viernes, 30 de octubre de 2020

Parashá 3 Lej Lejá,

 

Parashá 3 Lej Lejá,

Bereshit (Génesis) 12:1 – 17:27

Para ser compartida en el Shabat de 13 del 8° mes Bíblico (bul-jeshvn) de 5781 – octubre 31 de 2.2020 

Aliyás de la Torá:

  1. 12:1-13
  2. 12:14 – 13:4
  3. 13:4-18
  4. 14:1-20
  5. 14:21 – 15:6
  6. 15:7 – 17:6
  7. 17:7-23
  8. Maftir: 17:24-27

Haftará: Isaías 40:27 – 41:16

Brit Hadasha (pacto renovado): Hechos 7:1-8; Romanos 3:19 – 5:6; Gálatas 3:15-18; 5:1-6; Colosenses 2:11-15; Hebreos 7:1-19; 11:8-12

Lej Lejá

Significa vete a ti mismo, o vete por tu propia causa.

Las diferentes traducciones no han podrido interpretar correctamente este madato que en su intención correcta seía:

“vete y encuéntrate con Tigo mismo” o “vete y encuéntrate con Mi voluntad para tu vida”

 Primera aliyá, 12:1-13

El Eterno manda que Avram salga de su tierra y de sus familiares para ir a una tierra nueva que le iba a ser revelada con el tiempo. Por esa pérdida Avram recibe la promesa de ser hecho una nueva nación grande, de recibir riquezas, de ser un hombre famoso, de ser un canal de bendición para todas las familias de la tierra y un medio de juicio para los maledicientes.

Avram sale de su tierra y de su familia en obediencia junto con su esposa y con todos sus discípulos. Pero lleva un familiar consigo, su sobrino Lot. Al llegar a la tierra de Kenáan va atravesándola hasta llegar a Shejem, donde edifica su primer altar después de haber recibido la revelación de que sus hijos serían los herederos de esa tierra. De allí se muda al monte estando entre Betel y Hai. Allí edifica su segundo altar e invoca el Nombre del Eterno por primera vez en la tierra prometida.

Luego sigue cruzando el país hasta llegar al sur, hasta el Neguev. Estando allí vino una sequía y Avraham sigue su camino rumbo a Egipto para salvarse del hambre. Por temor a ser maltratado por los egipcios le pide a su esposa no revelar su verdadera identidad, sino sólo decir que era su hermana.

Segunda aliyá, 12:14 – 13:4

Al llegar a Egipto Sarai es tomada como esposa por Faraón y Avram recibe muchos regalos por causa de ella. Pero el Eterno protege a Sarai, la esposa de Avram, enviando grandes plagas sobre el rey de Egipto de modo que él se da cuenta de que estaba casada y así la devuelve a su marido. Luego son despedidos de Egipto con grandes riquezas y vuelven a la tierra de Kenáan pasando por el mismo camino que habían recorrido anteriormente, hasta llegar al mismo lugar donde habían estado antes, entre Betel y Hai. Por segunda vez Avram invoca el Nombre del Eterno en la tierra de la promesa.

 

Tercera aliyá, 13:5-18

Por andar con Avram también Lot obtiene muchas riquezas, entre ellas ovejas, vacas y tiendas. Por esa razón ya no hay más lugar para que estén juntos. Por una riña entre los pastores Avram decide despedir a su sobrino ofreciéndole el área que más le guste. Lot sólo piensa en su bienestar material y escoge la parte más fértil de la tierra, la del oriente donde están las ciudades Sedom y Amorá, y así se separan. Lot se acerca cada vez más a la ciudad de Sedom donde hay hombres muy malos.

Después de la separación el Eterno le muestra a Avram toda la tierra en visión prometiéndole que será suya y de su descendencia para siempre. Su descendencia será como el polvo de la tierra que no se puede contar.

Después de recibir la orden de recorrer la tierra a lo largo y a lo ancho Avram se muda y llega hasta la planicie de Mamré, en Jevrón. Allí edifica su tercer altar en la tierra prometida.

