olam, no existía nada diferente de la Luz Infinita de Bendito El, Baruj
Hu. Él lo colmaba todo, y en un gesto de Amor decidió hacer una “contracción” (tsimtsum)
para dar cabida al Universo, que es infinitamente pequeño comparado con Su
inmensidad. Y esto es razón más que suficiente para que, al conocer nuestra
pequeñez y que en realidad no somos nada, creamos de una vez por todas en la
Omnipotencia de El Eterno, Bendito sea.
Esto también nos debe llevar a la reflexión en cuanto a en qué
“clase de D-s” creemos. Muchas personas creen en alguien que es superior, pero
a la hora de los problemas dudan si ese ser “será capaz” de al menos mostrar la
salida. Otros al hacer su oración no piden como corresponde a Alguien que es
Todopoderoso, sino como a alguien que sí escucha pero concede dádivas
limitadas. Nosotros tenemos a El Eterno, Bendito sea, cuyo infinito Poder está
más allá de todo cálculo, y del que no dudamos es capaz de todo y en cualquier
tiempo. Esta fe es basada en lo que está escrito en la Torah, que fue
promulgada por el Infinito y Todopoderoso, y por esta razón estamos seguros que
lo que Él ya vio cumplido se cumplirá sin demora; nuestro papel es seguirle en
obediencia, para que “nuestro camino sea prosperado y tengamos éxito”. Y un
último comentario: El hecho de que no hay ningún otro Elohim también nos indica
además que la única realidad absoluta que existe es El Eterno, Bendito sea;
todo lo demás, por muy “real” que parezca, no formará parte de la futura
realidad, que es la que nos espera en el Olam Haba,
unidos por toda la eternidad. Esta creación es pasajera, y por lo
tanto, en últimas, “irreal”. De aquí que debamos más que nunca poner nuestros
ojos en las cosas espirituales y no en las materiales, sin que ello signifique
desprecio por las bendiciones materiales de las cuales somos objeto
permanentemente; de hecho nuestra recompensa estará “calculada” según lo que
hayamos hecho en este mundo material e irreal.
El principal credo de nuestro pueblo
En Devarim 6:4 está escrito: “Escucha Yisrael, El Eterno nuestro
Elohim, El Eterno es uno”. De acuerdo con nuestros sabios, esta expresión se
dio cuando Yaäqov Avinu iba a bendecir a cada uno de sus hijos, quienes
expresaron en forma unánime su fe en un único Elohim. Aunque no está expresado
en forma de mitsvah, este texto nos enseña que debemos reconocer y
creer en la Unicidad de El Eterno.
Esto implica que un judío debe pensar que El Eterno es Uno
arriba, abajo y en los cuatro puntos cardinales. Según “El Midrash dice”, el
significado de UNO incluye:
Es la única realidad absoluta (pues todo lo demás depende de
Él); no hay creador ni poder, solamente Él.
Él es el Único Elohim; no tiene ‘socios’, ‘hijos’ ni nada
similar. La esencia de Elohim es Una, si bien podemos percibirlo solamente por
medio de diversos atributos. Es Uno por encima del tiempo y el espacio. Aunque
podemos aceptar los eventos y las personas únicamente en términos del pasado,
el presente y el futuro, debemos entender que el Eterno es eterno; y aunque
podamos pensar de cualquiera como confinado en un lugar, debemos saber que El
Eterno está presente en todas partes.
Está por encima
de cualquier atributo corporal. Aunque estemos obligados a referirnos a Él en
términos comprensibles para nosotros, como son: ‘Su Voz’, ‘Su Brazo’, etc.
debemos comprender que en realidad no tiene ningún atributo físico y no está
sujeto a ninguna condición o limitación alguna. Está por encima de cualquier
atributo corporal. Aunque estemos obligados a referirnos a Él en términos
comprensibles para nosotros, como son: ‘Su Voz’, ‘Su Brazo’, etc. debemos
comprender que en realidad no tiene ningún atributo físico y no está sujeto a
ninguna condición o limitación alguna
Al tiempo que un Israelita debe creer en la Unicidad de ELOHIM
en todo momento, está obligado a proclamarlo verbalmente cada mañana y cada
noche. Un Iraelita debe estar preparado para sacrificar su vida antes que negar
la Unicidad de ELOHIM (pues dicha negación es equivalente a practicar la
idolatría, y un Israelita debe estar preparado para sacrificarse antes de
cometer idolatría). Un Israelita mentalmente preparado para renunciar a su vida
por el ETERNO, es considerado en el Cielo como si lo hubiera hecho.
