viernes, 31 de julio de 2015

Parashá 45 VaEtjanán

Parashá 45 VaEtjanán
Deuteronomio 3:23 – 7:11
Para el Shabat del 16 de AV de 5.775 (Agosto 1° de 2.015)
Aliyás de la Torá:
1. 3:23 – 4:4
2. 4:5-40
3. 4:41-49
4. 5:1-21(18 heb.)
5. 5:22(19) – 6:3
6. 6:4-25
7. 7:1-11
Haftará: Isaías 40:1-26
Los Escritos Mesiánicos: Revelación 2:18 – 4:11
VaEtjanán
Significa “y supliqué”.
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Esta Parasha es una de las mas ricas para aprender el inmenso valor que tiene el entender lo que significa escuchar. Debido a lo extenso de ella en esta oportunidad abordaremos el tema de la primera y segunda liya.
Primera aliyá, 3:23 – 4:4
3:23 “Yo también supliqué al Eterno en aquel tiempo, diciendo”– La palabra va-etjanán, “supliqué” tiene el valor numérico de 515 y de allí el Midrash deduce que Moshé suplicó 515 veces al Eterno para que le dejara entrar en la Tierra. Su oración no fue contestada antes de su muerte. Sin embargo, cuando vino Yeshúa el Mesías, se habla de que Moshé estuvo con él en uno de los montes de Israel, (posiblemente Tavor), junto con Eliyahu, cf. Mateo 17, pero no fue una experiencia física, puesto que el cuerpo de Moshé no había resucitado todavía, sino una aparición de su espíritu en una dimensión celestial.
3:25 “Permíteme, te suplico, cruzar y ver la buena tierra que está al otro lado del Yardén, ese buen monte y el Levanón.” – Según Rashí, el monte bueno es una referencia a Yerushalayim y Levanón al templo. La palabra “Levanón” viene de laván, “blanco”. El templo es llamado “Levanón” porque blanquea los pecados de Israel.
Algunos aseguran que, Levanón es el nombre que se da a un monte que produce muchos árboles, y los árboles mismos son llamados Levanón. Según él, el templo fue llamado así no solamente porque blanqueaba los pecados de Israel, sino porque estaba situado sobre un monte fértil en árboles.
3:26 “Pero el Eterno se enojó conmigo a causa de vosotros, y no me escuchó; y el Eterno me dijo: "¡Basta! No me hables más de esto.” – La expresión traducida como “basta” es la hebrea rav-laj, “mucho para ti”, que, según Rashí, se puede entender de dos maneras, por un lado como: “¡Basta!”; y por el otro como: “mucho te espera”. Moshé ya tenía una herencia grande esperando para la resurrección de los muertos y por eso no debería preocuparse demasiado por entrar en la tierra en esta ocasión, porque tendría un futuro muy glorioso en el Olam habá, el mundo venidero.
Las Escrituras enseñan que la herencia que recibimos de nuestro Padre celestial se encuentra en dos tiempos, el siglo presente y el siglo futuro, en el Olam haze y el Olam habá. Moshé no recibió ninguna herencia en la tierra en este tiempo, pero la recibirá en el tiempo futuro después de la resurrección de los muertos en la segunda venida de Mashíaj Yeshúa.
4:1 “Ahora pues, oh Israel, escucha los estatutos y los decretos que yo os enseño para que los ejecutéis, a fin de que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Eterno, el Dios de vuestros padres, os da.” – La palabra hebrea para “escuchar”, shemá,
1 significa: “oír”, “escuchar”, “atender”, “hacer caso”, “obedecer”, “entender”
2. Esta palabra aparece más de 90 veces en Deuteronomio. Esto nos enseña que cuando el Eterno, por medio de su profeta, nos dice que tenemos que escuchar, no significa que seamos oidores solamente, sino también hacedores de lo que él dice. El significado doble de la palabra shamá, de donde viene la forma imperativa shemá, “¡escucha!”, implica que uno haga caso y obedezca. De esto habla el shelíaj Yaakov en su carta a los judíos donde está escrito en 1:22-25: “Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero el que mira atentamente a la Torá perfecta, la Torá de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será dichoso en lo que hace.” En Romanos 10:17 está escrito:
“Así que la fe es del oír (shamá), y el oír, por la palabra de Eloha.”