Cuarta aliyá, 14:1-20

Cuatro reyes del oriente vienen a hacer guerra para subyugar de nuevo a los territorios que se han rebelado contra ellos, y entre ellos se encuentran las cinco ciudades del territorio de Sedom, que están cerca de aquel valle que luego se convertiría en el mar salado. Los cinco reyes del territorio de Sedom salen a enfrentar a los cuatro reyes del oriente, y son derrotados ante ellos. Las dos ciudades Sedom y Amorá son despojadas y Lot es tomado como prisionero de guerra con todas sus posesiones.

Cuando Avram se entera de esto, moviliza a sus 318 hombres adiestrados y sale detrás de los reyes del oriente hasta el norte del país. Por la noche los ataca y los persiguen hasta el norte de Damesek, recobrando así todos los bienes junto con los prisioneros de guerra, incluyendo a Lot.

A la vuelta de la matanza sale el rey de Sedom, que había sobrevivido, a su encuentro en el valle del Rey. En ese momento se presenta el rey y sacerdote de Shalem, Malki-Tsedek, ofreciendo a Avram pan y vino. Malki-Tsedek bendice a Avram y luego al Altísimo que le había entregado a sus enemigos.

Quinta aliyá, 14:21 – 15:6

El rey de Sedom le ofrece a Avram todos sus bienes recuperados en la guerra pero Avram rehúsa recibir para sí ni un hilo de ese rey malvado para que nadie diga que él le había enriquecido.

Después viene la palabra de HaShem diciendo a Avram que no tema porqué El es su escudo. Cuando Avram recibe la promesa de que su recompensa será muy grande contesta diciendo que no tiene hijo para heredar todos los bienes. HaShem cambia los planes en cuanto al heredero. No será el mayordomo de la casa, Eliezer de Damesek, sino uno que saldrá de sus propias entrañas.

HaShem le saca a Avram y le dice que cuente las estrellas del cielo si puede. “Así será tu descendencia”, le dijo. Avram le cree a HaShem y le es considerado como justicia.

Sexta aliyá, 15:7 – 17:6

El Eterno promete de nuevo que le va a dar la tierra para su posesión. Avram pregunta cómo podrá saber eso. El Eterno le manda traer y sacrificar unos animales. Por la tarde viene un sueño profético sobre Avram y puede sentir el terror de lo que sus descendientes van a experimentar al ser oprimidos durante 400 años en una tierra ajena. Después de la muerte de Avram saldrán de allí con grandes riquezas, y volverán a la tierra prometida en la cuarta generación.

Por la noche aparece un horno humeante y una antorcha de fuego paseando entre las mitades de los animales sacrificados y así HaShem establece un pacto con Avram prometiendo que será dada a sus descendientes toda la tierra desde el río de Egipto hasta el río Eufrates, donde hay diez naciones en estos momentos.

Como Sarai no puede tener hijos, ella ofrece a Avram su sierva egipcia como concubina para que pueda tener hijos por medio de ella. Avram le hace caso a su esposa y Hagar le es dada como segunda esposa. Al quedarse embarazada Hagar empieza a despreciar a su señora. Sarai le pide a su marido que actúe en el caso, y Avram le da permiso para corregir a Hagar. En lugar de humillarse ante la corrección de Sarai, Hagar huye al campo después de haber tenido un aborto.

El ángel del Eterno la encuentra junto a una fuente de agua y le dice que vuelva a su señora para someterse a su autoridad. Luego dice que su descendencia será tan numerosa que no se podrá contar y que volverá a quedarse embarazada para dar a luz un hijo llamado Yishmael en recuerdo de que el Eterno haya oído su aflicción. El hijo será como un asno montés y estará en conflicto con todos. Hagar da un nombre a ese lugar, el Pozo del Viviente que me ve. Después de dar a luz Hagar entrega el hijo a Avram que le da el nombre de Yishmael.

Trece años más tarde HaShem se aparece de nuevo a Avram y le dice que El es el Eloah Todosuficiente. “Anda delante de mí y se perfecto. Y yo daré mi pacto entre yo y tú y te aumentaré muchísimo.”