Hemos podido apreciar que para el mundo fue concebida la
dualidad para que haya “completitud”; así, el hombre es completo cuando está
unido a su mujer, la noche no tiene sentido si no existe el día, y podemos dar
muchos más ejemplos relativos al tema. Sin embargo, El Eterno es Uno solo; no
requiere complementos y es absolutamente Autosuficiente, y además necesario
para que la creación se sostenga. ¿Qué sucede entonces cuando hablamos de la
“Unicidad del Nombre” y que nosotros podemos atentar contra ella? Lo que sucede
es que, de acuerdo con las enseñanzas de nuestros sabios, especialmente en lo
mistico, sabemos que podemos entender algo de la esencia de El Eterno mediante
sus Sefirot, que son Sus Atributos, pero que no pueden ser
comprendidos como para los seres humanos. Esto es, entendemos que Él es Bueno,
pero en sí no posee una “bondad cognoscible”; sabemos que Él es Justo y
Misericordioso, pero no posee justicia ni misericordia “cognoscibles” y por lo
tanto todo lo que Él significa está mucho más allá de nuestro limitado alcance.
En cuanto a que podemos atentar contra Su Unicidad, el punto es que nuestros
pecados en cierta forma lo hacen, puesto que al haber sido creados con Su
imagen y semejanza, éstos denigran de Su Santo Nombre, por lo menos en lo que
se refiere al “testimonio” ante los demás y ante Él mismo primeramente.
Pero “completando” el texto, en Devarim 6:5-9 está escrito: “Y
amarás a El Eterno tu Elohim de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas
tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y
las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando
por el camino, y al acostarte, y al levantarte. Y las atarás como una señal en
tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los
postes de tu casa, y en tus puertas.”
Cuando se habla de amar a ADONAI con todo nuestro corazón,
nuestra alma y nuestras fuerzas, se enfatiza que debemos amar al ETERNO
por sobre todo y sobre todos, aún con nuestro yetser hara.
¿Cómo es esto último? Que
aún todo lo que nos puede llevar a pecar debemos reenfocarlo de tal manera que
sea utilizado en forma beneficiosa para glorificar a El Eterno. Por ejemplo, si
existe una tendencia desproporcionada para gastar dinero en cosas superfluas,
ésta puede ser reenfocada para dar tsedaqah; si ocasionalmente es
la pereza la que nos “ataca”, podemos llevarla a un punto donde sólo sirva para
ser “utilizada” cuando somos tentados a hacer algo que no es correcto (esto es,
nos da pereza participar en obras de la carne).
Es necesario que no sólo estas palabras sino toda la Torah misma
sea enseñada con diligencia a nuestros hijos, que no son sólo quienes han sido
engendrados en la carne, sino quienes espiritualmente son guiados por nosotros.
El hecho de repetir el Shema cuando nos
acostamos y nos levantamos nos permite en gran manera estar protegidos contra
muchas formas de pecado, y demuestra que efectivamente nuestra primera
prioridad es El Eterno Si ello fuera poco, entonces tenemos el recordatorio de
escribir esas palabras, para que las tengamos atadas a nuestro brazo y estén
entre nuestros ojos (tefilin), así como también ponerlas en todas
nuestras puertas (mezuzot), lo que nos está diciendo que “en todo lugar”
debemos tener presentes las palabras de El Eterno para que las pongamos por
obra, porque hemos sido apartados por Él para Sus santos propósitos.
Texto para meditar: Yehoshua 1:8
Todo nos ha sido dado
En Devarim 6:10-12 está escrito: “Cuando El Eterno tu Elohim te
haya introducido en la tierra que juró a tus padres Avraham, Yitsjaq y Yaäqov
que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y
casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no
cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies,
cuídate de no olvidarte de El Eterno, que te sacó de la tierra de
Mitsrayim, de casa de servidumbre.”
Es claro que nuestro noble pueblo entró en una tierra donde todo
le fue dado; esto nos habla de la Mano abierta y generosa de BENDITO EL, Baruj
Hu, para otorgar dádivas a Sus hijos. Y lo que este pasaje en una forma
explícita nos ordena es que siempre tengamos presente que El Eterno nos lo ha
dado todo y por tanto no debemos olvidarle, lo cual se traduce en que Sus
“asuntos” son nuestra prioridad, lo que una vez más nos conduce a la Torah y
sus mitsvot.