La fe es un resultado no solamente de haber escuchado, sino haber escuchado con una actitud de querer hacer caso a lo que se dice. La fe no se desarrolla en aquella persona que sólo lee las Escrituras, sin hacer caso y ponerlas en práctica. La confianza viene como un resultado de hacer caso a la Torá.
 “Ahora pues, oh Israel, escucha los estatutos (jukim) y los decretos (mishpatim) que yo os enseño para que los ejecutéis, a fin de que viváis…” El propósito de los mandamientos es dar vida. Así que si nuestra obediencia a un mandamiento nos causa la muerte, no hemos cumplido el propósito del mandamiento. Podemos quebrantar todos los mandamientos menos tres para salvar la vida humana. Es preferible morir antes de quebrantar alguno de estos tres:
1. No blasfemar y cometer idolatría.
2. No asesinar.
3. No cometer adulterio.
Los mandamientos fueron dados para vida, tanto en este mundo como en el mundo venidero. Así que si uno guarda estos tres mandamientos y pierde su vida por ello, tendrá una vida superior en el olam habá, como está escrito en Hebreos 11:35:
“Las mujeres recibieron a sus muertos mediante la resurrección; y otros fueron torturados, no aceptando su liberación, a fin de obtener una mejor resurrección.”
El que guarda los mandamientos del Eterno, dados por Moshé, tendrá una vida prolongada, como está escrito en Deuteronomio 4:40; 5:33 y 6:2:
“Así pues, guardarás sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno hoy, a fin de que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que el Eterno tu Dios te da para siempre... Andad en todo el camino que El Eterno vuestro Eloha os ha mandado, a fin de que viváis y os vaya bien, y prolonguéis vuestros días en la tierra que vais a poseer... para que temas al Eterno Tu Eloha, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno, tú y tus hijos y tus nietos, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados.”
En Deuteronomio 32:46-47 está escrito:
“Fijad en vuestros corazones todas las palabras con que doy testimonio hoy, las cuales ordenaréis a vuestros hijos que las guarden y cumplan, todas las palabras de esta Torá. Porque no es algo inútil para vosotros; ciertamente es vuestra vida. Por esta palabra prolongaréis vuestros días en la tierra adonde vosotros vais, cruzando el Yardén a fin de poseerla.”
Los mandamientos no fueron dados para limitar al hombre, sino para prolongar su vida y darle beneficios tanto en este mundo como en el mundo venidero. El hombre que quiere liberarse de la Torá se muere, como está escrito en Romanos 8:6-7, 13:
“Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz; ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Eloha, porque no se sujeta a la Torá de Eloha, pues ni siquiera puede hacerlo... porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.”
Cuando una rama está en el árbol es libre. Si es cortada se muere. La libertad no se encuentra fuera de la obediencia, sino en conexión con Aquel que da la vida y en sujeción a las normas que regulan la vida, como está escrito en Juan 8:34-36:“Yeshúa les respondió: En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre. Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres.” En Deuteronomio 5:29 está escrito:
“¡Quién diera que ellos tuvieran tal corazón que me temieran, y guardaran siempre todos mis mandamientos, para que les fuera bien a ellos y a sus hijos para siempre!”
En Deuteronomio 6:3 está escrito:
“Escucha, pues, oh Israel, y cuida de hacerlo, para que te vaya bien y te multipliques en gran manera, en una tierra que mana leche y miel, tal como el Eterno, el Eloha de tus padres, te ha prometido.”
Estos textos nos enseñan que la obediencia a los mandamientos produce prosperidad tanto para ti como para tus hijos. ¿Quieres ser próspero en la vida? ¡Guarda los mandamientos que te aplican!
4:2 “No añadiréis nada a la palabra que yo os mando, ni quitaréis nada de ella, para que guardéis los mandamientos del Eterno vuestro Eloha que yo os mando.” Está totalmente prohibido añadir a la revelación que fue dada del cielo por medio de Moshé rabenu (nuestro maestro). La misma prohibición se encuentra en 12:32 (13:1 en la versión hebrea) donde dice:
“Cuidarás de hacer todo lo que te mando; nada le añadirás ni le quitarás.”