Avram se echa sobre su rostro en tierra y Elohim le habla de nuevo diciendo que será padre de muchas naciones y por eso su nombre será cambiado en Avraham. Será fecundo en gran manera y de él saldrán naciones e incluso reyes.

Séptima aliyá y maftir, 17:7-27

HaShem establecerá el pacto no solamente con Avraham sino con sus descendientes eternamente, de ser su Eloah y darles toda la tierra Kenáan donde él está peregrinando. A Avraham y a sus descendientes varones les toca ser circuncidados en la carne del prepucio, como señal del pacto. A la edad de ocho días tendrá que ser circuncidado todo varón natural. Y todo siervo nacido en la familia o comprado por dinero también tendrá que ser circuncidado. El alma del varón que no es circuncidado en la carne de su prepucio será cortada del pueblo, por haber quebrantado el pacto.

Sarai recibe un nuevo nombre, Sará. Ella será bendecida de manera que pueda dar a luz un hijo para Avraham. Ella será el origen de naciones, y reyes vendrán de ella.

Avraham se postra otra vez sobre su rostro riéndose pensando en que él tiene 100 años y su esposa 90 años. Luego dice: “Que Yishmael viva delante de ti.” Pero Eloah dice: “No, sino que Sará, tu mujer, te dará un hijo y le pondrás por nombre Yitsjak; y estableceré mi pacto con él, pacto eterno para su descendencia después de él.”

Luego le promete bendecir a Yishmael de manera que será un pueblo grande con doce príncipes. Pero el pacto será establecido con Yitsjak que nacerá en la misma fiesta el próximo año.

Después de la partida de los ángeles de Elohim, Avraham toma, el mismo día, a su hijo Yishmael y a todos los siervos nacidos en su familia y a los que habían sido comprados por dinero y les circuncida. Avraham también se circuncida a los 99 años de edad, junto con su hijo Yishmael con 13 años de edad.

 

COMENTARIO

Gén   12:1-3 “Y el Eterno dijo a Abram: Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.” - Según el relato de Esteban en Hechos 7:2-4 el Eterno ya se había aparecido a Abram en Ur-Kasdim, como está escrito:

“El Eloah de gloria apareció a nuestro padre Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes que habitara en Jarán, y le dijo: "SAL DE TU TIERRA Y DE TU PARENTELA, Y VE A LA TIERRA QUE YO TE MOSTRARE." Entonces él salió de la tierra de los caldeos y se radicó en Jarán. Y de allí, después de la muerte de su padre, Eloah lo trasladó a esta tierra en la cual ahora vosotros habitáis.”

Esto nos enseña que el llamado ya lo había recibido Abram en el país donde nació. Las Escrituras no cuentan la razón por la que Teraj tomó la decisión de salir de Ur con parte de su familia.

Sin embargo, el libro de Yashar, junto con otros midrashes, relatan como Teraj había sido el general del ejército del rey Nimrod cuando tuvo a su hijo Abram, y por causa de un mensaje de los astrólogos Nimrod había decidido matar a todos los niños recién nacidos en su reino, porque temía que un nuevo rey había nacido que le iba a quitar de su puesto. Teraj escondió a Abram en una cueva durante 13 años y con astucia le entregó un niño recién nacido de una de sus siervas, diciendo que era Abram. Así Abram pudo sobrevivir el primer ataque contra su vida. Esta fue la primera de las diez pruebas que tuvo que pasar nuestro padre.

La segunda prueba que cuentan los midrashes fue cuando Abram no quiso adorar a los dioses de madera y piedra que su padre Teraj servía. También desafió la idolatría del rey Nimrod y por eso fue puesto en la cárcel durante diez años y luego echado en un horno de fuego junto con su hermano Harán. El Eterno le liberó milagrosamente de esa prueba pero su hermano fue consumido por las llamas.

Por causa de todo esto Teraj tomó la decisión de salir de Ur para tener paz en su familia. Su plan era ir hasta la tierra de Kenáan, pero nunca llegó. Se quedó por la mitad, en Jarán, en la parte sur-este de lo que hoy es Turquía.