El ser humano en muchos casos tiene la tendencia a desconocer a
sus benefactores; en otras palabras, es desagradecido. Por esta razón es
indispensable que por todo lo que recibamos elevemos nuestra mirada al Eterno,
que es Quien permite que seamos bendecidos con regalos que no merecemos. Y aquí
no caben las excepciones; tanto los bienes materiales como los espirituales
deben ser motivos de acción de gracias de nuestra parte, en forma sincera.
Recordemos siempre que no es por nuestros méritos que recibimos, sino por la
inmensa Misericordia de El Eterno, Bendito sea. Lo dicho nos enseña que todo lo
que ocurre en nuestra vida es realmente un milagro; no podemos calificar como
milagro sólo a aquello que aparentemente tiene visos de “espectacular”; las
leyes naturales de hecho son milagros esplendorosos que nos demuestran el buen
cuidado que tiene el Amo del Universo para cada una de sus criaturas. Y
nosotros somos receptores de muchos de ellos a cada instante. Seamos
agradecidos; es una buena costumbre, que además nos ayuda muy positivamente en
nuestro camino hacia la Luz Infinita de ETERNO, Baruj Hu. Agradecer significa
reconocer, en primer lugar, que lo que recibimos es más de lo que merecemos y,
en segundo, significa entender que la dádiva en realidad no procede del
instrumento que nos la da directamente, sino de El Eterno, Bendito sea.
Textos para meditar: Tehilim 100:4, Daniel
6:10, Ezra 3:11, Divrei Hayamim Alef 23:28, Divrei Hayamim Bet 30:22, Efesios
5:20, Filipenses 4:6, Colosenses 3:17, 4:2, 1
Entendiendo quiénes
somos En Devarim 7:6-8 está escrito: “Porque tú eres pueblo santo para
El Eterno tu Elohim; El Eterno tu Elohim te ha escogido para serle un pueblo
especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por
ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido El Eterno y os ha
escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino
por cuanto El Eterno os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros
padres, os ha sacado El Eterno con mano poderosa, y os ha rescatado de
servidumbre, de la mano de Faraón rey de Mitsrayim.”
Muchos pueblos de la tierra existían cuando
Yisrael ni siquiera había aparecido en la historia; cuando El Eterno, Bendito
sea, hizo las promesas a Abraham Avinu, ya había pueblos que estaban asentados
en Erets K’naan. Tiempo después de este encuentro con El Eterno
Tesoros encontrados en la parasha
El aliento Divino nos hace conocer la Torah por
El texto del Shema (Devarim 6:4) no sólo es el más significativo
en el seno de nuestro noble pueblo, sino que inmersas tiene hermosas perlas que
vale la pena conocer. Entre estas están las siguientes: Este texto contiene
seis palabras, que son el credo básico de nuestro pueblo; ello en cierta forma
nos recuerda los días de la creación, en los cuales este texto y su significado
son los que sostienen todo lo existente en esta edad presente, en la que
todavía no somos uno con la Luz Infinita El texto tiene cinco letras he,
que nos recuerdan los cinco libros de la Torah; teniendo en cuenta que la he también
es un símbolo del Aliento Divino por medio de la Shejinah, podemos
aprender que cuando somos conscientes de la Unicidad, Omnipotencia y demás
Atributos del BENDITO ES, lo cual debe traducirse en amor hacia Él,
estamos capacitados para cumplir toda la Torah (lo cual es insuflado por ese
Aliento).
El Nombre de Poder, EL, está dos veces, una en “Yisrael” y otra
en “nuestro Elohim”, lo que nos indica que la condición de Yisrael es ser uno
con El Eterno, Bendito sea. Así como una parte del Nombre está en Yisrael,
Yisrael al final formará parte de El Eterno, siendo siempre uno con Él.
La última letra es una dalet, que nos recuerda una
puerta; esto significa, entre otras cosas, que al final del tiempo la puerta se
abrirá para que todos conozcamos a El Eterno, desde el menor hasta el mayor de
todos.
Encontramos tres letras alef en tres palabras:
Yisrael (la segunda), “nuestro Elohim” (la cuarta) y ejad (la
sexta); la letra alef tiene un valor de uno (que también
nos muestra que en cada período de dos mil años la unidad no se rompe), que nos
enseña como inmenso consuelo y esperanza cierta en el futuro que El Eterno y Su
pueblo Yisrael son y serán ejad, lo que en cierta forma nos muestra
el cordón de tres dobleces de Qohelet 4:12; ¿cuál es el tercer componente?