Esto nos enseña que el cuerpo de literatura revelada llamado Jumash, el Pentateuco, o la Torá dada a Moshé, se cerró una vez por todas con la conclusión del capítulo 34 de Deuteronomio. Esto quiere decir que ninguno de los libros posteriores, inspirados divinamente, puede añadir mandamientos a los que ya fueron dados, ni introducir conceptos y revelaciones nuevas aparte de los que ya fueron dados a Moshé. La parte de las Escrituras llamada “Nuevo Testamento”, que nosotros llamamos Escritos Apostólicos o Mesiánicos, no puede introducir conceptos ni mandamientos nuevos, ni quitar algunos de los mandamientos que una vez fueron dados por medio de Moshé. Si ese fuera el caso, sería una recolección de escritos rechazable y falsa.
Maimónides escribió:
1. Está clara y expresamente dicho en la Torá que sus leyes, de eterna vigencia, no son susceptibles de modificación, merma o añadidura, pues está escrito:
"Todo lo que yo os ordeno, guardadlo para cumplir; nada le añadas ni le restes" (Deuteronomio 13, 1 [versión cristiana 12:32]). De ahí se infiere que a ningún profeta le está permitido introducir innovaciones en la Torá. Por lo tanto, cualquiera, judío o no judío, que presentando señales y prodigios, afirme que el Eterno lo envió para añadir o restar un precepto, o para dar de cualquiera de los preceptos una interpretación contraria a lo que hemos oído de Moshé, o diga que ésos que Israel tiene como preceptos no son para siempre y para todas las generaciones sino sólo temporales, es un falso profeta, puesto que viene a desmentir la profecía de Moshé.
 Em la Mishné Torá, en el apartado “Fundamentos de la Torá” capítulo 9. Habla de muerte por estrangulamiento, por la perversidad de hablar en nombre del Eterno cuando éste no se lo ordenó. Él, bendito sea su Nombre, ordenó a Moshé que esta Torá fuera para nosotros y para nuestros hijos hasta la eternidad, y Elohim no es un hombre como para mentir.
2. Entonces, ¿por qué está escrito en la Torá: "Les haré surgir un profeta de entre sus hermanos, como tú" (Deuteronomio 18, 18)? Es que el profeta aludido no vendría a establecer una nueva religión, sino a reafirmar las palabras de la Torá y a prevenir al pueblo para que no la transgrediera, como dijo el último de los profetas: "Recordad la Torá de mi siervo Moshé" (Malaquías 3, 22 [versión cristiana 4:4]).Esto concuerda con las palabras del Mesías Yeshúa, escritas en Mateo 5:17-19, cuando dijo:
“No penséis que he venido para abolir la Torá o los Profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la Torá hasta que toda se cumpla.
Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.”
“que yo os mando… mandamientos del Eterno vuestro Eloha, que yo os mando” –Moshé tuvo la autoridad para transmitir los mandamientos del Eterno, bajo inspiración divina, basada en lo dictado por el Eterno en los cuatro primeros libros del Jumash. Por esto Moshé puede decir que son mandamientos del Eterno los que él manda. Son explicaciones y afirmaciones, expresadas en mandamientos, de lo que ya fue revelado.
Más adelante se da un mandamiento por la boca de Moshé según está escrito en
Deuteronomio 18:15:
“Un profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará el Eterno tu Eloha; a él oiréis.”
Este es uno de los 613 mandamientos que hay en la Torá. Así que hay un mandamiento que nos ordena escuchar y obedecer al profeta que el Creador iba a levantar de en medio del pueblo de Israel, como Moshé. Ese profeta habló de la misma manera como Moshé
como está escrito en Juan 5:24:
“En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida.” (el que escucha mi palabra y cree en quien me envió)
En Juan 8:51 está escrito:
“En verdad, en verdad os digo que si alguno guarda mi palabra, no verá jamás la muerte.”
En Juan 14:23 está escrito:
“Yeshúa respondió, y le dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.” Además, la expresión “yo os digo”, que aparece en la boca de nuestro Maestro más de 80 veces en los Escritos Mesiánicos, muestra que él vino como aquel profeta, anunciado por Moshé, que tiene la autoridad del Padre para interpretar correctamente y definitivamente lo que escribió y enseño Moshé.