Vemos como Avram obedece el llamado de salir de su tierra y de su familia. Sin embargo, lleva consigo a su sobrino Lot, cuyo nombre significa “velo”, que con el tiempo le causará muchos problemas.

En Isaías 29:22 está escrito:

“Por tanto el Eterno, que redimió a Abraham, dice así acerca de la casa de Jacob: Jacob no será ahora avergonzado, ni palidecerá ahora su rostro.”

Aquí dice que el Eterno redimió a Abraham. La palabra hebrea para redimir es aquí “padá” que significa pagar un rescate, rescatar, redimir, recuperar, recobrar; fig. liberar, libertar, salvar.

“una nación” – la palabra hebrea es “goy”, que originalmente significa una nación. Luego llegó también a tener el significado de una nación gentil, que no sea Israel, y más adelante una persona de una de esas naciones gentiles, un gentil.

“serás bendición” – El propósito de la elección de Abraham fue que él fuera un medio de bendición para todas las personas de la tierra. Este propósito sigue siendo el mismo para todos sus descendientes. La elección no fue con el propósito de privar a los demás de las bendiciones Divinas, sino precisamente para que los demás también pudieran alcanzar las riquezas que el Eterno está dando a Abraham y sus hijos.

“Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré.” – Vemos como Abraham está puesto como un punto de mira para las demás naciones. Su bienestar o caída dependerá a la larga de su manera de tratar a los hijos de Abraham, los Israelitas.

Aunque Yishmael fue descendiente físico de Abraham, esta promesa no fue dada para sus hijos, los árabes, como está escrito en Génesis 21:10:

“Echa fuera a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de ser heredero juntamente con mi hijo Yitsjak.”

También está escrito en Números 24:5, 9b:

“¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Yaakov; tus moradas, oh Israel! … Benditos los que te bendigan, y malditos los que te maldigan.”

Aquí vemos que la misma bendición y maldición que fue pronunciada sobre Abraham es aplicada sobre el pueblo de Israel.

Sin embargo hay una bendición especial para los hijos de Yismael, según vemos en 17:20:

“Y en cuanto a Yishmael, te he oído; he aquí, yo lo bendeciré y lo haré fecundo y lo multiplicaré en gran manera. Engendrará a doce príncipes y haré de él una gran nación.”

“al que te maldiga” - Mientras que la promesa de bendición para los que bendigan a Israel está pronunciada en plural, la promesa de la maldición está puesta en singular.

La maldición cae sobre cada persona que hable mal (maldiga) de Israel y el pueblo judío. La historia nos enseña que aquellas naciones que han tratado bien al pueblo judío han prosperado, y que las naciones que han maltratado a los Yisraelitas, han tenido que sufrir las graves consecuencias de sus hechos.

“Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra” – Otra posible traducción es “en ti serán injertadas todas las familias de la tierra”. Vemos el cumplimiento de esta promesa en Romanos 11:17-18 donde está escrito:

“Pero si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo un olivo silvestre, fuiste injertado entre ellas y fuiste hecho participante con ellas de la rica savia de la raíz del olivo, no seas arrogante para con las ramas; pero si eres arrogante,
recuerda que tú no eres el que sustenta la raíz, sino que la raíz es la que te sustenta a ti.”

Cuando un gentil se arrepiente de sus pecados para entregarse al Eloha de Israel, es cortado de su árbol original, su pueblo gentil, e injertado dentro del olivo cultivado, que es Israel, cuya raíz es el Mesías, según Isaías 11:10; 53:2; Romanos 15:12; Revelación 5:5.

“familias” – La palabra hebrea traducida como familia es “mishpajá”. No se refiere a lo que llamamos nucleo familiar -padre, madre e hijos- sino a una familia que incluye a los abuelos, los tíos, los primos y demás.

La palabra hebrea para el nucleo familiar es “bait”, normalmente traducida como “casa”, cf. 12:1 donde la “casa” no se refiere a un edificio, sino a la familia de su padre.

En el Salmo 22:27 hay una profecía que habla del cumplimiento de esta promesa:

“Todos los términos de la tierra se acordarán y se volverán al Eterno,  y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti.”