La Shejinah, que es la que restablece la unión entre El Eterno y Su
pueblo.
Codificando el texto de otra forma, obtenemos más información
que nos sumerge más en las riquezas de la Torah: La primera palabra, shema,
se compone de dos partes: La primera está integrada por las letras shin y mem,
que forman la palabra shem, que es “nombre”, y la segunda por la
letra ayin, que tiene el valor de setenta, que es el número de
naciones gentiles. Esto se traduciría como “El Nombre para todas las naciones”,
ya que en la palabra uno y otro van ligados; la segunda palabra, Yisrael (que
además significa “El Eterno lucha”) que es el primogénito de El Eterno,
contiene el Nombre de Poder de El Eterno al final, lo que podríamos leer como:
“Aquel de Quien Yisrael, el primogénito, está en Sus entrañas, y es Su
constante estandarte y protección”;
la siguiente palabra es el Nombre Inefable de El Eterno, que
básicamente identifica a Quien es el Centro de todo y de todos; vienen luego
dos palabras, “nuestro Elohim”, que tiene que ver con el Atributo de Justicia,
y el Nombre Inefable, que se identifica con el Atributo de Misericordia, que
podríamos leer como “Quien es La Justicia y Misericordia”; finalmente viene la
palabra ejad, que significa uno (o “es uno”), unidad, y que tiene
que ver con tres vocablos: Verdad (alef), vida (jet) y camino (dalet),
lo que puede entonces leerse como “es y será por siempre y eternamente la
verdad, la vida y el camino”. Por lo tanto obtenemos del texto una verdad
sorprendentemente fiel a los Escritos Sagrados: “El Nombre que es para todas
las naciones, Aquel de Quien Yisrael, Su primogénito, está en Sus entrañas y es
su constante estandarte y protección, El que es y que será, Quien es La
Justicia y Misericordia, es eternamente la única verdad, la única vida y el
único camino
Vaet-janan,” y rogue’” con esta frase comienza la parasha’
de esta semana, la petición que Moshé como líder conocido y
reconocido, realiza al ETERNO, Conocido por el pueblo, reconocido,
aprobado y respaldado por la mas alta autoridad de lo creado el mismo
ELOHA CREADOR, quien lo llamo a su servicio, quien le quito todo
obstáculo, disculpa, inquietud, incertidumbre, duda de su corazón.
Mediante una zarza le dio la instrucción para la
obediencia y lo puso como líder libertador, de su pueblo esclavizado por
Mitzraim, proporcionándole lo necesario para el cumplimiento de su plan, y lo
mas importante acompañándole siempre y respaldándolo e incluso cambiando
algunas directrices de su criterio y escuchando las razones de su líder,
con quien reflexiona sobre la importancia del respeto y amor a su Nombre, la
Majestuosidad y autoridad que significa, Al no retroceder con su pueblo para
llevarlo a su meta final, mostrando su autoridad, pero también su Amor y
misericordia, para el resto de las naciones, para toda la humanidad.
Pero con el pesar y quizás el mas duro aprendizaje para Moshé el
de no poder entrar a la tierra prometida, aparentemente un equívoco
pequeño para él y su generación, pero muy grande y costoso para
ELOHA, porque no solo el no entro sino toda la generación que salió con él, por
que el detalle de la equivocación no solo fue de Moshé su
líder, sino el de la presión de todo un pueblo, realizando un paralelo,
la equivocación y mala decisión de las autoridades en tiempos de Yeshúa’,
también la presión y manipulación de todo un pueblo, llevo a
ajusticiar al justo entre los justos, un gran costo para ELOHA.
Yojanan 14:6: “Yeshúa le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Si
invertimos un poco el orden de las palabras, y decimos “la verdad, la vida y el
camino”, obtenemos un acróstico que describe la palabra ejad.
Moshé como líder libertador no claudico, y su regalo y
consuelo fue el de mirar y divisar desde el monte en la cima del pisga’,
la belleza de la tierra prometida su extensión, y el de poder entregar en
herencia a Yehoshua el comando, de poder
entrar con la siguiente generación y cumplir la realización de llegar a la
tierra, como el buen padre que hereda a su buen hijo, el fruto de toda una vida
de trabajos y luchas, capitales y tesoros, para el y sus descendientes, con la
melancolía de no estar mas con ellos, pero con la grandeza de haber
cumplido en su existencia, con la meta trazada, dejando el mejor legado un hijo
formado en la obediencia, para que también pueda enfrentar, sus trabajos y
luchas, formando capitales y tesoros, para que el también pueda entregar su
herencia, que en verdad es la Torah, en el Amor de Yeshúa’, quien muestra el
amor del ETERNO de quien es toda esa Grandeza.