En Deuteronomio 18:18-19 está escrito:
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.”
En Hechos 3:23 está escrito:
“Y será, que cualquiera alma que no oyere á aquel profeta, será desarraigada del pueblo.”
4:4 “Mas vosotros que os pegasteis al Eterno vuestro Eloha, todos estáis vivos hoy.” – Hasta ahora hemos visto que el cumplimiento de los mandamientos trae vida y prosperidad en este mundo y en el mundo venidero. Este versículo nos enseña otro aspecto de lo mismo. La palabra traducida por RV60 como “seguisteis” y en LBLA como “permanecisteis fieles” viene de la palabra hebrea davek4 que significa: “pegarse”, “asociarse”, “adherirse”. Así que, adherirse al Eterno es lo mismo que serle fiel y no juntarse con otros dioses y sus costumbres. Esta unión con el Eterno es la que da vida.
Todos los que se habían adherido al Eterno fueron preservados con vida hasta el día llamado hayom,
5 “hoy”, que, en el nivel drash, puede ser entendido como el presente eterno, y también el día final. El que se apega al Eterno siempre tendrá un hoy, una existencia en el presente. El que se aparta de él, un día perderá el derecho de experimentar el día que entonces será llamado “hoy”. La palabra hebrea hayom
(literalmente “el día”), traducida como “hoy”, aparece 75 veces en el libro de Deuteronomio, más de dos veces por capítulo. Esto nos enseña que no hay que dejar el cumplimiento de los mandamientos para mañana. Hoy es el día para cumplirlos. Tú no puedes cumplir los mandamientos ayer ni mañana, sólo hoy. Así que si el Eterno te habla hoy, no lo dejes para otro día, como está escrito en el Salmo 95:7b-11:
“Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón como en Merivá, como en el día de Masá en el desierto, cuando vuestros padres me tentaron, me probaron, aunque habían visto mi obra. Por cuarenta años me repugnó aquella generación, y dije: Es un pueblo que se desvía en su corazón y no conocen mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: Ciertamente no entrarán en mi reposo.”  
Hoy es el día para ti, querida Quehilá. Hoy es el momento para adherirse al Eterno y cumplir sus mandamientos. Hoy es el día para serle fiel. El que lo es hoy, también lo será cuando en el día de mañana se diga “hoy”.
En Hebreos 3:12-13 está escrito:
“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Elohim vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.”
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Segunda aliyá, 4:5-40
4:5, 14 “Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos tal como el Eterno mi Dios me ordenó, para que los cumpláis en medio de la tierra en que vais a entrar para poseerla... Y el Eterno me ordenó en aquella ocasión que os enseñara estatutos y decretos, a fin de que los cumplierais en la tierra a la cual vais a entrar para poseerla.” – Aquí la Torá está hablando de dos tipos de mandamientos, jukim y mishpatim, traducidos como “estatutos” y “decretos”. Los jukim son aquellos estatutos que no tienen explicación lógica del por qué hay que cumplirlos. Los mishpatim son mandamientos de carácter social que son fáciles de entender su razón de ser.
También está escrito que hay que cumplir los mandamientos en la tierra. La tierra de Israel es el primer lugar donde hay que guardar la Torá del Eterno. La Torá fue dada para ser guardada en la tierra de Israel, en primer lugar. Fuera de ella hay varios mandamientos que no aplican. Esto convierte la tierra en una tierra santa, apartada, diferente, más elevada espiritualmente.
Esto también nos enseña que la Torá no fue dada a las naciones para ser cumplida en su totalidad por ellas, sino a los hijos de Israel para ser guardada en su totalidad en la tierra que el Eterno les entregó.
4:6 “Así que guardadlos y ponedlos por obra, porque esta será vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos que al escuchar todos estos estatutos, dirán:
"Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente.”” En este texto la Torá revela la mejor manera de llegar a las naciones con el mensaje del Eterno.
Guardar los mandamientos es la mejor manera de impactar en las naciones. La segunda cosa se encuentra en los versículos 9-10 donde habla de transmitir la Torá a los hijos.