12:4a “Entonces Abram se fue tal como el Eterno le había dicho.” – Esta salida de Jarán constituye la tercera prueba grande en la vida de nuestro padre de la emuná.

La fe se basa en la palabra del Eterno. Abram confiaba en la promesa y salió en obediencia, como está escrito en Hebreos 11:8:

“Por la fe Abraham, al ser llamado, obedeció, saliendo para un lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber adónde iba.”

12:5  “Y tomó Abram a Sarai su mujer, y a Lot su sobrino, y todas las posesiones que ellos habían acumulado, y las almas que habían hecho en Jarán, y salieron para ir a la tierra de Canaán; y a la tierra de Canaán llegaron.” – Las almas que habían hecho es una referencia a que habían ganado personas para la fe de ellos. Según los abios, Abraham convertía a los hombres y Sará convertía a las mujeres. Según el midrash, Abram convocó asambleas públicas en Jarán, para proclamar la verdad de Un Creador, e instó a servirlo. Luego de los discursos públicos, estaba dispuesto a debatir sus propuestas con cualquier persona que las cuestionara. Así ganó decenas de miles de adeptos que reconocieron la existencia del Eterno.[1]

-------

12:6-7 “Y atravesó Abram el país hasta el lugar de Shejem, hasta el planicie de Moré. Y el cananeo estaba entonces en la tierra. Y el Eterno se apareció a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Entonces él edificó allí un altar al Eterno que se le había aparecido. Y el Eterno se apareció a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Entonces él edificó allí un altar al Eterno que se le había aparecido.” – Shejem significa hombro, cerviz, nuca, en relación con levantar una carga.[2]. Moré significa maestro.[3]

…..Avraham viene de una cultura pgana, idolatra y en este anviete se le presento el Eterno

La primera experiencia espiritual profunda que tuvo Abram después de haber obedecido al Eterno al salir de Mesopotamia, fue una aparición del Eterno en Shejem y Moré. Esta experiencia le marcó tanto que tomó la decisión de edificar en ese lugar un altar. Ese altar representa la primera experiencia en la vida de la fe de todos los que van a ser contados por Eloha como hijos, se trata de la entrega del yo.

El altar es un lugar de sacrificio, un animal es ofrecido como representación del hombre. La ofrenda de ascensión (holocausto) simboliza una entrega total. El altar es el lugar donde la voluntad del hombre se somete a la voluntad del Eterno. “No se haga mi voluntad sino la tuya.” “Que no sea como yo quiero sino como tú quieras.”

Así que, Shejem representa en la vida de Abraham el lugar de conversión, el lugar donde muere de si mismo y reconoce al Eterno como su único Eloah verdadero. Es el lugar donde el Eterno le prometió por primera vez que su descendencia recibiría esa tierra.

Y de la misma manera como Abraham tuvo esa experiencia, todos los que en el día del juicio van a ser finalmente contados como sus hijos tendrán que tener la misma experiencia. Todos sus hijos tendrán que pasar por Shejem, donde reconocen al Eloha único y mueren de sus propias vidas en el primer altar.

La experiencia con la muerte y resurrección de Yeshúa es la base sobre la cual el Eterno entrega la tierra a los hijos de Abraham.

“el planicie de Moré” – Junto a Shejem está la llanura de Moré. Moré significa “maestro” y viene de una raíz que significa fluir; poner, echar, tirar; señalar; enseñar.[5] Es la misma raíz que se encuentra en la palabra Torah.

Así que cuando Abram primero tuvo la experiencia profunda de conversión en Shejem al mismo tiempo tuvo la experiencia de lo que implica tener un Moré, un Maestro que le enseñaba la Torah.

La Torah es algo que marca la diferencia entre lo santo y lo común, lo verdadero y lo falso, luz y tinieblas, vida y muerte, etc.

El Eterno le enseñó los mandamientos a nuestro padre Abraham, como está escrito en Génesis 26:5:

“Abraham me obedeció, y guardó mi ordenanza, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.”

Más adelante, después de la entrada en la Tierra, los hijos de Israel tuvieron que marcar la diferencia entre la bendición y la maldición precisamente en el valle de Moré.