Devarim3..23-25,En ese tiempo, le rogue’ al ETERNO..”¡ oh
ADONI ETRNO! Tú has comenzado a mostrar Tu grandeza y Tu fuerte mano, pues ¿Qué
otro Elohim hay en el cielo o en la tierra que pueda hacer tus obras y que
tenga tu poder? Te imploro que me dejes pasar para que pueda contemplar la
buena tierra que hay al otro lado del yarde´n, esas hermosas montañas y el
libano.
Resumen de la parasha Nota… con este dibujo es
didáctico repite la instrucción moshe a su pueblo.
Moshé le cuenta al Pueblo Judío cómo
le imploró a El eterno que le permita ingresar a la Tierra de Israel. EL-Se
negó, pero le indicó que ascienda una montaña para ver la Tierra Prometida.
Continuando con su “repaso de la Torá”, Moshé describe el Éxodo desde Egipto y
la Entrega de la Torá, declarando los eventos sin precedentes en la historia de
la humanidad. “¿Alguna vez ocurrió este gran evento, o algo similar alguna vez
se oyó? ¿Alguna vez un pueblo escuchó la voz de Elohim hablando desde el
fuego...y vivió? ... Tú viste, para saber, que Elohim es Elohim y no hay otro
excepto Él”.
Moshé predice que, en generaciones
futuras, la gente se alejará de El Eterno, adorará ídolos, será exiliada de su
tierra y esparcida por las naciones del mundo; pero allí ellos buscarán a
Elohim y retornarán a observar sus preceptos. Nuestra parashá también incluye
una repetición de los Diez Mandamientos, y los versos del Shemá que declaran
los fundamentos de la fe Israelita: la unicidad de El Eterno (“Escucha Israel,
Adonay es nuestro ELOHIM, Adonay es uno”); los preceptos de amor a
Elohim, estudiar su Torá y “atar” estas palabras como Tefilín en nuestro brazo
y cabeza, e inscribirlas en las Mezuzot fijadas en las jambas de nuestras
puertas.
Historia para reflexionar y aplicar con nuestros hijos,
también talmidim.
La Parashá de esta semana contiene una de las proclamas más
significativa dentro de la liturgia judía, el Shemá Israel. A continuación una
historia que lo ilustra en su plenitud. Durante el Holocausto en Europa, muchos
niños Judíos fueron dejados en conventos católicos. Los padres, ante la
desesperación elegían a veces este camino. Depositaban entonces bebés y niños
en los orfanatos de la Iglesia. Allí estos recibían alimento y techo. Miles se
salvaron así de las cámaras de gas. Concluyó la guerra. Muchas asociaciones y
centros de refugiados se ocuparon de volver a reunir a familias y registrar
datos. Lentamente comenzaron a llegar noticias sobre los niños que fueron
depositados en las Iglesias. Fue enviada una comisión integrada por Rabinos
desde USA y Gran Bretaña para tratar de devolver a estos niños al seno de su
Pueblo. Los Rabinos se dirigieron al primer convento y pidieron hablar con la
máxima autoridad allí. “Por supuesto que no nos oponemos que los niños vuelvan a
sus familiares o por lo menos a su gente” -dijeron. Pero… ¿cómo sabrán
distinguir cuál es Judío? Nosotros no acostumbramos a señalar el
origen o religión de los chicos”. “Pues la lista de nombres nos ayudará”,
contestaron. “¡La revisaremos y aquellos que suenen como Judíos nos demostrará
su origen!”. “No, no, no; no acostumbramos a hacer así las cosas!!”, dijo el
cura ofendido. “Tenemos que ser detallistas al máximo, sin posibilidad de
error. No liberaremos niños por el mero sonido de un nombre”. Los Rabinos
intentaron convencerlo con buenos argumentos, pero éste, seguía en la suya.
“Sólo permitiré que se retiren niños con la total seguridad de
que sean Judíos”. ¿Qué hacer? La mayoría de los pequeños fueron separados de
sus familias cuando eran muy pequeños aun y no podían recordar por sí solos sus
orígenes. ¿Documentos? Imposible de encontrarlos después de semejante
destrucción. Hicieron un nuevo intento para convencer al sacerdote pero éste
perdió la paciencia. “Lo siento mucho. Ya les di demasiado de mi tiempo.