Esto concuerda bien con la enseñanza de nuestro Maestro Yeshúa en Mateo 28:18-20, done está escrito:
“Y acercándose Yeshúa, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones en mi nombre, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
En Juan 13:35 está escrito:
 6 Según la recuperación del texto más antiguo citado por el historiador Eusebio en el siglo 4°.“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros.”
El hecho de amarnos unos a otros constituye la esencia de la Torá. Así que si cumplimos la Torá, por medio de amarnos unos a otros, todos conocerán a Yeshúa. Lo más trágico que puede pasar es cuando los que dicen ser creyentes en Yeshúa y proclaman las buenas nuevas de salvación no viven según las normas establecidas por la Torá. El Espíritu fue entregado a los discípulos del Mesías, no para testificar, sino para ser testigos, como está escrito en Hechos 1:8:
“pero recibiréis poder cuando el Espíritu de Santidad venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Yerushalayim, en toda Yehudá y Shomrón, y hasta los confines de la tierra.” Ser testigo no es lo mismo que testificar. El que no vive según las normas de la Torá y da testimonio de Yeshúa hace más daño que bien. El mal testimonio de los que se dicen ser el pueblo del Eterno, es lo que causa el mayor daño en el mundo. Ello hace que los corazones se cierran para la salvación de Eloha. Así que sólo los que viven según la Torá son los que podrán impactar en el mundo y causar cambios sustanciales para el bien de las naciones.
“Así que guardadlos y ponedlos por obra, porque esta será vuestra sabiduría y vuestra inteligencia” – La sabiduría y la inteligencia hebrea no consisten en saber con la cabeza sino tener un estilo de vida y practicar los mandamientos que fueron dados por Moshé y confirmados por el Mesías Yeshúa.
“ante los ojos de los pueblos” – ¿De qué manera losIsraelitas podrán impactar en las naciones para que crean en su Eloha y se acerquen a las bendiciones que les fueron dadas por medio de su padre Avraham y que también son para los pueblos? Este texto nos da la respuesta: “al escuchar todos estos estatutos (jukim)” Según la Torá, los jukim, los mandamientos que no tienen explicación lógica, son los que el Eterno está utilizando para impactar a los gentiles. Esto es muy extraño, puesto que los mandamientos de carácter juk son los objetos de mayor burla por los que están fuera, por no ser fáciles de entender. ¿Cuál será entonces el impacto entre los gentiles cuando los Israelitas obedecen los jukim y los mishpatim?
o Verán su obediencia que refleja su amor al Eterno incluso si no entienden la razón por la que obedecen ciertos mandamientos.
o Reconocerán que son una gran nación.
o Reconocerán que tienen sabiduría.
o Reconocerán que tienen inteligencia.
En los mandamientos, pues, hay sabiduría y conocimiento. Hoy la ciencia ha confirmado que los que guardan los mandamientos llamados jukim, entre ellos los del kashrut (dieta bíblica), la abstinencia durante el periodo menstrual de la mujer, reglas natalicias, etc., tienen menos enfermedades que otros y viven una vida más sana. Ese estilo de vida es lo que tiene que impactar a las naciones, no tanto las palabras.
Además cuando el estilo de vida es correcto, las palabras serán respaldadas con poder.
4:8 “¿O qué nación grande hay que tenga estatutos y decretos tan justos como toda esta Torá que hoy pongo delante de vosotros?” Todos los mandamientos son justos, como está escrito en el Salmo 119:160:
“La suma de tu palabra es verdad, y cada una de tus justas ordenanzas es eterna.”
En el Salmo 119:62, 106, 164 está escrito:
“A medianoche me levantaré para darte gracias por tus justas ordenanzas... He jurado, y lo confirmaré, que guardaré tus justas ordenanzas... Siete veces al día te alabo, a causa de tus justas ordenanzas.”
En Romanos 7:12 está escrito: “Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno.”
4:9 “Por tanto, cuídate y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, y no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas saber a tus hijos y a tus nietos.” – Este texto nos enseña que no solamente hay que hablar de los estatutos con los de afuera. Hay algo más importante, transmitir las experiencias personales y las palabras de la Torá a los propios hijos. Los padres y los abuelos tienen una gran responsabilidad para transmitir la revelación a los hijos y a los nietos.
¡SHABAT SHALOM!
Adaptado por; HOSHEA BEN YISRAEL


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