En el norte tenían el monte Eival, que representa la maldición que es producida por la desobediencia a los mandamientos, y en el sur tenían el monte Guerizim, que representa la bendición por obedecer los mandamientos. Cf. Deuteronomio 11:26-32; 27:12; Josué 8:33.

Moré es el lugar donde se reconoce la Torah del Eterno como el patrón de nuestra vida.

Moré representa también a Yeshúa HaMashiaj como el gran Rabino, nuestro gran Maestro, el Verbo - Palabra que nos enseña a vivir según la Torah que fue dada en Sinai. El dice según Mateo 5.17-20:

“No penséis que he venido para abolir la Torah o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla. Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.”

Combinando los dos lugares Shejem y Moré, vemos también una conexión entre nuestra aceptación de la muerte del Mesías y la aceptación del Mesías como nuestro Maestro de Torah.

Shejem y Moré representan los dos pasos para ser salvo como está escrito en Romanos 10:9-10:

“si confiesas con tu boca a Yeshúa por Señor, y crees en tu corazón que Eloha le resucitó de entre los muertos, serás salvo; porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.”

El segundo yugo, el de la Torá, se encuentra en Deuteronomio 11:13-20 donde está escrito:

“Y sucederá que si obedecéis mis mandamientos que os ordeno hoy, de amar al Eterno vuestro Eloah y de servirle con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, El dará a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, lluvia temprana y lluvia tardía, para que recojas tu grano, tu mosto y tu aceite. Y El dará hierba en tus campos para tu ganado, y comerás y te saciarás. Cuidaos, no sea que se engañe vuestro corazón y os desviéis y sirváis a otros dioses, y los adoréis. No sea que la ira del Eterno se encienda contra vosotros, y cierre los cielos y no haya lluvia y la tierra no produzca su fruto, y pronto perezcáis en la buena tierra que el Eterno os da. Grabad, pues, estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma; atadlas como una señal a vuestra mano, y serán por insignias entre vuestros ojos. Y enseñadlas a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y escríbelas en los postes de tu casa y en tus puertas.”

En este yugo de la Torah vemos como el pronombre se va cambiando a una forma plural. En el primer yugo, el del Reino el texto está escrito de una forma solamente personal, singular, “amarás, tu, tu, tu, enseñarás, escribirás etc.”

En este yugo de la Torá vemos que se usa la forma plural “obedecéis, os, vuestro, vuestro, vuestra, vuestra” pero luego, en el versículo 14 va pasando al singular: “recojas… etc” para luego volver al plural en los versículos 16-19a: “cuidaos…”, y finalmente, pasar otra vez al singular en los versículos 19b-20: “te…”

De esto aprendemos que el yugo de la Torah nos enseña a vivir nuestra vida privada en obediencia en una relación con el pueblo de Israel dentro del cual estamos.

Por lo tanto no es suficiente vivir solos delante del Eterno. Necesitamos formar parte de un colectivo. Y este es precisamente el resultado del trabajo de la Torah en nuestras vidas.

Uno no puede amar al Eterno y aborrecer al hermano. Es imposible, porque el amor al Eterno te lleva forzosamente a amar a tu prójimo, primero los más cercanos y luego los que están más allá de los conocidos.

En Efesios 4:1-6 está escrito:

“Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Eloha y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.”

En Filipenses 2:1-4 está escrito: 

“Por tanto, si hay algún estímulo en el Mesías, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu, si algún afecto y compasión, haced completo mi gozo, siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito. Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.”

En Colosenses 1:3-4; 3:12-15 está escrito: 

“Damos gracias a Eloah, el Padre de nuestro Señor Yeshúa el Mesías, orando siempre por vosotros, al oír de vuestra fe en el Mesías Yeshúa y del amor que tenéis por todos los santos… Entonces, como escogidos de Eloah, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como el Mesías os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo de la unidad. Y que la paz de Mesías reine en vuestros corazones, a la cual en verdad fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.”