Decidan ya qué hacer. Les otorgo sólo tres minutos”. Parecía que todos los
esfuerzos iban en saco roto. El corazón de los Rabinos se partía de dolor. De
acuerdo a la información que tenían, decenas de niños Judíos se hallaban en
este convento, y sólo contaban con tres minutos… Los labios murmuraron
una plegaria al Amo del Mundo, para que los ilumine con una idea que les
permita distinguir entre cientos de niños, quienes eran Iehudim, y sólo en tres
minutos. Sus rezos fueron escuchados. A la mente de uno de los Rabanim
llegó una idea increíble. “¿Podemos utilizar los tres minutos cuando queramos?”
“Sí”, fue la respuesta. “Entonces, vendremos cuando los niños se acuesten a
dormir” “A las siete en punto”, fue la respuesta del cura, que no ocultaba su desdén
por la testarudez y perseverancia de los Rabinos y esperaba ansiosamente la
llegada de la hora señalada para saber realmente qué es lo que tramaban. ¿Para
qué irse y volver?. Cuando el reloj dejó oír las siete campanadas, todos los
pupilos se encontraban, después de un pesado día, acostados en sus camas,
ordenadas una al lado de la otra en el gran salón.
Los Rabinos caminaron hacia el centro de la habitación. Uno de
ellos se paró sobre un pequeño banquito y esperó. Un silencio total reinó allí.
Y así, con voz calma, el Rabino pronunció seis palabras que penetraron en la
sala de punta a punta: “SHEMA ISRAEL ADONAI ELOJEINU ADONAI EJAD” (escucha
Israel, ADONAI es nuestro ELOHIM, ADONAI es Uno).En el instante se escucharon
murmullos de todos los extremos del salón. Vocecitas y llantos: “Mamá”,
“Mámele”, “Mame”. Cada niño, en su lengua, buscaba a su madre. La que, unos
años antes, en el momento de acunarlo y taparlo cada noche antes de dormir, y
darle el beso de las “buenas noches”, le susurraba al oído estas palabras, que
son la base de la fe. Palabras que todo niño Judío sabe: “Shemá Israel ADONAI
ELOJEINU ADONAI EJAD. El sacerdote bajó la vista. Los Rabinos lo lograron.
Pudieron rescatar a los niños perdidos. Los pocos segundos que cada madre
dedicó noche a noche al acostar a sus niños, fueron los que mantuvieron a sus
hijos unidos a Su pueblo: Israel.
Como hoy día en cada shabat y en cada mañana,
padres, madres, rabinos, mores, talmidim, debemos recitar, proclamar,
cantar, enunciar y repetir ,SHEMA ISRAEL ADONAI ELOJEINU ADONAI EJAD.
Para que al escuchar esos millares de niños, dispersados y estraviados de la
casa de Israel, los ben Israel, sientan en lo profundo de su corazo’n en su
neshama, el llamado de regreso acasa y también ellos undia en
unidad del pueblo, sirvamos en LA GRANDEZA Y PODER INCOMPARABLE DEL
ETERNO ELOHIM CREADOR ,QUIEN FUE, ES Y SERA POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS
AMEN.
En compañía y de la mano, del mas justo
de los justos y que por esto repartirá justicia, y cumpliendo en seguirle
en su obra salvadora por la cual fue enviado a las ovejas perdidas
de Israel, YESHUA NUESTRO MASHIAJ Dijo..( Mateo10..6-79) Antes bien
id en busca de las ovejas perdidas de la Casa de Israel Y mientras
las andáis buscando anunciad.. El reino de los cielos se ha acercado.
Mateo 15..24 ,1 de pedro2..25,.
Shemá
Israel Adonai Elohéinu Adonái Ejád.
[en voz
baja:] Barúj Shem Kevód Maljutó Leolám Vaéd.
Veahavtá
et Adonai Elohéja, Bejól Levavjá, Uvejól Nafshejá, Uvejól Meodéja. Vehaiú
Hadvarím Haéile Ashér Anojí Metzavjá Haióm Al Levavéja. Veshinantám Levanéja
Vedibartá Bam, Beshivtejá Beveitéja, Uvelejtejá Vadérej, Uveshojbejá, Uvkumejá.
Ukshartám Leót Al Iadeja Vehaui Letotafot Bein Eneja Uktabtam al Mezuzot
Beitéja, Uvishearéja.
V’ahavta le’re’ja kamoja.
A BUSCAR LAS OVEJAS,
¡SHABAT SHALOM.
Adoptado por: Dan ben Israel.
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