En 1 Tesalonicenses 4:9-10 está escrito: 

“Mas en cuanto al amor fraternal, no tenéis necesidad de que nadie os escriba, porque vosotros mismos habéis sido enseñados por Eloha a amaros unos a otros; porque en verdad lo practicáis con todos los hermanos que están en toda Macedonia. Pero os instamos, hermanos, a que abundéis en ello más y más.”

En 1 Pedro 4:8 está escrito: 

“Sobre todo, sed fervientes en vuestro amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados.”

En Juan 15:12-13 está escrito: 

“Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como yo os he amado. Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos.”

En 1 Juan 3:10-18, 22-23 está escrito: 

“En esto se reconocen los hijos de Eloha y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Eloha; tampoco aquel que no ama a su hermano. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros; no como Caín que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos, no os maravilléis si el mundo os odia. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en muerte. Todo el que aborrece a su hermano es homicida, y vosotros sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto conocemos el amor: en que El puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Eloah en él? Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad…. y todo lo que pidamos lo recibimos de El, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de El. Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Yeshúa el Mesías, y que nos amemos unos a otros como El nos ha mandado.”

En 1 Juan 4:7-12, 19-21; 5:1-2 está escrito: 

“Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Eloha, y todo el que ama es nacido de Eloha y conoce a Eloha. El que no ama no conoce a Eloha, porque Eloha es amor.  En esto se manifestó el amor de Eloha en nosotros: en que Eloha ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de El. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Eloha, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Amados, si Eloha así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Eloha nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Eloha permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros… Nosotros amamos, porque El nos amó primero. Si alguno dice: Yo amo a Eloha, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Eloah a quien no ha visto. Y este mandamiento tenemos de El: que el que ama a Eloah, ame también a su hermano. Todo aquel que cree que Yeshúa es el Mesías, es nacido de Eloah; y todo aquel que ama al Padre, ama al que ha nacido de El. En esto sabemos que amamos a los hijos de Eloah: cuando amamos a Eloha y guardamos sus mandamientos.”

En todos estos textos vemos la importancia de tener una relación correcta con el pueblo de Eloha que es la Familia de Eloha y el Templo de Eloha.

La experiencia de salvación con la aceptación del yugo del Reino y el yugo de la Torá es maravillosa, y transforma nuestra vida personal. Pero hay más. Conforme vayamos creciendo en el conocimiento del Eterno por medio de Su Torah revelada por medio de Moshé y el Mesías Yeshúa, entraremos en una dimensión nueva de nuestra vida espiritual, la dimensión de colectivismo y así pasamos de Shejem y Morá a Betel, la familia del Eterno.

Es cierto que tenemos una responsabilidad delante del Eterno de nuestras vidas personales, cada uno será juzgado según su propia obra, en pensamientos, palabras y hechos, pero nuestras vidas no fueron creadas para ser islas separadas en un lago, sino miembros de un cuerpo, un colectivo, una gran familia, la gran familia de los hijos de Abraham, el pueblo de Israel.

“al oriente de Betel, y plantó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Hai al oriente” – Hai significa montón o ruina. Betel significa casa de Eloah. ¡Un montón de piedras no es una casa!

Abram se colocó entre Betel y Hai. Cada día al salir de su tienda por la mañana tuvo que elegir entre Betel y Hai, entre el montón de piedras y la casa de Eloha. De la misma manera nosotros tenemos que escoger entre ser una piedra solitaria, aunque sea parte en un montón de piedras juntas, o ser parte de una casa donde hay orden y disciplina.

Para ser parte de una casa hace falta pasar por un proceso de corrección, ser una piedra viva, labrada, y ajustada y colocada en un lugar específico en el edificio. Ya uno no puede hacer lo que le parezca, lo que le plazca.  Hay constructores que han sido puestos para edificar una casa del Eterno en todo lugar, esforzándose para que las piedras sean ajustadas y colocadas cada una en su lugar.

Así que ya terminó el tiempo de ser un solitario espiritual. Llegó el tiempo de ser parte de una casa, un cuerpo, y unirse definitivamente a los hermanos para construir el reino que cada uno de nosotros nos ha sido encomendado como bendecidos de las familias de la tierra.

¡SHABAT Shalom!

 

Asaptado por: HOSHEA BEN YISRAEL

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario